Almudena Grandes llegó a Valencia el pasado día 26 de octubre directamente desde México. Todavía conservaba restos del cansancio producido por el vuelo y el cambio horario, pero en el momento de la verdad la fatiga no hizo acto de presencia y la escritora madrileña presentó su última obra, ‘Inés y la alegría’ con sobrada energía y entusiasmo. El representante de la editorial Tusquets, Juan Cerezo, se mostró muy satisfecho por las ventas del libro, ya que en poco más de un mes se han lanzado tres ediciones y ha sido muy bien acogido por parte de la crítica y de los lectores.
‘Inés y la alegría’ encabeza un ambicioso proyecto de seis volúmenes, que Almudena Grandes ha denominado genéricamente “EPISODIOS DE UNA GUERRA INTERMINABLE’, con el claro propósito de vincular su obra con el modelo establecido por los Episodios Nacionales del escritor canario Benito Pérez Galdós, uno de los autores más venerados por la escritora madrileña desde que en su adolescencia leyera sus obras completas en una antigua edición que encontró en la biblioteca de su abuelo, Manuel Grandes. “La idea – explicó - es realizar seis novelas que enlacen desde el final de la Guerra Civil hasta el año 1964, fecha en la que se conmemoraron los veinticinco años de paz bajo el gobierno de Franco”. Esta vasta empresa, cuyo esquema figura al comienzo del libro, observa igualmente una estrecha ligazón con las novelas que constituyen la serie de ‘El Laberinto Mágico’ del escritor Max Aub, “que también adoptó el modelo de Galdós para narrar los hechos acaecidos justo hasta donde empieza mi novela”.
El argumento cuenta la historia de Inés, una mujer nacida en el seno de una familia acomodada, con hermano falangista incluido, que simpatiza y colabora con el Frente Popular, hasta que es traicionada y encarcelada por un correligionario. Al acabar la Guerra Civil, su hermano la libera de la cárcel, la recluye en un convento y, finalmente, se la lleva a su casa de Lérida, donde reside con su familia. Pero Inés sigue fiel a su causa y tras escuchar una emisión de Radio Pirenaica, se entera de que a través de los Pirineos un importante contingente de soldados, miembros de la UNE y procedentes del Sur de Francia, se aprestan a liberar a España del yugo de la Dictadura y a proclamar la III República Española, organizando un gobierno provisional en Viella. Montada en un caballo y armada con una pistola y cinco kilos de rosquillas, Inés huye de la casa de su hermano y marcha hacia el norte, dispuesta a unirse al ejército libertador.
La invasión del Valle de Arán es un episodio de la Historia de España muy desconocido hasta hoy, tanto que el gobierno de Franco y la propia dirección del Partido Comunista de España no reconocieron nunca su existencia como explica Almudena Grandes: “Hace sesenta y seis años y por estas mismas fechas, 16 de octubre de 1944, un ejército de cuatro mil hombres entró en el Valle de Arán y ocupó algunos pueblos, aunque no llegó a tomar Viella, la capital del valle. El plan era muy ambicioso ya que pretendían liberar un territorio para instaurar un Gobierno Provisional Republicano y, de algún modo, lanzar un guante a los aliados para que tomasen cartas en el asunto y solucionasen el problema de España tras la derrota de las fuerzas del Eje”. La escritura de la novela presentaba, desde el punto de vista de la autora, el inconveniente de que era una obra basada en un acontecimiento real, no ficticio. “El realismo no solo es una opción estética sino también un compromiso con la realidad. Cuando alguien escribe un hecho real, ha de mantener una cierta dosis de lealtad a la verdad para contarlo. Si no acertaba, el lector podía pensar que era un hecho que yo me había inventado. Al final opté por mezclar ficción y no ficción”. Otro problema que planteaba su redacción es la escasez de documentación existente sobre este asunto. “No llegan a veinte los libros que tratan de este tema, incluidos los que lo hacen incidentalmente. Sin embargo, esta escasez tiene la ventaja de que el novelista puede rellenar los huecos con interpretaciones. Los que vivieron esta historia han muerto y, probablemente, no podremos saber exactamente todos los detalles de lo que ocurrió. Este es uno de los casos en los que el historiador puede ser superado por el escritor, porque puede llegar a donde aquél no alcanza”. La escritora madrileña también citó a los investigadores que han trabajado sobre este asunto a fecha de hoy: “Los únicos que se han ocupado del tema son los historiadores oficiales de la guerrilla española: Secundino Serrano y Francisco Moreno, pero lo enmarcan como un capítulo más dentro de la actividad guerrillera. También hay dos monografías de Fernando Martínez de Baños y Daniel Arasa, así como algunos trabajos de historiadores del Partido Comunista, centrados en la trama política que encerraba la invasión”. Y es que, inevitablemente, en un hecho de estas características, hay una trama oculta y los protagonistas sufren también la acción de unos centros de poder, que manejan los hilos desde la distancia. “La actitud de estos centros de poder justifica el fracaso de la invasión. Los soldados de a pie estaban solos, en un nivel, mientras que los mandos estaban en otro. De todos modos, he procurado que la novela esté perforada por varios túneles que interrelacionan ambos niveles”.
