Mercedes Castro, natural de El Ferrol, escritora intemporal (su fecha de nacimiento no figura en la solapa del libro), al terminar la carrera de Derecho pasó unos años trabajando en el sector editorial, en el que desarrolló multitud de funciones y del que conserva un grato recuerdo. Ella, Mercedes, lo guardaba en secreto, pero desde bien joven escribía: relatos cortos, poesía... hasta que se planteó el reto de publicar una novela que le había ocupado los últimos nueve años de su vida. Rechazando cualquier posible favoritismo, decidió enviarla "a pelo", como ella misma dice, y la novela comenzó su calvario editorial como una ópera prima más. Transcurridos varios meses, recibió respuesta afirmativa a su envío.
Recién publicada por Alfaguara, las palabras todavía danzan húmedas por el papel, ‘Y punto’ es el resultado de aquel peregrinaje. Y ahora comienza su otro periplo, el de la opinión pública, el de críticos y lectores, el definitivo.
‘Y punto’ es una novela aparentemente policiaca, donde la escritora gallega analiza la vida laboral de una subinspectora del cuerpo nacional de policía, que trabaja rodeada de hombres. La realidad es férrea y Clara Deza, a la vez fuerte y frágil, se debatirá entre la dureza con que debe afrontar la calle cada día y la sensibilidad que toda mujer, que toda persona, esconde en su vida personal, en sus adentros más recónditos.Si hay algún rasgo que caracteriza a esta novela es la intensidad con que está escrita. ‘Y punto’ es un libro que cuesta de coger pero que todavía cuesta más de soltar. El ritmo narrativo es tal que, cuando lo cierras para echar una siesta, cenar o ver la televisión, lo echas de menos. ‘Y punto’ es una buena excusa para poner en práctica el viejo aforismo del "apague y lea".
Mercedes Castro mezcla narración y pensamiento, tercera persona y primera persona, sin transiciones ni anestesia, directamente. Lo que requiere del lector una buena dosis de concentración, estado que se alcanza con suma facilidad por la frescura, descaro e ironía con que ‘Y punto’ está escrito. Por cierto, y con esto acabo, la escritora ferrolana ha descubierto (y explotado) con notable rendimiento en su prosa el uso de la conjunción y a principio de párrafo (en el título, por ejemplo), algo que ya experimentó en su momento, con igual éxito, el portugués Lobo Antunes.Y no les digo más.
Comenzamos a hablar con Mercedes Castro acerca de su novela.Y de algunas otras cosas.
Mercedes, ¿cómo se te ocurrió saltar la barrera y pasar de editora a escritora?
Es a la inversa, yo escribía desde antes, desde siempre, desde pequeña con mis concursos juveniles y demás. ‘Y punto’ comencé a escribirla en mi último año de carrera. Al acabar Derecho, pensé en buscar un trabajo que cuadrase con lo que a mí me gustaría hacer y encontré uno donde me pagaban por leer. Muchos escritores y agentes literarios no sabían que yo escribía y ahora mismo están muy sorprendidos.
¿Eras dura con los escritores?
Para nada, para nada, siempre me he llevado fenomenalmente con ellos. Lo que ocurre es que yo les he dado caña porque, en un momento dado, los autores necesitan que alguien les ponga las pilas. A los escritores cuando más famosos son, más se les miente.
Una curiosidad: ¿quién corrigió tu novela?
Mi pareja, que es corrector de estilo y que actuaba de látigo permanente. Y ya en Alfaguara, una editora muy buena y entusiasta.
¿Y sigues con tu quehacer editorial?
No, ya no, porque mi vida ha dado muchas vueltas últimamente. He tenido una niña y estoy volcada en las dos criaturas que parí en el año 2007: mi hija y la novela.
¿Cuál es tu momento para escribir?
‘Y punto’ está escrita de noche, en vacaciones, en horas robadas al sueño porque yo trabajaba y tenía mi vida organizada. Es una novela de desvelos.
Al publicar, ¿no has sentido el miedo de desnudarte ante el público?
En mi blog ‘Y punto’ digo que me he hecho el harakiri, que me he abierto las tripas para enseñarlas y para que, si alguien las admira, que las compre. Lo que ocurre es que la gente piensa que yo soy Clara Deza, la protagonista, y hacen la comparación obvia. Pero esto no es así, porque mis tripas y mis pensamientos están repartidos en muchos otros personajes y no en Clara. El único personaje real de la novela es mi gata. Ella es auténtica al cien por cien. Los gatos son, no se pueden inventar.
¿Son parientes Cara Deza y Jacobo Deza, el protagonista de ‘Tu rostro mañana’, la última obra de Javier Marías?
