Recuerdo haberme acercado a la obra de Jaume Cabré por pura casualidad. Las cosas como son. Fue la portada de su última novela, ‘Jo confesso’ (‘Yo confieso’), en la que un mozalbete ataviado como un niño bien de la década de los cincuenta, pantalón corto, camisa de color claro y chaleco sin mangas, intenta alcanzar un volumen del estante alto de una bien surtida biblioteca, la que atrajo mi atención. Más tarde pude comprobar que el interior del libro, como casi siempre sucede, superaba con enorme amplitud aquella imagen tan sugerente y, además, logré entrevistar al propio Cabré para SIGLO XXI y comprobar en directo que se trataba de un escritor al que no sólo valía la pena leer en profundidad y con detenimiento, sino también escuchar con atención.
Ahora en mi devenir lector, le ha tocado turno a su anterior novela, ‘Las voces del Pamano’ (‘Les veus del Pamano’), una historia de maquis que transcurre en la década de los años cuarenta en un pueblo del Pirineo catalán de nombre Torena, actualmente deshabitado y desaparecido. De entrada, el tema de los maquis siempre resulta atractivo y evocador, quizá por desconocido, quizá por ocultado, quizá por mal visto en determinados círculos. Es ahora, muchos años más tarde, cuando descubrimos en el pentágono peninsular que alberga el estado español, la cantidad de personas que no se resignaron a la derrota tras la Guerra Civil y que, de un modo u otro, intentaron derrocar la dictadura franquista, sin mayor éxito por otro lado que algunas victorias en escaramuzas guerrilleras, bien en el campo, bien en la ciudad. En este sentido, ‘Las voces del Pamano’ presenta todos los alicientes inherentes a una narración de este tipo: falangistas represores, guerrilleros que se juegan la vida y también matan, un territorio fronterizo, espías e infiltrados en uno y otro bandos. Desde ese punto de vista podríamos hablar de una novela comercial, que lo es sin duda, si no fuera porque Cabré cuenta las cosas de una manera tan singular que lo convierten, a juicio de quien esto escribe, en una de las propuestas literarias más interesantes de la actualidad. El cambio de diálogos, de narración o de escenario en una misma línea o párrafo dota al libro de un dinamismo extraordinario, al tiempo que obliga al lector a permanecer atento a cada frase, a cada giro, a cada palabra.
El escritor barcelonés, como también haría después en ‘Yo confieso’, esboza su novela abriendo un montón de frentes que atrapan al lector y establecen con él una especie de apuesta, un reto, por ver si el narrador será capaz de saldar con éxito todas las expectativas que despierta. Y claro que es capaz, ya lo creo, las satisface todas. No se le despista ni una. En este sentido, el trabajo de carpintería interior es muy importante, definitivo diría yo, y sin duda enormemente costoso. No en vano las obras de Cabré acarrean un proceso de creación muy dilatada en el tiempo: siete años en ‘Las voces del Pamano’ y ocho en ‘Yo confieso’. Especialmente la primera de ellas, son novelas de novelas en un solo texto, en un solo contexto.
Si no fuese suficiente con todo lo anterior, ‘Las voces del Pamano’ es, además y quizá especialmente, una obra de personajes. Hay muchos muy importantes. Pero entre todo el elenco sobresalen tres: Elisenda Vilabrú, Valentí Targa, y Oriol Fontelles. Elisenda Vilabrú, la Señora, viuda de Vilabrú, de los Vilabrú de casa Gravat, es la dueña de la comarca. Heredera de una fortuna inmensa, no se la acaba durante toda la novela, hace y deshace a su antojo en su territorio y fuera de él. Ella sola es capaz de manejar los hilos del poder político gubernamental, militar y del Movimiento Nacional. Valentí Targa, alcalde de Torena y político medrador, se mueve también bajo el control de la Señora y es el encargado de restablecer en su jurisdicción el orden de los vencedores a cualquier precio, además de vengar la muerte del padre y de un hermano de Elisenda Vilabrú, a/esinados por un comando de anarquistas de la FAI durante la guerra. El Targa es personaje de época, el malo-malo de la novela, con unas características peculiares que le convierten en un tipo más que interesante desde el punto de vista literario. Por último, Oriol Fontelles, el maestro caído por Dios y por España, llega a Torena con su mujer, Rosa, recién acabada la guerra para poner en marcha la escuela que permanece cerrada desde la jubilación del anterior maestro. Atrapado por la coacción y la violencia del alcalde, terminará convirtiéndose en su secretario al tiempo que, captado por los maquis, jugará el papel de agente doble. Tres personajes, tres destinos entrecruzados, tres hilos fundamentales para seguir y tejer esta magnífica historia. Sin olvidar a Cristina Bros i Esplugues, la Tina, cuya voz narrativa desempeñará el papel de hilo conductor de la obra. Sin embargo, y como me gustan los personajes secundarios, que a la larga son los que sustentan todas las narraciones, no quiero cerrar estas líneas sin citar los nombres de algunos de ellos que resultan especialmente trascendentales para el devenir de la acción: el Doctor Zhivago, Mossén August Vilabrú, la familia Ventura, especialmente el Ventureta y el teniente Marcó, Jacinto Mas, Marcel Vilabrú, los Serrallac, padre e hijo, Cecilia Báscones o el abogado Gasull. Si alguno quedó en el olvido, que me disculpe. Son los riesgos del secundario.
‘Las voces del Pamano’ ha sido editado recientemente por la editorial Destino. Los que no hayan podido leer la novela en catalán, incluso los que la leyeron, disponen ahora de una magnífica oportunidad de hacerlo en castellano, gracias a la traducción de Concha Cardeñoso Sánez de Miera, a la vez de disfrutar de una edición más que cuidada en tapa dura, que convierte este libro en un bello objeto por sí mismo.
Buen provecho y feliz lectura, mis improbables lectores.
‘Las voces del pamano’, Ed. Destino, 2012, Versión en lengua castellana, tapa dura, 24.00 €; 'Les veus del Pamano', Ed. Proa, 2009, Col. Labutxaca, 622 páginas, en lengua catalana, 9,95 €