Durante el largo proceso de documentación y recopilación, Almudena Grandes tuvo la oportunidad de contactar con algún superviviente de la invasión. “Mientras escribía ‘El corazón helado’, mi anterior novela, pude hablar con un guerrillero, mejor dicho, con un señor de ochenta y un años que fue guerrillero. Este hombre había entrado a España a través del Aneto, deambuló por toda la zona y me contó cómo fue aquello. Durante la presentación de la novela en Toulouse, estuve rodeada por los hijos de los protagonistas e incluso llegué a hablar con la viuda del que diseñó el plan operativo. A diferencia de los centros de poder, de las alturas silenciosas, los soldados que participaron en el hecho, sí que hablaron de la invasión. Juan Blázquez y López Tovar, por ejemplo, dejaron testimonio de cómo se sentían en aquellos momentos”.
Con ‘Inés y la alegría’, la autora del libro pretende también recuperar la imagen denostada que la Historia ha proyectado sobre los comunistas españoles. “Es verdad que en la tropa que entró por el Valle de Arán había gente de diferentes tendencias, pero lo que es indiscutible es que la invasión fue organizada por el Partido Comunista, el único capaz de organizarse y operar en Francia durante la dominación nazi. Y es que los comunistas hicieron cosas buenas y cosas malas pero, al menos, las hacían, mientras que otros sólo miraban. Por otro lado, el Partido Comunista fue el único que durante cuarenta años nunca dejó de luchar contra la Dictadura. Creo que la democracia española, entre otros muchos asuntos, tiene una deuda pendiente con los comunistas y con los resistentes antifranquistas en general. No sé si podrá resarcirlas todas”.
El dirigente comunista Jesús Monzón, reconstructor del Partido y diseñador de la invasión, ocupa un lugar muy destacado en la novela. Almudena Grandes le trata especialmente bien: “Monzón es un personaje fascinante. Hasta donde yo alcanzo a suponer me da la impresión de que fue uno de los grandes creadores del Partido Comunista como tal. En la Francia ocupada por los alemanes, Monzón cogió un partido prácticamente desarticulado por temor a los nazis, con sus dirigentes en el exilio, y fue capaz de transformarlo en un partido ejemplar. Fue un gran seductor, dotado de un talento y capacidad organizativa extraordinarios, con sus luces y sombras, y un tipo peligroso, porque todavía no se han inventado los grandes líderes inofensivos. Y debió de ser muy valiente porque reconstruir el partido en la Francia ocupada por los alemanes no era tarea fácil”.
A lo largo de la novela escuchamos tres voces: las de los dos protagonistas, Inés y Galán, y la de la propia escritora, que oficia de narradora omnisciente y analista de la situación política de la época. “La dirección del PCE, Franco, los aliados y los soviéticos afirmaron que la invasión era una tontería, una cosa sin importancia, absurda, porque ninguno de ellos tenía motivos para estar orgulloso de cómo se había portado con los invasores. Pero no era una locura. La invasión era una idea de Monzón, una carambola a siete bandas, que podía salir bien o no. Él sabía que los aliados no iban a intervenir, que nada se podía esperar de las potencias aliadas que habían hecho fracasar la II República. Pero si el líder comunista hubiera conseguido una fotografía de un gobierno republicano en España, todos hubieran tenido que apoyarles, porque además Alemania estaba siendo derrotada y en toda Europa hervía un fervor antifascista. Les faltó tomar Viella”. Los guerrilleros en la novela se sienten un poco engañados y se debaten, por momentos, entre los sentimientos y la obediencia a la misión encomendada. “Monzón cometió el error de engañar a sus camarada: Los tontos se suelen pasar de tontos y los listos, de listos y Monzón era de estos últimos. Los guerrilleros creían que en España la situación era terrible, que iba a ser un paseo llegar a Madrid porque el país se encontraba en estado de agitación política. Pero al llegar al territorio español encontraron que no los esperaba nadie, ni siquiera los guardias civiles opusieron resistencia a su llegada. Si les hubieran contado la verdad tal vez las cosas hubieran funcionado mejor. Los guerrilleros eran hombres curtidos, que llevaban ocho años luchando. Las tropas de Franco, los regulares, llegaron al día siguiente de que los guerrilleros se retirasen. La pasividad del ejército de Franco fue notable y no se sabe bien por qué”.
Otro de los momentos brillantes de ‘Inés y la alegría’ se alcanza con la aparición en escena de Pilar Franco, hermana del Generalísimo: “Una bocazas que constituye una bendición para el escritor, ya que gracias a su verborrea incontrolada podemos saber detalles y hechos que su hermano, Paco, no quería que se conocieran. Pilar Franco era muy torpe: primero aireaba los trapos sucios de su familia y después trataba de encubrirlos, de justificarlos. Lo bien cierto es que ella cuenta lo que pasó realmente. Si todos los dictadores del mundo hubieran tenido una hermana bocazas, los hubiéramos conocido mucho mejor”.
Almudena Grandes terminó su intervención manifestando que ya tiene en su cabeza el contenido del resto de las novelas y que “la obra completa son los seis volúmenes. Cada libro se vincula a un hecho concreto y algunos personajes aparecen en varios de ellos. Se pueden leer independientemente, pero los lectores que los lean por orden descubrirán aspectos que los unen. No me he marcado plazos, no tengo necesidad de ello, no estoy muerta como Larsson [risas]. Tengo ya escrita la segunda novela, que se publicará cuando termine la tercera. Quiero tomar una novela de distancia y no agobiarme”.