Un par de miembros de la redacción de la revista mensual ‘Mongolia’,
Fernando Rapa y Eduardo Bravo, se dejaron caer por Valencia con motivo de la
publicación de ‘El Libro Rojo de Mongolia’, editado por Random House Mondadori,
una especie de compendio satírico y humorístico de la realidad, presente y
pasada, enormemente ácido, muy loco
como dicen ellos, vertebrado bajo una estructura enciclopédica, en el que el
lector puede tropezarse con “multitud de
temas tratados con el rigor histórico y científico que caracteriza a Mongolia”.
La entrevista tuvo lugar en el Blue Canalla Bar de la Plaza de Cánovas del
Castillo, justo el día que comenzaban a colocarse las carpas del circo fallero
en la capital del Turia, algo que, como cada año, significa alegría y jolgorio
para unos cuantos y cortes de tráfico, nervios, trastornos y quizá un exilio
provisional para otros tantos.
¿Os consideráis herederos de revistas satíricas como ‘La Cordoniz’, ‘Hermano Lobo’,’ El Papus’, ‘Por favor’ y tantas otras como han existido en nuestro país?
Buenos somos fanáticos de esas revistas,
aunque algunas de ellas no las conocemos demasiado. Sabíamos de ‘La Codorniz’, de
‘Hermano Lobo’ y algo menos de ‘El Papus’. Y, por supuesto, de ‘Por favor’, porque
dicen que nos parecemos mucho. El grupo que integra ‘Mongolia’ es bastante mongólico:
tres argentinos, dos chilenos, un asturiano, uno de Cataluña y un madrileño.
Para realizar la revista nos nutrimos de todos estos aportes de procedencias
tan diversas. También nos alimentamos de revistas latinoamericanas como ‘The
Clinic’ o ‘Barcelona’ y francesas como ‘L’Écho des savanes’ o ‘Hara-Kiri’. A
nosotros lo que nos gusta especialmente es el papel, porque procedemos de
medios que publicaban en este formato. ‘Mongolia’ apareció en un momento en que
se afirmaba que la edición en papel estaba muerta. Fue como un homenaje a la
revista que nos gustaría tener y que no encontrábamos.
Ha sido un año en que las cosas han ido mucho
mejor de lo que pensábamos. A priori no podíamos ser tan optimistas, pero nos
ha ayudado mucho la situación del país. Éramos conscientes de que la evolución
política invitaba a la aparición de un producto como el nuestro, pensábamos que
tenía posibilidades, pero no teníamos claro que fuera tan necesaria porque la
realidad viajase con tanta rapidez y fuera tan obscena. Nuestro país necesitaba
un análisis satírico de la realidad, porque se estaban rebasando todos los
límites de la lógica y de la honestidad. El hecho de que el secretario de un partido
lleve a la magistratura a su propio partido, por despido improcedente, es tal
locura que los medios informativos tradicionales no pueden dar abasto, ya que
entramos dentro del terreno del esperpento.
Vuestros titulares son poderosos, ¿trabajáis
más el titular que la noticia en sí?
Al principio trabajábamos igual el titular y
el contenido, al que dedicábamos grandes desarrollos. Pero tras un tiempo de
estudio y análisis de la revista, alguien nos dijo que fuésemos más concisos en
el cuerpo de la noticia y que resaltásemos los titulares, reduciéndolos a
aspectos más puntuales. ‘Mongolia’ necesitaba ser más directa, con titulares de
golpe, titulares flash.
¿Cómo surge la idea de publicar ‘El Libro
Rojo de Mongolia’?
Todo surgió en la Feria del Libro de Madrid
del año pasado. Mientras que en muchas casetas había pocos lectores para que
los escritores firmasen sus obras, en la nuestra hubo un gran revuelo. Se acercó
mucha gente, incluidos los representantes de un par de editoriales que nos ofrecieron
la posibilidad de publicar un libro. Aceptamos la oferta de Random House Mondadori
y nos dijeron que hiciéramos lo que quisiésemos sin ningún tipo de censura. ‘El
Libro Rojo de Mongolia’ tiene contenidos nuevos y está estructurado como un volumen
enciclopédico, con temas más duraderos y menos coyunturales que los que
aparecen en la revista mensual.
Desde que apareció ‘Mongolia’ en el mercado,
¿habéis sufrido intentos de censura?
Siempre que editamos un nuevo número, la
gente nos dice que nos van a cerrar la revista y que tendrán que venir a llevarnos
el tabaco a Carabanchel, pero no ha ocurrido nada. No hemos tenido presiones,
ni tampoco hemos recibido la típica llamada amiga para que levantemos el pie
del pedal. Eso nos lleva a pensar cuánta autocensura ha existido en los últimos
años en nuestro país, ya que se han ocultado cosas que podían contarse perfectamente.
A diferencia de muchos políticos de los que hablamos, somos muy respetuosos con
la legalidad vigente y, antes de sacar el número de cada mes, entregamos los
contenidos a nuestro abogado que nos indica qué cosas podemos publicar y cuáles
no. Tampoco hasta la fecha, nadie nos ha pedido ninguna rectificación sobre lo
publicado.
Tanto con la revista
como con el libro, ¿vuestra intención es solo entretener o pretendéis sacudir
conciencias?
