«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 27 de septiembre de 2022

Teresa Valero: «En ‘Contrapaso’ he intentado provocar a los lectores jóvenes para que se interesen en averiguar cómo era la vida de sus mayores».

Nº 639.- Madrid, 1956. Lénoir, hijo de un comunista muerto en la Guerra Civil, y Emilio Sanz,militante falangista, investigan para la sección de sucesos de ‘La Capital’ crímenes que chocan con la imagen idílica que el dictador quiere dar del país. Su temeraria necesidad de revelar la verdad tras un supuesto suicidio los llevará a enfrentarse a la represión de la dictadura y a desvelar una oscura trama que implica a algunos de los médicos más prestigiosos del régimen. Teresa Valero nos ofrece en ‘Contrapaso’ un ejemplar thriller social que muestra las mentiras de un franquismo capaz de estrangular con sus tentáculos cualquier forma de disidencia. Hasta aquí lo que la contraportada del álbum nos cuenta. Pero ‘Contrapaso’ es mucho más que esto. ‘Contrapaso’ es una sinfonía de tonos grises, el color de la derrota; una intriga negra; un retrato de época con imágenes; el sabor amargo de la posguerra en el Madrid de los años cincuenta, donde, en apariencia, no sucedía nada, pero en verdad ocurrían muchas cosas. Muchísimas. Demasiadas… A pesar de los inmaculados deseos del dictador. Era sábado, poco después de las cinco de la tarde, cielo nublado, sentados alrededor de una mesa, cuando tuve la oportunidad de conversar con la artista madrileña, todo un lujo propiciado por Álvaro Pons, el alma máter de las XI Jornadas de Cómic de València, que tuvieron lugar en el Centro Cultural La Nau del 23 al 27 de septiembre de 2022, organizadas por el Aula de Còmic del Vicerectorat de Cultura i Societat de la Universitat de València y la Asociación Valenciana del Cómic. El piloto encendido de la grabadora marcó el inicio de nuestra conversación.

Teresa, ¿de dónde arranca tu afición por el cómic?

Como todos los niños de nuestra generación, la de los años sesenta y setenta, me crie leyendo cómics. En su día libre, mi padre compraba su periódico y a nosotros nos traía ‘Lily’ y ‘Pulgarcito’, que luego nos intercambiábamos. Dejé de leer cómic en mi primera adolescencia. Me creí aquello de que los cómics eran para niños y me volqué en la literatura. Pero en 1991, cuando empecé a trabajar en la animación, mis compañeros me volvieron a introducir en el mundillo de la historieta. Ellos eran muy aficionados al cómic y me pasaban los que más les gustaban.

¿Se puede vivir del cómic en España o hay que aplicarse también en   trabajos alimenticios?

En el extranjero se puede vivir mejor, pero en España, ahora mismo, solo dos o tres dibujantes logran vivir de su trabajo. Yo no lo he conseguido y he tenido que trabajar también en la animación. De todos modos, tal y como están las cosas en este momento, empeñarnos en conseguir una única fuente de ingresos es un error. Como española soy muy de coproducciones. Me gustaría que los profesionales pudiéramos hablar de tú a tú con las editoriales de varios países para obtener diversos canales de financiación y gestionar nuestros derechos audiovisuales de una manera más activa. Nuestro trabajo ha de ser digno y debemos cobrar lo que nos pertenezca y, si para ello, hay que poner a más de un país en danza, mientras nuestra obra siga siendo nuestra, hagámoslo. Sin olvidar que al mismo tiempo hemos de luchar por conseguir una mayor implantación del cómic en nuestro país. Creo que ese es el camino a seguir.

Acabas de citar el cine de animación. ¿El cómic y la animación son dos formas de trabajo muy diferentes? ¿Se retroalimentan?

Todo tiene sus pros y contras. La animación te da mucho oficio, porque se trabaja muy rápido y cambias con frecuencia de estilo, lo que te provee de una variedad de recursos que resultan interesantes para el cómic. Te proporciona también una visión espacial muy buena, porque eres capaz de poner la cámara en cualquier lugar y conseguir una sensación del timing de la narrativa, aunque a veces nos cuesta un poco trasladarlo al cómic. En algunas historias, como ‘Contrapaso’ eso te beneficia. Sin embargo, para otras me gustaría explorar más los propios recursos del cómic, que creo que son más ricos. Otra cosa que te ofrece la animación es la capacidad de trabajo, algo que viene muy bien para el cómic porque con las viñetas trabajas como un galeote. Pasas muchas horas sentada ante el papel hasta que obtienes lo que te gusta.