«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 1 de octubre de 2020

Juan Ramón Biedma, ganador XXI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones: «En general, mis personajes son gente poco atractiva, que cultiva el mal»

 

Nº 607.- Sevilla. Las Tres Mil Viviendas. Uno de los suburbios más peligrosos de Europa. Por las puertas de un templo evangélico, acordonado por los antidisturbios, salen los trabajadores del instituto anatómico forense empujando el cuerpo, mutilado y torturado, de una mujer. La inspectora Perpetua Carrizo se interna en el barrio para desentrañar el asesinato. El abogado Set Santiago, tras pasar cinco años a la sombra, sobrevive como puede en el turno de oficio y efectúa cobros para un prestamista. Él será el encargado de la defensa del presunto asesino. En su trabajo se tropieza con Sacramento, la abogada que ejerce la Acusación Popular. Tras esta propuesta inicial, durante seis días, se desencadena una investigación policial preñada de sobresaltos y nuevos descubrimientos. Aquí nadie es lo que parece y, en el fondo, Las Tres Mil Viviendas sevillanas y todo lo que sucede en Ciudad Juárez guardan una innegable similitud. Con este argumento, el escritor Juan Ramón Biedma armó ‘El sonido de tu cabello’, una novela publicada por Alianza Editorial, que respira género negro, pero también fantástico y gótico, y con la que el escritor sevillano ganó el XXI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones. Desde la distancia impuesta por la postpandemia, la nueva realidad en la que dicen que vivimos, entre Sevilla y València entablamos una conversación sobre su novela, en la que también se mezclaron otras cuestiones literarias. A la 1.30 p.m., el rec de la grabadora comenzó a registrar palabras. Mientras, septiembre apuraba sus últimas horas.

Juan Ramón, en primer lugar, enhorabuena por el premio. Que una novela de género negro, gótico o fantástico gane un premio literario generalista parece una buena señal, ¿no?

Muchas gracias. Sí, es muy importante. Cuando hablo sobre esto, siempre digo que, hasta hace poco tiempo, los premios considerados como muy literarios estaban vedados para los autores de género. Este derrumbamiento de fronteras entre sectores literarios, que se ha producido últimamente, me parece muy importante y demuestra que la literatura se puede dar en cualquier contexto narrativo.

¿Qué significa la escritura para ti?

Bueno, es difícil responder a eso porque es algo que he hecho desde siempre. Nunca quise ser otra cosa que escritor. No me he formado intelectual y académicamente para nada más. Incluso mis experiencias personales me han ayudado también en ello y, aunque en largos periodos  he tenido que vivir de otras actividades, lo único que tenía en mi horizonte era ser escritor. Por lo tanto, sin el hecho de considerarme como tal no me entendería a mí mismo.

¿Cómo te cruzas tú con la historia que da pie a ‘El sonido de tu cabello’? 

No te puedo decir que haya un núcleo a partir del que aparece la novela. Yo funciono más bien con una conjunción de ideas, de escenarios, de intenciones… En este caso tenía claro que era el momento de escribir una novela más estrictamente policiaca que las que había escrito hasta ese momento. Quería recoger en ella algunas de las lacras que ocurrían en mi mundo de entonces. Tenía presentes las Tres Mil Viviendas que, de forma latente, me pedían una novela, igual que Ciudad Juárez, sin olvidar que Set Santiago, un personaje recurrente para mí, quería aparecer de nuevo en una historia… La mezcla de todas esas cosas fue lo que dio paso a ‘El sonido de tu cabello’.

La narración transcurre en tan solo seis días, del 1 al 6 de noviembre de 2017, excepto algún tramo anterior en Ciudad Juárez, ¿tiene algún significado especial para ti esa semana en concreto? 

No, no tienen ninguna significación. Mis novelas suelen transcurrir en otoño e invierno, las épocas del año en las que quizá me encuentro más lúcido, desde luego mucho más que en el verano. Y si me ocurre a mí, espero que a los personajes les pase lo mismo. Por otra parte, suelo encerrar las novelas en paréntesis de tiempo más o menos limitado, lo que me ayuda a forzar el ritmo, algo muy importante para mí, y poco más. También coincidió en que era el momento en que empecé a escribir las primeras páginas y de ahí surgió todo.
 

En la novela has tratado de establecer un cierto paralelismo entre el barrio sevillano de Las Tres Mil Viviendas y Ciudad Juárez, ¿realmente se parecen en algo? 

