Decía Raymond Chandler que cuando un escritor percibiese que la acción de sus novelas decaía, resultaba conveniente que alguien, un personaje, sacase una pistola. Que pegase un tiro después o no, ya es harina de otro costal. Para evitar el tedio, todos los sábados doy un paseo, cómodamente sentado en un sillón por supuesto y con una pipa - de tabaco, claro - en la boca, por los diarios y semanarios culturales del fin de semana. Y hoy me he tropezado con algunas piezas interesantes. Por ejemplo, el artículo de Manuel Rodríguez Rivero (¿podré entrevistarlo alguna vez a este hombre?), articulista siempre sembradísimo, que habla en Babelia de los libros electrónicos, mejor dicho de su alergia a los mismos; del escritor estadounidense Philip Roth y de sus paseos literarios por la capital del Sena.
También en Babelia, podemos leer el repaso que le pega a la novela negra Rosa Mora. En su escrito Marlowe y compañía, no sólo nos habla de ese volumen titulado Todo Marlowe, recientemente publicado, que recoge todas las novelas que protagonizó este detective, criatura imaginaria alumbrada por Raymond Chandler, a lo largo de su efímera existencia (tan sólo siete títulos). Luego la periodista también hurga un poco más y, cómo no, viaja hacia el norte de Europa, a Escandinavia donde lo negro es un auténtico filón, para contarnosa cosas de Stieg Larson, Henning Mankell, Arnaldur Indridason y Jo Nesbo, sin olvidarse de las últimas novelas de otros autores y de otras latitudes: Michael Connelly, Ian Rankin, Carlos Zanón, Óscar Urra, Juan Madrid y Elia Barceló.
Siguiendo por el mismo periódico, en EL PAÍS del 9 de enero, podemos encontrarnos con otra perlita. Y es que si, además de Rodríguez Rivero, hay otro articulista sembrado, ése es Manuel Rivas. Hoy, con su artículo sobre los aspectos irrenunciables de la profesión periodística y de su degradación, en algunos casos, tenemos otra prueba más. Y van ...
En fin y regresando al comienzo, que los aficionados a la literatura en general, y a la negra en particular, tienen con qué entretenerse durante un buen rato. Y si no, que alguien saque una pistola.
Herme Cerezo