Editada por Planeta y
situada desde hace varias semanas en la lista de libros de no ficción más
vendidos, ‘Mañana será tarde’ es la nueva obra del periodista y escritor José
Antonio Zarzalejos en la que analiza, pormenorizadamente, el momento actual que
vive España. El título es significativo: la situación actual es crítica, pero
aún hay tiempo. La democracia española, España misma, ha entrado en una crisis
sistémica. Carcomido por años de malas prácticas, también por algunos errores
fundacionales, el sistema constitucional del 78 no da más de sí. La gran crisis
económica, con sus secuelas de empobrecimiento y furia, puede haberle dado la puntilla.
La palabrería que antes seducía y ahora no resulta insoportable, la corrupción
que ayer se toleraba y ahora se ve como la peor de las lacras. Y todas las
instituciones han sido alcanzadas: los partidos, los sindicatos, la justicia,
los medios de comunicación, el sistema financiero, la misma Corona. Zarzalejos
propone conjurar este peligro real con cambios de discurso y paradigmas con una
reforma constitucional, cada vez más inevitable.
José
Antonio, la portada del libro, dice que ‘Mañana será tarde’ es «un diagnóstico
valiente para un país imputado», ¿estás de acuerdo con ese subtítulo?
Yo soy muy pudoroso y nunca
hubiera incluido esa frase en la portada, eso es cosa de la editorial. Pienso
que el libro está escrito con una gran autonomía de criterio y con una cierta
dureza crítica. Sin estos dos elementos tenía claro que no merecía la pena hacerlo,
porque ya hay otras obras más convencionales publicadas sobre estos mismos
asuntos y yo no hubiera podido aportar mucho más. Escribir este libro me ha
llevado a planificar mi trabajo de una manera como no lo había hecho nunca:
realizar 38 entrevistas a gente importante, bajo la premisa de la máxima
confidencialidad, fichar más de 100 libros y leer decenas de artículos de
opinión.
Cuando
uno lee ‘Mañana será tarde’ llega a la conclusión de que es una obra que oscila
entre lo mejor del periodismo y del ensayo.
Aciertas totalmente porque
en todos los capítulos hay una anécdota, un hecho que se relata y que podría
ser una crónica periodística, todo ello referido a distintos temas: la
abdicación de la corona, los medios de comunicación… Es un ensayo-relato, que
posee una parte de crónica política.
¿La
parte de ensayo resultaba indispensable para conseguir que el libro perdure?
Claro, al escribirlo, lo que
más vértigo me producía era justamente eso, porque yo no quería hacer un instant book, un libro exprés de consumo
rápido sino de digestión lenta. Por tanto, he intentado realizar un
planteamiento estructural de todos los problemas que abordaba, pensando que son
asuntos que van a permanecer un tiempo en la realidad política. Yo diría que el
libro es accesible para el público generalista y que nace con vocación de
permanencia.
¿’Mañana
será tarde’ es un libro que podía haber escrito un político, pero que lo escribe
un periodista porque los políticos no tienen tiempo para reflexionar?
Es curioso que el memorialismo
de los políticos en España, que podría ser muy valioso y aportar muchos
materiales para el debate, sin embargo es pobre: o caen en lo banal o en lo
abstracto. Creo que los periodistas estamos particularmente dotados para
efectuar este tipo de análisis, siempre que, como ya he dicho antes, tengamos
autonomía de criterio y capacidad crítica. Yo me he inspirado en algunos
colegas anglosajones, que escriben este tipo de obras, y pienso que el
resultado se aproxima bastante a lo que esperaba.
Ya
que no escriben, ¿los políticos, al menos, resultan accesibles a la hora de
facilitar información?
Dejando aparte dos o tres
negativas, alguna de ellas importante, en mi caso, sí. Pero muchas personas, todas
pertenecientes a la primera línea de la política, la judicatura y el mundo
universitario, han sido accesibles, siempre que les garantizase la confidencialidad.
Este libro no puede escribirlo una persona de treinta años, pero sí una de
sesenta como yo, que ya tengo una cierta trayectoria y soy bastante conocido.
A
la hora de sentarte a escribir, ¿qué te ha preocupado más: la vertiente
literaria o su contenido?
