Herme Cerezo/SIGLO XXI, 16/05/10.
Al final vamos a tener que pensar que realmente sí existe una escuela de novela negra o policial por tierras escandinavas. Lo que allá por los años setenta comenzaron, sin saberlo ni proponerlo, el matrimonio Sjowall y Wahloo ha alcanzado una continuidad y una madurez insospechadas. Aunque había varios autores, el primero que nos llamó la atención en el pentágono peninsular fue Henning Mankell con su entrañable (por humano) inspector Wallander (‘Asesinos sin rostro’, ‘Los perros de Riga’, ‘La quinta mujer’...). Luego llegaron otros, Leif Gw Persson, por ejemplo, hasta desembocar en la trilogía Millenium de Stieg Larson, ampliamente difundida entre el mundo de los lectores no sólo por las novelas, sino también por sus versiones cinematográficas, más o menos acertadas. Y ahora llaman a la puerta de los aficionados a este género o lo que es lo mismo, toman el sol en los escaparates de las librerías, los libros de un abogado sueco, de treinta y tres años, que ha defendido a algunos de los más conocidos criminales de su país y que, precisamente por eso, posee una visión bastante amplia, a la vez que concreta, sobre ese mundo negro, subterráneo, de pura cloaca, al que la gente prefiere no dirigir su mirada sino ignorarlo y fingir su inexistencia. Su nombre: Jens Lapidus (Estocolmo, 1974).
Lapidus también ha escrito un grupo de tres libros, parece obligado ya, que él mismo ha titulado la Trilogía Negra de Estocolmo. En España ya han aparecido los volúmenes 1 y 2 (‘Dinero fácil’ y ‘Nunca la jodas’) y, precisamente hoy, me voy a ocupar del primero de ellos, ‘Dinero fácil’.
‘Dinero fácil’ no es sino una historia de venganzas y ambiciones: la de un pequeño, pero experto traficante de coca (farla o farlopa en lenguaje de ambiente) de origen chileno, llamado Jorge, recientemente fugado de la cárcel de alta seguridad de Österaker; la de Mrado, hombre separado y con problemas por la custodia de su hija, uno de los generales del capo Rado, quien, al sentirse marginado por su jefe tratará, de suprimirlo; y, por último, la solemne aspiración de un muchacho, JW., que quiere ascender en el ranking social a toda costa, sin mirar los medios, y que busca a su hermana, Camilla, desaparecida unos años atrás.
Este, digamos, es el planteamiento de base. A partir de él, Lapidus disecciona los ambientes de los bajos fondos de Estocolmo, enfocados no únicamente bajo el punto de vista de las luchas entre bandas por repartirse el negocio o el territorio de operaciones, sino de algo más profundo: la organización del tráfico de coca, farla o farlopa, ya dije, la ocupación de mercados, la importación, el menudeo, etcétera. Desde este punto de vista, los traficantes se nos presentan como auténticos hombres de negocios que operan desde el subsuelo, revelándonos que, como decía el escritor Paul Elouard, “Hay otros mundos, pero están en este”. Mientras leemos las páginas de ‘Dinero fácil’, nos encontramos con ese submundo y sus relaciones con el otro, ese mundo que podríamos denominar “aparentemente real”. Y, en determinados momentos, los pelos se nos ponen de punta, pero no porque Lapidus sea especialmente escabroso en su escritura, sino por lo que cuenta. Hay violencia, sí, pero la justa. Y lo digo en serio. No encuentro aquí regodeo en la violencia, ni sangre gratuita, como sí que ocurre en otros libros de novela negra, escandinava o no.
El estilo Jens Lapidus en este ‘Dinero fácil’ se me antoja especialmente asequible para el lector medio. Cuando, antes de hincarle el diente, sopesamos el volumen encolado con sus más de seiscientas páginas, podemos echarnos a temblar, ya que particularmente creo que las buenas historias policiacas no deberían nunca de pasar las trescientas o las trescientas cincuenta páginas. De hecho la mayoría de las novelas de los grandes clásicos estadounidense, Hammet o Chandler, apenas si llegan a las trescientas, excepto algún caso puntual. Sin embargo y aquí es a donde quería llegar a parar, Lapidus combate la extensión de su relato de dos maneras: una, contándonos una historia, en tres escenarios simultáneos que se entrecruzan constantemente, un procedimiento verdaderamente útil y resultón aunque no sea novedoso; y dos, utilizando un lenguaje en el que destaca la economía de vocablos. Muchas veces una sola palabra sustituye a una oración completa de cinco o seis. Eso aumenta la ansiedad del lector por seguir adelante, simplifica y acelera la lectura. Como se ha escrito por ahí, Lapidus recuerda a James Ellroy en su escritura, lo que me parece que constituye una opinión bastante acertada por no decir abiertamente correcta, aunque creo que algunas situaciones/escenas se repiten innecesariamente, lo que incrementa de modo notable el número de páginas.
‘Dinero fácil’ no va a defraudar absolutamente a nadie que esté interesado en el género negro, especialmente si le gustan los fríos ambientes del Norte de Europa y, desde luego, después de tanta lectura nórdica, la imagen idealizada que teníamos de Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca, nunca podrá ser ya la misma. Siempre quedará en nuestra memoria el eco de sus cloacas sociales. Sucias, sórdidas, ignoradas ... Hasta ahora.
‘Dinero Fácil. Trilogía negra de Estocolmo I’ de Jens Lapidus. 617 páginas, tapa blanda, 11,95 euros. Punto de Lectura, marzo 2010.