«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 20 de febrero de 2021

Jesús Carrasco: «En ‘Llévame a casa’ suceden montones de pequeños movimientos y heroicidades, que no son nada y lo son todo a la vez. Es una novela doméstica y cotidiana»

Jesús Carrasco 
(C) Ivan Giménez – Seix Barral
Nº 616.- Juan Álvarez ha conseguido independizarse lejos de su país cuando la muerte de su padre le obliga a regresar a su pueblo natal. Y a sus fantasmas. En principio, piensa solucionar pronto los trámites y regresar a Edimburgo cuanto antes, porque allí tiene su vida hecha. Sin embargo, una noticia que le da su hermana trastocará sus planes. Y el futuro cobrará otro color. De repente, Juan Álvarez se verá al cuidado de una madre, a la que no conoce demasiado y con la que no cree tener muchas cosas en común. Estas cuatro pinceladas, cuatro trazos simples, ofrecen una primera aproximación al argumento de ‘Llévame a casa’ (Seix Barral), la nueva novela de Jesús Carrasco (Olivenza, 1972), un libro muy esperado tras el éxito de ‘Intemperie’ y ‘La tierra que pisamos’, sus dos entregas anteriores, no en balde el escritor pacense ha pasado cinco años sin publicar, pero no sin escribir. Y cinco años son muchos días y muchas noches, una porción de la vida. A través del teléfono, según establece el covid-19, pude sostener una conversación, que a continuación transcribo, con el escritor pacense sobre su novela. Faltaban diez minutos para las trece horas del tercer martes de febrero, segundo año de la pandemia, día soleado en València, tal vez demasiado tranquilo y sosegado. En todo caso, aburrido y tristón. La tecla rec de la grabadora se pintó de rojo, como si se maquillara, y comenzó a registrar nuestras palabras.

Jesús, en cinco años has escrito tres novelas. Has descartado dos y te has quedado con una. ¿Qué tiene de particular 'Llévame a casa' para haber sido la escogida y ser publicada?

Bueno, no es exactamente así. No es que tuviera tres novelas encima de una mesa y decidiera sobre una. Lo que ocurrió es que acabé las dos primeras y me di cuenta de que no estaban para ser publicadas. Había que introducirles bastantes modificaciones y, en aquel momento, era una tarea que no me sentía con fuerzas para acometer. Y en algún punto me resultó más fácil comenzar un nuevo proyecto, partir de cero, antes que desarmar y volver a armar lo que ya tenía escrito. En cuanto comencé, me di cuenta de que aquello iba a funcionar bien. De hecho, su escritura surgió muy fluida, muy fácil, y en poco tiempo lo tuve listo.  

¿Hubo alguna imagen o alguna frase que incentivara su escritura?

No, no las hubo. Lo que sí había fueron quince o veinte páginas que encontré de un texto iniciado unos años atrás. Faltaban doscientas ochenta páginas más, pero las vi enseguida y me animé a escribirlas. Comencé con el personaje de Juan dándole vueltas a su rollo y, cuando me di cuenta, llevaba poco más de un mes escribiendo y estaba casi terminando. Fue una cosa muy eléctrica, casi no tuve ni que tomar decisiones. Me senté a escribir y apareció la novela.

domingo, 14 de febrero de 2021

Laura Ferrero: «Me gustan los relatos con finales abiertos que consiguen que el lector construya otro desenlace distinto».

Nº 615.- El cuento parece un género marginado en España, mientras que en otros países goza de un prestigio más que notable. Laura Ferrero (Barcelona, 1984) acaba de publicar ‘La gente no existe’ (Alfaguara), un puñado de diecisiete relatos en los que hay amor y desamor, ausencia y culpa, esperanza… Sus historias narran lo íntimo, lo cotidiano, lo real. Las palabras de Laura Ferrero se deslizan suaves ante los ojos del lector, engrasadas, le atrapan en silencio y, cuando viene a darse cuenta, siente una sacudida, un pinchazo que tardará en olvidar. A través del teléfono, con la grabadora a pleno rendimiento, pude conversar durante unos minutos con la escritora barcelonesa sobre estos relatos. El reloj había sobrepasado en una hora el mediodía del 10 de febrero de 2021, segundo año de la pandemia, una circunstancia que a Laura le gustaría olvidar pronto. «Es un desastre, tengo ganas de que vuelva la vida de antes, si es que consigue volver, y que este vocabulario bélico de toques de queda, que nos invade y al que solo le faltan las cartillas de racionamiento, se marche definitivamente». Así que mejor olvidarse del covid-19 y centrarnos en el contenido de ‘La gente no existe’.

