Lucía Etxebarría termina de publicar su nueva novela, titulada ‘El contenido del silencio’, editada por Planeta. Se trata de una historia de sectas, con apariencia de género negro, que se centra en las relaciones de dependencia, dominio y manipulación entre personas. La propia escritora, por cierto nacida en Valencia donde residió un par de años, la describe así: “Se trata de la novela negra típica, con un misterio que se resuelve a través de un itinerario de pistas que llevan cada una a la siguiente, pero con una carga de profundidad, una indagación sobre la pérdida y el abandono, sobre los mecanismos de seducción y deseo, y un lenguaje densamente poético – muy a tono con el paisaje canario – que no son típicos de la novela negra al uso. A mí me ha costado mucho tiempo, esfuerzo e imaginación escribirla. Espero que ti te guste leerla”. Antes de la presentación en público en la Fnac de San Agustín, durante unos minutos pude conversar con ella sobre el libro, las sectas y la introspección. Testigo mudo, como casi siempre, la cafetería del Hotel Astoria de Valencia.
Lucia, la propaganda de ‘El contenido del silencio’ la califica de trepidante, ¿cómo la definirías tú?
Me parece adecuado el adjetivo. Yo también creo que es trepidante. Sí, ¿por qué no?
Según tú misma has confesado, escribirla te ha supuesto un enorme esfuerzo, ¿se agradece que el lector la lea de un tirón?
Por supuesto que se agradece porque esta novela está pensada para que se lea de un tirón, ya que la carga de profundidad que lleva es muy dura. Me ha costado mucho escribirla porque para hablar de este personaje he tenido que meterme mucho en su piel y alcanzar un nivel de identificación muy alto. Por otro lado, si hubiera escrito esto mismo en un tocho enorme, a la página cien el lector me habría abandonado porque no podría soportar la dureza del tema. Igual hubiera sucedido si hubiera hecho un ensayo. Y como quería que el público se enterase, le seduzco, le engaño y le pongo al texto un envoltorio de novela negra.
De todo lo que incluye la novela, ¿qué es lo que más te interesaba?
Lo que más me interesaba era la militancia sectaria como un estado de dependencia. La novela la empecé como un encargo y me quedé colgada con ella. En esta historia se establece un paralelismo entre la relación de la protagonista con su novio y la relación de dependencia con la secta y con la mujer que la seduce para que entre en el grupo. Lo fascinante para mí era indagar sobre estos mecanismos de manipulación y seducción, que permiten que una persona entregue su voluntad a otra.
El tratamiento de los personajes es muy pormenorizado, ¿es resultado de una introspección personal o de la utilización de libros de apoyo?
De ambas cosas. Empecé a ir a un psicólogo a los 13 años porque era una superdotada. Tuve la inmensa suerte de que mi familia me enviase porque, en caso contrario, todavía estaría más loca de lo que estoy. Llegó un momento que me quedé enganchada y empecé a leer libros de psicología por mi cuenta. Pero desde luego, si yo no hubiera vivido en carne propia experiencias muy duras, no habría podido narrar esta historia. De todos modos quiero dejar claro que no soy la protagonista, pero sé cómo funcionan estos mecanismos y por ello le he prestado toda mi energía al personaje.
Esa dureza, además, la has revestido con la estructura de una novela negra, observando las normas tan estrictas que conllevan los libros de este género.
Bueno, eso fue lo más divertido, era como componer un puzle y lo hago como un sudoku utilizando posits. Si hubiera escrito una novela negra sin la otra carga, hubiera sido todo mucho más fácil. Cuando leí los libros de Larsson, iba adivinando lo que venía a continuación, lo que iba a suceder. No me gustan las novelas negras que, con tal de solucionar el caso, introducen un desenlace inverosímil. Yo quería hacer algo que fuese real y soy tan metódica que, además de mí, seis especialistas han repasado esta novela antes de publicarla.
¿Realmente las sectas pueden introducirse tanto en la intimidad de las personas?
Las sectas lo primero que hacen es cansarte, incluso privándote del sueño. Cuando miramos la publicidad de la televisión, los anuncios están hipermedidos para introducirse en tu mente y obligarte a comprar algo. No es casualidad que, en medio de un programa sensacionalista, el presentador dentro de su propio discurso anuncie algo. Está comprobado que de este modo las cosas penetran más profundamente en el espectador. La señora que controlaba la secta de ‘El contenido del silencio’ era una psicóloga y sabía muy bien lo que hacía. Incluso abusaba de los niños no porque le gustasen, sino porque el abuso crea dependencia.
Una persona normal, de la calle, ¿qué busca en una secta?
Es la secta quien se acerca a ella. Una persona entra en una secta porque en un momento de su vida hay carencias o existe un cierto abandono. Y se mete tanto que no puede salir, porque la están manipulando sin que se dé cuenta. Cuando pensamos en sectas, pensamos en la Cienciología y no en el Opus, que es la secta más importante que hay actualmente en España. Si te ven con dinero ya te buscarán; en cambio, si eres un muerto de hambre, estate tranquilo porque nadie va a venir a por ti, aunque es cierto que también hay sectas que se acercan a cualquiera.
¿Existe alguna explicación para que el porcentaje de sectas en Canarias sea tan alto?
En España hay tres zonas importantes con relación a las sectas: Canarias, la Comunidad Valenciana y Andalucía. Lo de Canarias obedece a varias razones. En primer lugar, es baratísimo comprarse una casa para establecerse en la Gomera, un lugar aislado, donde pueden hacer con un grupo lo que les dé la gana. En segundo lugar, a las islas puede llegar un avión con cuarenta rubios alemanes sin que a nadie le llame la atención, porque están acostumbrados. Y en tercer lugar, está el tema del avistamiento de ovnis en el Teide, que les permite llevarlos a la cima y lavarles el cerebro. En la Comunidad Valenciana hay tradición de masones (aquí estaba la logia masónica más grande de España), de espiritistas y de satanistas.
En este libro hay menos sexo en que otras novelas tuyas.
Me han hecho muchos comentarios sobre por qué no salía sexo en esta novela [risas]. Y de hecho sólo hay una relación. Hay poco porque los niveles de perversión y seducción son tan maquiavélicos y tan exagerados que no hacía falta introducir más sexo. En este caso, pensé que sugerir era mejor que mostrar. Si no das pie a la información exacta, se dispara la imaginación. Me parecía fascinante que una mujer mayor fuese la seductora y que lo hiciera a través de la inteligencia.
Desde tu novela ‘Amor, curiosidad, prozac y dudas’ hasta ‘El contenido del silencio’ hay un largo camino recorrido.
Pues hay quince años y en ese tiempo todos cambiamos muchos. A los veintiocho eres joven, tienes frescura y curiosidad por todo. A los cuarenta ya has pasado la mitad de tu existencia, suponiendo que llegues a los ochenta [risas], y físicamente comienza la cuesta abajo. No me gustaría pensar que ya estoy de vuelta, porque eso es muy deprimente, pero sí es verdad que lo que iba a definir mi vida ya ha ocurrido, aunque ojalá que todavía me sucedan muchas más cosas. El ritmo entre las dos novelas es distinto. Esta última es más relajada, introspectiva, y la primera tuve la suerte de vivirla en su momento y ya la conté.
Herme Cerezo/SIGLO XXI, 14/12/2011