Puerta del restaurante Blue Canalla Bar de Valencia, plaza Cánovas, 16 horas, sol y sombra, murmullo de autobuses, furgonetas y turismos al fondo, son como ráfagas que van de izquierda a derecha, aceleradas, intensas, breves. Las Fallas llaman a la puerta. La primavera también. Ya hay carpas instaladas, vallas amontonadas, callejones y calles que antes tenían salida y ahora no. Un camión, no muy lejos, descarga cajones de cerveza. Una señora habla con una amiga mientras el escritor con el que tengo la suerte de conversar esta tarde, Félix J. Palma, comparte conmigo una mesa y un café. Nos conocimos en 2009, me recuerda, cuando promocionaba ‘El mapa del tiempo’, su anterior novela. Hoy, tres años después, presenta la continuación, la segunda parte. Se trata de otro mapa, ‘El mapa del cielo’, editado por Plaza&Janés. Qué rápido pasa esto, pienso, mientras pulso el play de la grabadora y compruebo que los segundos avanzan y la voz se registra como corresponde.
Félix, eras y eres escritor de cuentos, con más de cien concursos ganados, pero ahora te has ido al otro extremo, a las setecientas páginas de ‘El mapa del cielo’.
Siempre digo que más que cuentista soy narrador y que es la propia historia la que determina su longitud. Cuando preparaba cuentos para certámenes escribía para una extensión de diez páginas. Ahora lo hago para estructuras más largas, más complejas, con la vista puesta en una obra mucho más grande.
¿‘El mapa del cielo’ es un cuento de cuentos?
Es verdad que, aunque escriba novela, quiero que lo que hago tenga la estructura del cuento, del cuento de Cortázar, con inicio, nudo y desenlace. No me interesan las novelas que se hacen por acumulación de anécdotas, me gusta que mantengan la arquitectura del cuento.
El género que cultivas, desde el punto de vista creativo, tiene pocas cortapisas. Como escritor debes sentirte muy libre con lo que escribes, ¿no?
El género fantástico es el que más me gusta porque no te encorseta, al contrario que ocurre con la novela negra, un tipo de literatura que no leo porque no me atrae. A mí me interesa el género fantástico y el híbrido que brinca entre varios géneros.
El aspecto del libro está muy cuidado, parece una edición “de época”.
Hemos intentado que ya que yo, con el texto, rendía un homenaje a la literatura del siglo XIX, el libro semejase pertenecer a esa misma época. Por eso lleva ilustraciones y otros muchos detalles como los ejemplares que se editaban entonces. Agradezco enormemente a la editorial Plaza&Janés el esfuerzo que ha hecho para conseguir este efecto.
Nuevamente la ciudad de Londres es el escenario de una novela tuya.
Que aparezca Londres es totalmente casual. Cuando decidí escribir ‘El mapa del tiempo’, dado que Wells vivía allí, tocaba eso. Londres es una ciudad de la que resulta muy fácil documentarse, especialmente si la acción transcurre en la época victoriana, que es en la que se desarrolla la novela.
¿Has viajado allí para ambientarte?
No ha hecho falta. Cuando escribí la primera parte de la trilogía, noa conocía la ciudad, no había ido nunca a Londres. Fui después. Me guié con planos de la época, con ensayos, con películas o con novelas que retrataban aquel momento.
La figura de H. G. Wells, núcleo importante de la novela, parece que te fascina, ¿qué es lo que más te atrae de él?
Antes de comenzar con la trilogía, me atraía su faceta como escritor, como escritor de Ciencia Ficción. Pero luego, al documentarme sobre su vida y leer biografías suyas, me interesó más como personaje de ficción. He creado el personaje Wells y he intentado que responda lo máximo posible a lo que yo he percibido de él como persona.
En ‘El mapa del cielo’ has mezclado personajes reales y ficticios,
Sí y en esta mezcla, por un lado, he tenido que inventar a los personajes ficticios y, por otra, también he tenido que construir a los reales. Por ejemplo, el personaje de Jeremiah Reynolds, el explorador que aparece en esta novela, lo conocía bien a través de la documentación que he manejado y por ello tenía que crearle una personalidad que concordara con lo que realmente hizo. En resumen, como verás, me lo he inventado todo.
En la novela encontramos una descripción física sobre los escritores de época: bigote, barba, largas patillas, ropa cara, gruesa humanidad corporal… ¿quedan escritores así actualmente que se distingan al primer golpe de vista?
Ahora no hay patrón de escritor basado en sus actitudes y es muy difícil reconocerlos. Creo que era mucho más fácil en la época de Dickens. Cuando yo llegaba a un pueblo a recoger un premio de algún concurso de cuentos que había ganado, antes del acto entraba en algún bar. Y siempre veía gente que especulaba, que decía “mira, seguro que este es el ganador”. Me identificaban enseguida. Como el oficio de escritor tiene ese halo de misterio y de prestigio no se lo otorgas a cualquiera. Por eso sorprende, porque hay escritores de todo tipo y pelaje.
En ‘El mapa del tiempo’ hay muchas cosas: fantasía, amor, aventura, terror… ¿qué predomina más en la novela?
Pienso que la aventura es lo que predomina más. Sí, es cierto que tiene mucho de novela fantástica, de detectivesca y de amor, pero creo que es un homenaje a la gran novela de aventuras del siglo XIX
Tu narrador es algo especial, un poco… borde, ¿no?
Llamémosle juguetón [Sonrisa, gesto levemente pícaro]. Se trata de una revisión del narrador clásico, decimonónico. Es un hallazgo que me ha permitido utilizar trucos estructurales puesto que hace saltos temporales, miente y escatima información para llevar al lector, cogido de la mano, hasta donde quiere conducirlo.
‘El mapa del cielo’ mezcla ficción con realidad, ¿la realidad que vivimos también incorpora la ficción?
Pienso que sí. Cualquier hecho que te ocurre, si luego lo cuentas, adquiere como un prestigio, un halo de ficción, de historia contada. Cuando narramos algo es como que lo dramatizamos, como que construimos una historia.
Abundando en el tema, ¿todo lo que te está ocurriendo es como un sueño que se ha traducido en realidad?
Pues sí, cada día es una sorpresa, no sólo por lo bien que ha funcionado en España la primera novela sino también en Alemania, en Japón y en Estados Unidos. La verdad es que con todo lo que me ha ocurrido estoy viviendo un sueño.
¿Vamos a ver una versión cinematográfica de ‘El mapa del cielo’?
Espero que sí. Ahora que el cine de Hollywood está recurriendo a tantas obras de la época victoriana creo que la novela podría ser adaptada con facilidad, sobre todo esta segunda parte, que tiene más acción que la primera. Es el sueño que me falta ver cumplido.
¿Tienes ya preparado el tercer volumen de la trilogía?
Todavía no. Estoy dándole vueltas al argumento y documentándome. Creo que si empiezo a escribir el próximo mes de junio, puede quedar listo para 2014.
Félix tenía que marcharse porque luego presentaba su libro al público. Charlamos un poco más y se dejó tomar unas cuantas fotografías, con libro y sin libro, de frente y perfil, dentro y fuera del Blue Canalla Bar. Quedamos, al menos, para el 2014, cuando publique su siguiente entrega. Mientras plegaba mis bártulos se acercó una amiga de toda la vida: Lola Garor, a la que hacía tiempo que no veía. Dos besos, ¡smuac, smuac! Se sentó a la mesa y compartimos un café mientras hablamos de series de televisión, de cine y de novelas, algo que nos gusta a ambos. Una forma, como otra cualquiera, de pasar la vida.