Al término de un mitin de Aurelio
Ruiz, candidato del PMC (Partido Monárquico Conservador) a las próximas
elecciones generales, Leonarda Parda, una mujer sin escrúpulos y con mucha
iniciativa, embarca al político en un disparatado viaje que los llevará a
atentar contra la mezquita catedral de Córdoba y a recorrer media España con la
Policía Nacional a sus espaldas. Jubilados intrépidos, guardias de seguridad y
gente del hampa les ayudarán a salir airosos de un secuestro que, en realidad,
encubre un sacrílego robo y la eterna pugna por el poder. Estos son los
parámetros bajo los que se mueve la novela ‘Un secuestro raro’ de Tania
Padilla, editado por Algaida, una sátira político-social que, en clave
humorística, da un repaso a los principales temas de la actualidad española:
corrupción, nuevas formaciones políticas, el yihadismo… Con esta obra, la
escritora cordobesa ha conquistado el Premio Logroño de Novela para Jóvenes
Escritores.
Tania, en tu caso, ganar el Premio Logroño de Novela para Jóvenes
Escritores ¿ha significado llegar y besar el santo?
Bueno, en cierta manera, aunque
llevo muchos años participando en concursos sin besarlo [risas]. Ha sido una
sorpresa. Fui finalista en el Ateneo de Sevilla y ahora ha habido suerte. El
Premio Logroño me gusta mucho porque es un concurso pensado para escritores jóvenes
y, además, me permite estar en una editorial como Algaida, que distribuye muy
bien y eso es importante, porque significa que mucha gente podrá leerme.
¿Y qué nació primero: el título, ‘Un secuestro raro’, o la novela?
Nació primero la novela, porque
el título surgió después, de hecho tuvo varios títulos antes. Éste se me
ocurrió porque la palabra raro suena a irrisorio, mientras que extraño,
referido a algo que se sale de lo normal, parece como más serio.
Fuiste becada en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores y no
eres la primera escritora que, tras pasar por allí, consigue publicar y ganar
premios, ¿qué se aprende en la Fundación?
Creo que el éxito principal
radica en la selección de artistas, porque la Fundación se ha convertido en una
buena cantera de autores. El año que permaneces allí, con el intercambio de
experiencias entre pintores, escritores y otros artistas que conlleva, es
fundamental e inolvidable. Precisamente, ‘Un secuestro raro’ se me ocurrió en
la Fundación hace doce años. Escribí un borrador, pero lo aparqué. No hace
mucho tiempo lo revisé y le di su forma actual. Tomé la decisión de sacarlo a
la luz, tras comprobar que planteaba temas que, por suerte o por desgracia, están
plenamente vigentes desde el punto de vista de la actualidad. Ha habido un poco
de vaticinio en esto.
‘Un secuestro raro’ trata la realidad política, pero ¿es también una
novela ideologizada?
He concebido la novela como algo
exento de ideología. Aquí no salen bien paradas ni la derecha ni la izquierda. Es
una historia pensada para entretener, sin referencias explícitas hacia ningún
partido político y si, además, el lector reflexiona, mejor. Mi crítica va
dirigida hacia el género humano, una cuestión que está presente en todas mis
novelas. Me interesa la naturaleza humana, no la política. En ese
distanciamiento de la política radica el punto de vista de la obra.
«La estupidez siempre insiste» es una cita de Camus, que encontramos al
comienzo del libro.
[Risas] Los personajes de la
novela son bobos, pero poco a poco normalizan su situación. Cometen una
tontería tras otra y se meten en muchos líos y problemas, pero el objetivo es
que todo ello sirva de metáfora de nuestros fracasos diarios, porque la vida es
así. Si no funcionáramos de este modo, los seres humanos nos aburriríamos, así
que no nos queda otra. Es la magia de la vida y la cita de Camus preside
nuestros actos.
Pero tras ‘Un secuestro raro’ sí se esconde un cierto nihilismo, ¿no?
Sí, la propia cita de Camus
también es una muestra de ello. No llegar a ningún camino, es una idea que
siempre ha estado presente durante la escritura, ha sido como mi background. Proclamo que todo es un
disparate, un absurdo, pero no propongo ningún plan alternativo. Sin embargo,
pienso que desde el humor todo se hace más agradable, incluso esa falta de
sentido. Me burlo de los grandes proyectos del ser humano porque creo que están
vacíos. Acabar con el hambre o con la mafia no es posible, siempre existirán
contrapoderes que lo impidan. Las grandes conquistas están condenadas al
fracaso, me interesa el día a día, la individualidad… El mío no es un nihilismo
insano.
La primera escena nos sitúa en un mitin político donde se suceden
situaciones provocadas y orquestadas por el propio candidato. ¿Los mítines
reales son auténticas obras de teatro, no hay espacio para la espontaneidad?
Los mítines tienen algo de
catarsis colectiva y están cargados de movimientos exagerados. No hay más que fijarse,
por ejemplo, en el mitin de Córdoba donde se encontraron Anguita y Pablo
Iglesias. En Andalucía estos actos se llenan de banderitas y se hace sonar
flamenco. El de mi novela es de ficción, pero está basado en la puesta en
escena de los mítines reales. Es un teatro sobre otro teatro.