Intentamos sacudir pero siempre visto desde
un punto de vista sarcástico. Tocamos temas de absoluta actualidad y muy serios
desde un ángulo humorístico. La revista tiene dos partes: una de humor muy
salvaje, crítica, y otra, Reality News, en la que publicamos cosas que otros medios
de comunicación no pueden decir porque están muy condicionados.
¿’El Libro Rojo de
Mongolia’ es un libro dedicado fundamentalmente al lector español?
Es verdad que ‘Mongolia’ se circunscribe a una
realidad muy española, pero tenemos una vocación internacionalista como es
nuestra propia redacción. El libro es atemporal y habla de países diversos. Nos
encantaría presentarlo tanto en la Feria del Libro de Buenos Aires como en la
de Guadalajara. También hay temas locales, pero en conjunto se puede leer en
cualquier lugar.
Entrevistáis
muertos, ¿lo hacéis porque no pueden protestar?
[Risas] En realidad tenemos más miedo de los
herederos que de los propios muertos. Los muertos, en vida, suelen ser más
afables que sus descendientes, que ven en ellos un posible filón. Por otro
lado, a pesar de que lo hemos intentando, los vivos no quieren ponerse delante
del objetivo de ‘Mongolia’.
Es lo bueno que tienen los muertos [risas],
que te permiten utilizar una nave interestelar y visitarlos en distintas épocas,
es como romper una barrera, no tener límites. Fuimos a entrevistar a
Tutankhamón y no ha ocurrido nada.
Echo a faltar en
‘El Libro Rojo’ palabras tales como crisis, becario, sueldo…
Están contenidas en muchas otras definiciones.
El diccionario que hemos publicado puede ser revisado y ampliado, de hecho seguro
que lo haremos crecer poco a poco.
A la palabra chorizo
le dedicáis una página completa, ¿es el vocablo más utilizado hoy en día en
nuestro país?
Muy probablemente, sí. Chorizo y mortadela,
como un dúo cómico casi, al estilo del libro escolar de ‘El florido pensil’.
Decís que magia es “El arte de engañar al otro sin tener que hacerle un contrato con
nómina”, ¿se practica mucho la magia actualmente en nuestro país?
Sí, la verdad es que sí y el problema es que
la magia se está institucionalizando. Sabíamos que había magos en el sector
empresarial y en la propia CEOE, pero ignorábamos que tenían tanto apoyo
institucional. Podíamos intuir que Arturo Fernández fuese un vivo, pero que le
contratase el propio Congreso para hacer los caterings nos resulta un poco más sangrante y que, encima las
reformas se hicieran a su medida y a la de sus amigos, nos parece llevar la
sátira más allá de donde nosotros podríamos hacerlo. El aeropuerto de Castellón
es otro acto de magia, porque desaparecen los aviones.
La definición de
joven es amarga para ser un libro de humor: “Afortunado al que aún le queda gran parte
del futuro para hacer fracasar sus ilusiones”.
Hombre, nosotros hacemos muchas veces crítica
muy ácida para demostrar que la cosa está muy mal, pero también para que la
gente reaccione y levante la cabeza. La crítica dura te obliga a pensar que, si
no nos movemos, el porvenir pinta mal. Los políticos dicen lo contrario, que la
juventud es el futuro. Pero nosotros decimos que hay que espabilar. El grado de
conformismo de los jóvenes empieza a ser preocupante. La encuesta del CIS del
otro día informaba que aceptarían minijobs
y eso es conformismo puro. Han elegido el fracaso y todo ocurre porque están
acatando el mensaje de que todo es inevitable. Y ese mensaje hay que rebatirlo
y discutirlo, porque no es más que una estrategia.
Parece ser que sí, ¿no? [risas].
La última: adelantadme
algo sobre vuestros proyectos futuros.
Nos gusta mucho el género de entrevistas y
nos encantaría hacer una historia basada en entrevistas. También nos atrae
preparar un libro contra nosotros mismos, por ejemplo, el tipo de libro de
humor de derechas que le gustaría hacer a ‘La Gaceta’.
SOBRE LA REVISTA ‘MONGOLIA’
Para conocer qué es ‘Mongolia’, publicación
mensual satírica, humorística y ácida, nada mejor que recurrir al decálogo que
la propia revista exhibe en su web:
1.- Mongolia no
es una revista; es un país.2.- Todo lo que dice Mongolia es mentira (incluida
esta frase). 3.- Nada de lo que dice Mongolia es verdad (incluida esta frase).4.-
Respetamos la incredulidad. No creemos en nada. Menos aún en nosotros mismos.5.-
Todo el mundo, incluido Dios, que acaba de mudarse a Mongolia, es ateo.6.- No
somos ni de izquierdas ni de derechas. Repetimos: no somos de derechas.7.-
Desde nuestras páginas perseguiremos con tinta a bandoleros, farsantes,
embusteros y demás fauna que anteponga sus intereses personales y los del Fondo
Monetario Internacional a los del mundo mundial.8.- Estamos súper en contra de
la gasolina. De la sin plomo 97, del gasóleo extra y del diesel Super Star.
Allí donde esté Mongolia, habrá una bicicleta; allí donde haya una bicicleta,
habrá dos ruedas. 9.- Exigimos que en las monárquicas tierras españolas se
construyan parques soleados para que todos los niños del mundo puedan correr
libremente y romper cosas sin importar si al dueño le molesta (total, no le
pertenecen).10.- España se hunde. Cada día es menos “standard” y más “poor”.