Al principio lo que había en ambos lugares era sobre todo violencia machista. Pero por uno de esos fenómenos que ocurren cuando un escritor empieza a investigar y documentarse, fui descubriendo muchas más similitudes y caí en la cuenta de otras cosas, como por ejemplo que ambas zonas eran lugares absolutamente fronterizos. Ciudad Juárez, porque está cerca de la frontera y Las Tres Mil Viviendas, porque es una ciudad dentro de la ciudad. Descubrí también, porque eso fue un descubrimiento, que Ciudad Juárez y Sevilla tenían guetos en común y que compartían otros aspectos como la economía sumergida, la pobreza y la incultura, con lo que había muchos lazos que las unían.

Dentro de esa amalgama de géneros que es ‘El sonido de tu cabello’, entre otras cosas por sus páginas desfilan un siniestro autobús discoteca y un hospital clandestino, lo que otorga un sabor especial a la capital andaluza. ¿Con tu literatura retratas una Sevilla a tu medida?

Eso constituye la Sevilla menos realista. De alguna manera intento dar una imagen o un significado de lo que es la Sevilla más profunda a través del testimonio que aparece en la novela. Es evidente que no hay ningún hospital clandestino, pero su presencia nos proporciona una idea muy clara de que existe una población que ni siquiera se atreve a ir a los hospitales, ni a tramitar ningún tipo de subsidio, porque vive al margen de todo. En un momento dado, este tipo de personas serían usuarios ideales para un hospital de esta clase. Gracias a unos amigos sanitarios, que han trabajado en emergencias y ciudades del Tercer Mundo, me fui asesorando y pude describir cómo sería un hospital de campaña, de medicina de guerra, en medio de una ciudad.

El otro día y en el ABC Cultural, José Ángel Juristo definía a tus personajes como «variados y de una sola pieza», ¿de dónde los sacas? 

No hay ningún personaje extraído de la realidad directamente. Imagino que todos proceden de esa otra realidad que empieza en el propio autor y termina en su entorno, en la gente que conoce. El trabajo del escritor es construir personajes que sean articulados por un lado y que, por otro, funcionen como tales para que el lector, por extravagantes que resulten, pueda creérselos. Continuamente, voy tomando apuntes del natural e intento que no se me pase nada que pueda resultar remotamente novelesco.

Seguimos con los personajes. Perpetua Carrizo es una inspectora que afirma de sí misma que «llevo un montón de años siendo yo y no termino de enterarme»; Set Santiago es un picapleitos, que acaba de pasar cinco años en el talego; Luisa Orujo, una mujer vengativa y perversa, pero sobre todo maltratada por la vida; Mento, otra abogada, Carlota Díaz, la piromántica… Podría seguir citando personajes, pero no hace falta. ¿‘El sonido de tu cabello’ es una novela coral?

Organizo mis novelas como un dispositivo con varias historias y todavía me gustaría incluir más, pero no me atrevo a hacerlo para no poner al lector las cosas más difíciles de la cuenta. Si tuviera que denominarla, diría que se trata de una novela coral, pero para mí es muy natural que haya cuatro o cinco personajes, que cada uno lleve el peso de su propia trama y que establezcan nexos entre sí. De otro modo, es muy difícil que resulten asequibles al lector. Ten en cuenta que, en general, mis personajes son gente poco atractiva, que cultiva el mal y para que el lector termine conectando con ese tipo de gente tan opuesta a él, necesita espacio y tiempo para desarrollar sus propias historias.

El ritmo narrativo es rápido. De una situación se pasa pronto a la otra. Y los diálogos son muy importantes en esto. ¿Esa rapidez de estilo es fruto de tu temperamento como escritor o es una técnica para fidelizar al lector? 

Creo que es algo consustancial a mi manera de escribir y que procede de mis referencias como lector. Desde el principio y también de forma casi natural, intenté que las cosas fluyeran a un ritmo importante, a veces casi frenético. Empecé a eliminar de mis textos todo lo que consideraba superfluo para centrar la novela. Incluso traté de liberar al lector de todo aquello que no había conseguido escribir con la suficiente brillantez o calidad, de acuerdo con mis propias exigencias. En definitiva, he suprimido todo lo que yo me exijo a mí mismo a nivel de excelencia narrativa. Por supuesto que eso no tiene porqué coincidir con las preferencias de la gente, pero yo mido mis obras de manera continua para evitar que resulten uno de esos compendios de banalidades que encuentro en otros libros.