Es curioso que los colegas
me pregunten poco sobre el aspecto literario del libro y es algo que sí que he echado
en falta, porque he puesto un gran empeño en ello. No concibo una buena labor
de investigación y de ensayo si no la acompaña una buena prosa. He dedicado
mucho tiempo a la redacción del libro y he cuidado la utilización de verbos y
adjetivos y, especialmente, la utilización de subordinadas, que es una
tendencia mía que he tratado de mejorar lo máximo posible.
¿Los
periodistas que escribían durante la Transición tenían claro que estaban
asistiendo a un momento histórico?
Yo, seguro que no. Cuando
murió Franco, había cumplido 21 años y sí que tenía el sentido de que ocurrían
cosas importantes, pero visto todo 40 años después, te das cuenta de que
aquello fue algo histórico y esa percepción procede de la perspectiva que te da
el tiempo. Aquel presente, que ahora es pasado, fue realmente importante, pero
eso lo descubrimos ahora.
¿Los
jóvenes de hoy ven en Cataluña y Euskadi los mismos peligros de secesión que la
gente mayor?
Creo que en las generaciones
digamos jóvenes, los que tienen entre 20 y 35 años, la cuestión catalana entra
dentro de sus preocupaciones de un modo muy limitado, porque lo que les
preocupa es que su vida ha dejado de tener perspectivas desde su punto de vista
personal y profesional y están preocupados por problemas más inmediatos. Ellos
se consideran ciudadanos más globales, las distancias se han acortado, viajan y
lo que les agobia es verse frustrados en sus proyectos. Eso les lleva a emigrar
o a engrosar la bolsa de personas indignadas, ciudadanos molestos con lo que
ocurre en el sistema democrático.
El
libro está dividido en cinco bloques. El primero de ellos aborda la corrupción
y la pregunta surge sola: los propios políticos se definen como personas con
vocación de servicio a los demás, ¿por qué se corrompen con tanta facilidad?
Sin duda porque existen
factores endógenos del sistema que ayudan a que esto suceda. Ahora menos, pero
en los años de bonanza corromperse era hacer lo mismo que hacían otros, sin
tener sentido de impunidad: no me va a pasar nada porque esto también lo hace
aquel, el otro y el de más allá. De ahí procede la teoría de la banalidad del
mal: si uno roba, practica nepotismo o utiliza una tarjeta opaca y no le pasa
nada, no debe ser muy grave. Yo puedo obrar igual y tampoco me ocurrirá nada.
Ha faltado reproche social y auto percepción de recta conciencia moral.
A
causa de la corrupción, cuando nace una nueva hornada de políticos todo el
mundo desconfía sistemáticamente. Eso es muy grave a mi entender.
Es muy grave, por supuesto,
pero hay motivos para explicar ese fenómeno. Un ejemplo: los políticos pueden viajar
donde quieran, sin control y a costa del erario público. Ese es un factor
potente de corrupción, porque el sistema le está diciendo que viaje cuantas
veces desee ya que nadie le va a pedir explicaciones y solo puede reprenderle
su propia conciencia. Y cuando dejamos a la conciencia de los políticos la
capacidad de juzgar si lo que ellos hacen es bueno o malo, el sistema falla por
su base.
Otro
de los bloques de ‘Mañana será tarde’ trata del terrorismo. Si hablamos de ETA,
¿el papel desempeñado por la Iglesia en su nacimiento ha sido suficientemente
analizado?
Analizado sí lo ha sido. En
el libro hablo de la complicidad directa e indirecta de la Iglesia con la
aparición de ETA y, en todo caso, la lenidad y toda suerte de paliativas con
los que el clero ha tratado este asunto. Pero el problema más acuciante es que
la Iglesia Vasca aún no ha pedido perdón, cosa que sí hizo el lehendakari. Hace
falta que la jerarquía eclesiástica, igual que ha pedido perdón por otras
cosas, lo pida por amparo y acogimiento al terrorismo. Mientras no lo haga, la
Iglesia Vasca soporta encima un baldón impresionante.
Pasamos
al nacionalismo, otro aspecto que aborda el libro: ¿los nacionalismos vascos,
catalán y español, se necesitan, se retroalimentan mutuamente?