El ficticio Partido Monárquico Conservador incluye rebajar impuestos y
aumentar la seguridad en su programa electoral, ¿dónde he oído eso antes?
El programa del Partido
Monárquico se parece al del PP real. Es un programa conservador, pero la novela
cuenta la historia de un tipo que comienza en el PP y acaba militando en
Ciudadanos, porque la derecha ya no está de moda y lo que priva es el centro.
Los de derechas se quitan las corbatas y los de izquierdas se arreglan un poco
más, porque ahora todos quieren ser de centro porque ahí es donde está lo
bueno. Lo que creo es que una persona no puede ser de centro puro, es muy
difícil ser así.
¿Cuantas más mentiras hay en una novela, más verdad se torna desde el
punto de vista literario?
A ver, yo quería escribir una
novela que reflexionase sobre la realidad y la ficción. Por supuesto, la
ficción dice más verdad sobre nosotros mismos que la propia vida y en ese
sentido, escribir una novela tiene algo que decir, porque la frontera entre la
verdad y la mentira, entre la realidad y la ficción es muy débil. Si, además
como es el caso, el texto trata de un viaje, se convierte en una experiencia
transformadora.
Para narrar has escogido la 3ª persona, ¿por qué?
Creo que el narrador necesita
distanciarse un poco para conectar mejor la historia y las vivencias de los
personajes con el público. Si fuese un descerebrado, como los protagonistas, el
lector no entraría con facilidad en la historia. El narrador simpatiza con los
personajes, es amable con ellos y a la vez con el lector, con lo cual se
convierte en un elemento «pontificio» entre unos y otros. Si no existiera esa
voz-puente al lector le costaría creer lo que le cuentan esos tipos
caricaturizados.
Esta clara la importancia de la ironía y el humor en tu novela, ¿el
humor puede ser utilizado como una herramienta de análisis social?
Yo reclamo el papel importante
del humor en la escritura. Es una herramienta muy importante para subrayar
determinados aspectos narrativos. Dentro de la literatura española hay muy poco
humor. Somos muy serios. En Inglaterra, desde Wilde a Chesterton, existe una
tradición de autores humorísticos que, aunque solo sea como sustrato irónico, en
España encontramos únicamente en la novela picaresca y un poco en Valle-Inclán,
a pesar de que su humor sea muy sórdido.
¿En literatura es más difícil conseguir que el lector ría en lugar de
que llore?
Sí, ése es uno de los problemas.
Es muy difícil hacer reír y, si no lo consigues, lo tomas como un fracaso. Y no
se trata de eso. Más que en el humor la dificultad y la complejidad radica en
la ironía, en situar al lector delante de un espejo que le haga cuestionarse
sus propias debilidades, sus propios puntos flacos.
‘Un secuestro raro’ también tiene algo de esperpento.
Sí, es una novela muy
esperpéntica. He recurrido a la caricatura para señalar y deformar la realidad,
pero también he tratado de que los personajes no estén deshumanizados porque,
si el lector no se identifica y no se ve reflejado en ellos, no sirve para
nada.
Otro aspecto relevante de la obra es la cuestión de la coexistencia
cultural, en este caso referido a los musulmanes.
Es un tema muy actual. En
Andalucía convivimos más con este problema y Córdoba, mi ciudad, es un lugar
clave en ello. La titularidad de la mezquita se está viviendo como un drama. El
edificio es de titularidad cristiana, pero los musulmanes la reclaman para
ellos y, de vez en cuando, entran allí para orar. La mezquita simboliza la
ruptura cultural y sobrecoge observar a los miembros de la Policía Nacional
patrullando con subfusiles por la zona, vigilando continuamente, parece que
estén recordándote que aquello es una fuente constante de peligro. Por suerte o
por desgracia, en algún momento tendremos que hacer frente a ese radicalismo.
¿Tienes ya algún nuevo proyecto literario en mente?
La novela que he terminado hace
poco no tiene nada que ver con ésta, habla de la investigación de una trama
política. Está presente también el humor, pero la sátira y la distorsión no
aparecen, las necesitaba para contar ‘Un secuestro raro’ y no para esta otra
historia.
Acabamos con una pregunta que en muchas de mis entrevistas suele ser la
primera: ¿qué significa para ti escribir?
Escribir significa algo muy parecido
a la vida. No es un trabajo, es una actitud vital. Para mí es como un paradigma.
Vivo instalada en la literatura, es mi manera de mirar las cosas. Día a día voy
pensando en palabras y viendo el potencial de cada cosa que me ocurre para una
posible escena. Después lo fagocito, lo regurgito y de ahí surge algo. La
escritura constituye mi bagaje, porque yo siempre voy con mi novela a cuestas.
Herme Cerezo
SOBRE TANIA PADILLA
Natural de Córdoba (1985), Tania Padilla es licenciada en Filología Hispánica, y actualmente realiza un doctorado en literatura española. En 2004-2005 disfrutó de una beca en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores. Ha impartido talleres de escritura creativa y ha publicado artículos de investigación, cuentos y poemas en revistas y antologías de ámbito nacional. En 2013 apareció su primera novela, ‘Nosocomio: el diamante negro’.
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