A ese dinamismo contribuyen de manera notable los diálogos de la novela, muy jugosos siempre. Bastantes de ellos comienzan con tres puntos suspensivos …, ¿por qué ese interés en dibujar el silencio? 


Eso es algo habitual en mis novelas. Por supuesto no lo he inventado yo, pero es cierto que lo utilizo muy a menudo. Me ha costado múltiples discusiones con correctores de estilo de distintas editoriales, a los que habitualmente no suele gustarles mucho y a mí me parece muy importante. El silencio, en general, cuando sabes utilizarlo y no solo me refiero a la literatura, es algo que resulta muy expresivo. Tiene un gran valor y una de las pocas maneras que tienes para reflejarlo en una novela es a través de esos puntos suspensivos.

El humor está presente en ‘El sonido de tu cabello’, ¿qué papel desempeña el humor en tu novela? 

Sí, suele aparecer en casi todas mis novelas también. Es un humor que raya en el sarcasmo, muy negro, marca de la casa. Intento escribir para un lector que, más o menos, comprende mi forma de hablar y expresarme y creo que es algo absolutamente natural. Todos intercalamos puntos de humor dentro de nuestras conversaciones, de nuestras narraciones orales y si es así cuando hablamos, no tiene porqué ser de otra manera en las novelas. Lo que sí tengo claro es que no tengo ninguna intención de usar el humor para descargar la tensión de la narración. El humor surge cuando tiene que surgir. Si aparece y le encuentro el punto afilado que a mí me interesa, lo incluyo y si no surge, simplemente no está.
   

En la novela el amor tiene un hueco reservado. ¿En ese mundo negro del suburbio, de la prostitución, de la explotación, de la droga y del asesinato cómo es el amor? 

En este caso, hay una historia de amor que es de las más potentes que yo he escrito nunca, la de Set Santiago y Mento, cuyo desenlace no vamos a desvelar. Es una historia cargada del romanticismo de personas de cuarenta años, que ve oportunidades perdidas por causas ajenas a la pareja. Pienso que, de alguna manera, refleja bien el tipo de historias finalmente frustradas que vemos con frecuencia a nuestro alrededor.
 

Un escenario de la novela es un sex-shop, un tipo de tiendas plenamente integradas en el comercio urbano. ¿Han perdido el encanto que tenían hace años cuando solo “se toleraban”?

Claro que sí, en general cualquier tipo de institución o entidad que ha sido absorbida por el sistema pierde ese encanto. Recuerdo uno de los primeros que hubo en Sevilla, un lugar oscuro, clandestino… Las cosas han cambiado tanto que hace poco visité un sex shop y, mientras las madres compraban productos en la tienda, sus niños jugaban sentados en el suelo. El que yo pinto en la novela, de alguna manera participa de la estética mexicana que tanto me gusta, un punto estridente. Le he colocado elementos casi fantásticos para extraerlo un poco de la rutina habitual.

Cambiamos de tema. Por algún lado he leído que, cuando te preguntan por tus preferencias lectoras, siempre destacas a Ross Macdonald, en tu opinión, ¿qué diferencia a Macdonald de otros autores? 

Para mí Macdonald está en lo más alto. Su detective, Lew Archer, es como los que nos gustaban antes, los de verdad, alguien que pateaba las calles y pasaba de un ambiente a otro y que, al mismo tiempo, era psicoanalista. Muchos casos lograba resolverlos a través del pasado de los personajes, mediante interrogatorios y charlas. Siempre me fascinó porque resultaba menos encorsetado que otros detectives. Se acostaba con mujeres y, si tropezaba con un tipo que presentaba una cierta ambigüedad entre el bien y el mal, no trataba de justificarlo, sino de razonar sobre ello. Tampoco podemos olvidar que Ross Macdonald escribía muy bien y tenía una prosa admirable, algo que no siempre recordamos y que para mí le hace estar en la cumbre.
 

Terminamos por hoy: ¿trabajas ya en algún nuevo proyecto literario? 

Estoy con una novela histórica que ya tengo más o menos avanzada y que transcurre en Sevilla durante el año 1936. La comencé antes de iniciar la pandemia y, de alguna manera, me ha ayudado a adaptarme y a evadirme literariamente de todo lo que está ocurriendo. Así que ando sumido en la Guerra Civil, en la retaguardia, una época de terror, un momento histórico que creo que no se ha contado suficientemente en la literatura.

Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 1 de octubre de 2020