«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 21 de enero de 2024

‘Los asesinos de la luna. Petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI’ de David Grann

 

David Grann fue galardonado con el Premio Edgar Allan Poe Award al Best Fact Crime por este libro que, recientemente, ha sido llevado al cine por Martin Scorsese. 

A comienzos de los años veinte del pasado siglo, en Oklahoma vivía la comunidad india de los osage. Antes habían permanecido durante mucho tiempo en un amplio espacio situado en Kansas. Pero alguien intuyó posibilidades lucrativas en el terreno kanseño y los osage fueron desplazados a un lugar mucho más pequeño, inhóspito y árido, donde llevar una existencia normal parecía una proeza cuando no un imposible. Pero hete aquí, como en los cuentos, que debajo de aquel desierto poco amigable apareció petróleo. Uno de los mayores yacimientos de los EE.UU. además. Los prospectores interesados en la extracción hubieron de pagar arriendos a los legítimos propietarios de la tierra, esto es, los osage. Esos arriendos, al igual que el volumen de las extracciones petrolíferas, fueron creciendo. Y en poco tiempo, los indios se convirtieron en las personas con mayor renta per cápita del mundo. Cada trimestre recibían un jugoso cheque de miles de dólares que les convirtió en millonarios. Como tales desarrollaron un tren de vida propio de su nueva condición, que despertó la codicia del hombre blanco, que no podía ver a un osage manejando el volante de los automóviles más caros del momento y habitando mansiones de ensueño. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Y el hombre blanco, como si de una epidemia de viruela se tratase, comenzó a acorralarlos. Se les asignaron tutores que administrasen y limitasen sus gastos, es decir, su propio dinero. Pero como esto no parecía suficiente, mentes maquiavélicas decidieron que lo mejor era apoderarse de sus posesiones de manera absoluta. El camino para lograr su propósito solo era uno: el exterminio. Las formas, muchas.

miércoles, 17 de enero de 2024

Paloma Díaz-Mas: «Los judíos actuaron como transmisores del conocimiento durante la Edad Media en España»

 Nº 678.- Que el tema de los judíos despierta curiosidad, tal vez con más fuerza ahora mismo por
circunstancias coyunturales, resulta innegable. Dejando a un lado la guerra que asola los territorios de Gaza actualmente, en el Museo del Prado se ha clausurado hace pocas fechas una exposición sobre los judíos con enorme éxito, que puede haber contribuido también a acrecentar el interés por la vida del pueblo hebreo. Tal vez por todo ello y sin premeditación alguna, no ha podido ser más oportuna la publicación del libro ‘Breve historia de los judíos en España’, editado por Catarata, de la escritora madrileña Paloma Díaz-Mas, donde en poco más de doscientas páginas se ofrece una panorámica, amena y detallada, de la vida de los judíos en la Península Ibérica a lo largo de los siglos. Fue una tarde de la segunda quincena del pasado mes de diciembre, cuando pude conversar con su autora, escritora y filóloga, catedrática de la Universidad del País Vasco, investigadora del CSIC, académica de la Real Academia Española y especialista en cultura sefardí, a la que ha dedicado una buena parte de su obra escrita. Y, si tras leer el libro tuviera que definirlo con una sola palabra, elegiría divulgar o divulgación. Creo que es el término que mejor recoge el objetivo de esta ‘Breve historia de los judíos en España’. Sin duda. Con el piloto rojo de la grabadora encendido, comenzamos a conversar.

Paloma, a lo largo de tu carrera has publicado varios libros sobre los judíos, ¿de dónde arranca tu interés por la cultura judía, más concretamente por los sefardíes?

Mi acercamiento hacia los sefardíes se produjo a través de la lengua y la literatura. Yo estudié Filología Románica y, cuando se abrió la Facultad de Ciencias de la Información, empecé Periodismo. Y fue para un trabajo, que a una compañera y a mí nos dio por hacer un reportaje sobre la comunidad judía de Madrid. Luego supe que en el CSIC existía un pequeño grupo de investigadores dedicados a estudiar la literatura sefardí y me interesé en ello, tanto que mi tesina y mi tesis doctoral versaron sobre textos sefardíes. Desde entonces he seguido trabajando sobre ellos a partir del momento de su expulsión, centrándome especialmente en las comunidades de la diáspora y en la literatura en judeoespañol.

Inauguramos el año. Feliz 2024, lectores