En el fenecido programa NEGRO SOBRE BLANCO, que presentaba Fernando Sánchez Dragó en la 2 de Televisión Española los domingos por la noche, le oí decir en una ocasión que los libros más importantes de su vida le habían costado menos de trescientas pesetas (fíjense si ha llovido desde entonces). El otro día, pateando las calles de Valencia, en una librería de esas que tienen de todo, libro nuevo y saldos, saltó a mis manos una novela policiaca: 'La luna de los asesinos' (Espasa Calpe, 2003), obra del escritor estadounidense DONALD E. WESTLAKE (Brooklyn 1933-2008), del que oí hablar en profundidad el pasado año en las jornadas del Mayo Negro Alicantino que organiza el escritor Mariano Sánchez Soler.Me quedé con la copla de lo que contaban sobre este autor, así que cuando mis neuronas me recordaron que la novela que, a poco más de dos euros, tenía a mi alcance era suya, no dudé en agenciármela.
Donald E. Westlake fue un escritor de género criminal de lo más prolífico, con una enorme producción. Tan extensa es su obra que, para poder publicarla y vencer las reticencias de sus editores, frecuentemente tuvo que recurrir a la utilización de numerosos seudónimos (Alan Marshal, Edwin West, Edwina West, Richard Sark, Samuel Holt, Curt Clark y alguno más).
Una buena parte de sus novelas está protagonizada por un ladrón con mala suerte, John Dormunder, y la otra por un asesino frío y profesional llamado Parker. Para entendernos, Parker es un malo que se desenvuelve entre malos, como ocurre en la 'La luna de los asesinos, la novela de los dos euros, lo cual le hace parecer menos malo y le permite transgredir la ley gozando de la completa impunidad (y complicidad me atrevo a decir) de los lectores.
Si tienen ocasión no se pierdan 'La Luna de los asesinos', máxime si la consiguen a ese precio u otro similar, en la que Parker trata de recobrar el botín de un golpe que había ocultado en la tranquila, eso parece al menos, y pequeña ciudad de Tyler, en el estado de Mississippi. Pero los dolares, 73.000 del ala, han desaparecido y Parker, ayudado por su compinche Grofield, se pone a buscarlos. Y no reparará en medios para lograr su objetivo. ¡Vaya que no! Lo dicho: si pueden no se la pierdan.
Herme Cerezo