¿Qué significa la escritura para Laura Ferrero?

Escribo desde niña. Yo leía libros propios de mi edad, como las ‘Torres de Malory’, y me puse a escribir como si fuera una respuesta a estas ficciones. Y definitivamente, se me quedó esa forma de utilizar las palabras para entenderme a mí misma y también para explicarme el mundo que me rodea.

¿Por qué empezaste a escribir cuentos?

La novela es la reina del sistema literario y yo reivindico el cuento. En nuestro país parece un género casi de segunda. A mí los relatos me sugieren otra forma de contar las cosas, porque para escribirlos dispones de poco espacio y has de condensar bastante, sin irte por las ramas. Esta condensación me interesa mucho, sin menospreciar a la novela, que también tiene sus complicaciones.

domingo, 7 de febrero de 2021

Luis García Jambrina: «El Camino de Santiago es como un pequeño universo que encierra la vida»

Luis García Jambrina (Fotografía cedida por la editorial)
Nº 614.- Dos mil veintiuno, con pandemia incluida, es año Xacobeo. Ocurre esto cada
vez que el día 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, cae en domingo. El escritor Luis García Jambrina (Zamora, 1960), profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Salamanca, rinde su tributo particular a esta efeméride con la publicación de ‘El manuscrito de barro’ (Espasa), la quinta entrega de la serie de novelas protagonizada por Fernando de Rojas, el autor de ‘La Celestina’, que también fue jurista. García Jambrina ha convertido a De Rojas, de cuya vida desconocemos casi todo, en un detective, en un pesquisidor en el decir de la época, que debutó en la ficción con ‘El manuscrito de piedra’. A partir de entonces, este pesquisidor nacido en la puebla de Montalbán, se ha visto inmerso en varios misterios, tejidos con el velo literario de una hibridación entre el género histórico y el policiaco. En esta ocasión y por encargo del arzobispo de Santiago, Juan Pardo de Tavera, tratará de descubrir el origen de una serie de crímenes, que ocurren en el camino compostelano. Contará para ello con la valiosa ayuda de su Watson particular, o de su Sancho, que viene a ser lo mismo, Elías do Cebreiro, clérigo y archivero de la catedral de Santiago. Corre el año mil quinientos veinticinco cuando «un peregrino es asesinado poco antes de llegar a la ciudad de Burgos; se trata de una más de una serie de extrañas muertes que se vienen produciendo en las diferentes etapas del Camino Francés…» Con este comienzo, tan prometedor para los amantes del género, arranca ‘El manuscrito de barro’. Aplicado el protocolo preceptivo para entrevistas desde la irrupción del covid-19 en nuestras vidas, apreté la tecla
rec de la grabadora, y Luis García Jambrina y quien suscribe, teléfono móvil mediante, manos libres accionadas y bloc de notas preparado, comenzamos a charlar sobre esta novela y sobre algún que otro asunto literario. Corría el segundo día del mes de febrero del año dos mil veintiuno.

Luis, ¿por qué escribe o qué significa la escritura para Vd.?

Creo que en una persona lo más natural es la lectura, pero llega un momento en que uno siente la necesidad y la vocación de escribir. Y cada vez esta necesidad puede más, de tal manera que para mí la escritura se ha convertido en algo fundamental desde el punto de vista psicológico y también fisiológico. Eso se ha demostrado en este último año, ya que en los meses más duros del confinamiento yo me agarré a la escritura y, de este modo, pude sobrellevar mejor la situación y no pensar. En una coyuntura tan prolongada en el tiempo como esta, resulta indispensable tomar distancia y gracias a la escritura puedo sumergirme en otros mundos y realidades paralelas.