Los nacionalismos vasco y
catalán son distintos. Sus inicios y coyuntura actual son completamente
diferentes. El nacionalismo español, si existe, debe ser muy débil porque yo
apenas lo percibo. Creo que es una creación efímera de los nacionalismos vasco
y catalán que necesitan proclamar que existe un nacionalismo español. Pero,
¿cómo va a existir si cuando suena el himno nacional en el Camp Nou se escucha
una pitada tremenda y después no ocurre nada? En Francia, en tiempos de Chirac, sucedió lo
mismo en un partido en el que abuchearon La Marsellesa y donde jugaba un equipo
corso. El presidente francés entonces abandonó el campo. A pesar de la crisis
que hemos padecido, en España no existe representación parlamentaria para un
partido similar a la Liga Norte italiana o al partido de Le Pen en Francia. Me
parece que el nacionalismo español es una arquitectura creada por los
nacionalismos periféricos.
¿El
nacionalismo, como concepto político, ha de ser de derechas siempre?
No sé si el nacionalismo es
de derechas, aunque se aproxima bastante a serlo. Tengo claro que es un
movimiento fundamentalmente burgués, porque los elementos identitarios son
burgueses y de clase social media, una clase controladora de sus entornos
territoriales.
Pasemos
ahora a la Monarquía. ¿El rey Juan Carlos I ha reinado durante demasiado
tiempo?
Sí, sin duda, ha reinado
sobre todo de una manera desregulada, sin un estatuto de la corona que le
pautase su propio comportamiento. Yo dividiría sus 40 años de reinados en dos
periodos de 20 años y en los segundos 20, el rey se desreguló desde el punto de
vista personal, familiar e institucional. El deterioro fue notable y la corona
cayó en picado a partir del conocimiento de algunas prácticas y comportamientos
del monarca, que ya se venían barruntando en la sociedad española.
¿Costó
mucho trabajo convencerle para que abdicara?
Sí, al rey le costó
muchísimo abdicar. En el libro aparece una expresión del Jefe de la Casa Real
que es paradigmática: «Al rey hay que hacerle un trabajo psicológico». La
posibilidad de abdicación se le planteó a principios de 2013 y él no estaba
convencido de que no pudiera remontar sus propios hándicaps y respondió que no.
Dio su brazo a torcer cuando se dio cuenta de su propio desmoronamiento y se
convenció de que no podía remontar. Eso ocurrió en la Pascual Militar de 2014.
En ese momento vio que, efectivamente, su única salida era la opción
abdicatoria.
La
última por hoy: ¿queda esperanza para los españoles de superar todo lo que nos
viene ocurriendo?
Sí, sin duda. El título de
‘Mañana será tarde’ no es más que un aviso. Puse ese título inspirándome en un
pecio de Rafael Sánchez Ferlosio, quien afirma que, cuando se dice que el
tiempo lo cura todo, en realidad estamos diciendo que el tiempo todo lo
traiciona. De ahí deduje que, si aplazamos y no plantamos cara a los problemas,
puede ser tarde y entonces surgió esa frase redonda del mañana puede ser tarde,
que enlazaba perfectamente con la de Sánchez Ferlosio.
Herme Cerezo
SOBRE JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS
José Antonio Zarzalejos (Bilbao, 1954) es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y periodista. Fue letrado de la Diputación Foral de Vizcaya de 1978 a 1989, cargo que compaginó con el ejercicio del periodismo de opinión en El Correo Español-El Pueblo Vasco, del que posteriormente fue director adjunto y director. En 1998, fue nombrado director editorial del Grupo Correo y ejerció como director de Abc desde 1999 a 2004, cuando pasó a ocupar la secretaría general de la compañía para regresar a la dirección de Abc desde 2005 a 2008. Tras abandonar el diario, desempeñó la dirección general de España de la consultoría de comunicación Llorente&Cuenca, S.L... En la actualidad colabora con los periódicos La Vanguardia, El Confidencial.com y la Cadena Ser. Ha sido galardonado con el Premio de la Federación de Asociaciones de Prensa de España, el Godó de periodismo, el Luca de Tena, el Mariano de Cavia, el Rodríguez Santamaría y el Francisco Cerecedo, entre otros. En 2004 fue condecorado por el gobierno francés con la Orden de la Legión de Honor. Hasta el día de hoy ha publicado cuatro libros: ‘País Vasco, crónicas de un analista político’, ‘Contra la secesión vasca’, ‘La destitución. Historia de un periodismo imposible’ y ‘La sonrisa de Julia Roberts. Zapatero y su época’.
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