No, Clara Deza es hija de Clara Aldán y Carlos Deza y tiene que ver con ‘Los Gozos y las Sombras’ de Torrente Ballester. Es ahí donde está mi homenaje a este escritor que, además, es de El Ferrol como yo. Él había dado clase en el Instituto donde yo estudié y venía de vez en cuando a dar charlas. A los quince años leí su gran novela y me dije que yo también quería escribir una así. Creo que soy escritora por emulación y porque adoro leer.
También has escrito relatos cortos, ¿en qué distancia te encuentras más cómoda?
Creo que todo depende de la historia que quieras contar, porque también he escrito poemas y me he sentido bien. Lo que ocurre es que en un momento determinado quise contar una historia larga que me ha ocupado seiscientas páginas.
¿Has roto mucho?
No me he cargado muchas páginas, pero he pulido intensamente cada capítulo. Mi sistema de trabajo se basa en reducir al máximo el número de palabras que empleo.
¿Qué tiene tu novela que no tengan otras?
Cuesta ponerse a leer ‘Y punto’, pero cuando estás en plena lectura, cuesta mucho más cerrar la tapa, es absorbente.
Sé que el primer capítulo es una apuesta arriesgada y que la voz de Clara puede resultar absorbente. Pero también sé que ‘Y punto’ es un soplo de aire fresco, algo muy original con relación a lo que se escribe por ahí. La novela me ha salido algo caprichosa, porque en ella he metido ciertas digresiones que he querido contar aunque no suela hacerse. Ya sé que el mercado funciona así, pero yo me he querido saltar esas normas. Y no ha sido por chulería, repito: si sale bien, bien y si no, pues también. Necesitaba asumir estos riesgos y que la protagonista fuera atípica y no porque yo sea mejor que nadie o para impresionar. Es un punto de vista más naíf, como cuando un niño se pone a pintar una pared y, de repente, dice ¿qué hago yo pintando aquí? Tenía concebida la historia de ese modo y así la he escrito.
La estructura de ‘thriller’ es algo accidental, ‘Y punto’ tiene otras lecturas intrínsecas ¿no?
En efecto, mi novela es un análisis bastante crítico de la sociedad. Hay mucha crítica social, me interesaba particularmente este aspecto. Si yo hiciera una novela en la que ningún jefe llamase "chata" a Clara Deza, no sería una novela realista sino utópica. En España, desengañémonos, todavía hay hombres que siguen ladrando o jadeando delante de una mujer, aunque no todos son igual. También hay buenos tíos y cada pendeja que no veas.
¿Cómo has conseguido mantener la intensidad a lo largo de todo el libro?
He intentado que el final no desmerezca el principio. Como editora aprendí mucho sobre el estilo y la técnica, pero vi también muchos originales que comenzaban fenomenal y que, de repente, perdían fuelle o, al revés, la narración iba bien y el autor, de golpe, se precipitaba, le entraba la prisa y acababa en un pispás. Eso me producía una desazón que no me gustaba y que he tratado de evitar en mi novela.
La portada es un poco ambigua, ¿no?
Me ofrecieron dieciocho o veinte portadas y me cargué todas menos dos. Quería una portada en blanco y negro, con una mujer a la que no se le viera bien la cara, porque yo no describo el rostro de Clara en mi novela. Quizá sea la causa de esa ambigüedad que dices.
Habiendo sido editora, has jugado a probar suerte. En un país como España, donde se editan 70.000 libros al año, ¿tan difícil es publicar?
Publicar es como ‘Operación Triunfo’. Las novelas atraviesan por un vía crucis que desespera a cualquiera. Mira, César Vidal acapara el cuatro por ciento de la publicación él solo. Con eso está dicho todo. En mis varios años de trabajo editorial, sólo conseguí publicar un original espontáneo. Mi pareja leía mi novela y decía que estaba fenomenal, pero claro una no se puede fiar de la persona con quien se acuesta. Necesitaba una cura de objetividad y por eso la mandé a pelo a varias editoriales. Después de un tiempo, al final me respondieron tres. Y escogí una.
Pero ha valido la pena, porque el respaldo editorial está siendo bueno.
Es que a las novelas espontáneas que consiguen salir adelante, las editoriales las tratan con mimo y se vuelcan mucho con ellas.
Acabamos con la pregunta obligada, después de ‘Y punto’, ¿has vuelto a escribir?
He empezado otra novela para desengrasarme de Clara, en la que me he propuesto que la protagonista no diga ni un solo taco. A ver si lo consigo. Si clara es una heroína, esta nueva protagonista será una villana terrible, malvada, pérfida.
Y punto... final, claro.____________________