Sé que solo publicaron diez entregas. Sé que
no publicarán ninguna más porque, desgraciadamente, uno de los dos ya falleció.
Por eso trato de racionar al máximo la lectura de las novelas policiacas del
matrimonio nórdico Sjöwall y Wahlöö. Sin embargo, como colofón, o casi, a las
lecturas estivales no he podido resistirme a leer ‘La habitación cerrada’, reeditada
recientemente por RBA. En principio, esta obra se publicó en España por primera
vez en el año 1974, cuando servidor andaba enfrascado con Agatha Christie y su
Poirot, Verne, Stevenson, Tintin y Astérix y Obélix. Y también con Vargas Llosa,
Mika Waltari o Mafalda.
En menos de trescientas páginas, ‘La
habitación cerrada’ juega con un par de argumentos simultáneos: por un lado, el
atraco a una sucursal bancaria y, por otro, la muerte de un tipo solitario, cuyo
cadáver aparece en su propia habitación con todas las cerraduras de puerta y
ventanas cerradas. De ahí el título del libro. El protagonista es el ya
conocido Martin Beck, el inspector policial utilizado por la pareja de
escritores suecos como vehículo motor de sus historias.
Hay varios aspectos a considerar. En primer
lugar, Sjöwall y Wahlöö nos hablan durante la narración de la situación
política y social de Suecia y describen lo que la novela llama Estado
Asistencial, que vendría a ser el equivalente de nuestro actual “Estado del
bienestar”, aunque últimamente más parece “del malestar”. Además describen
máquinas barredoras y limpiadoras que deambulan por las calles de la capital
sueca, equipos motorizados que aquí llegaron bastante más tarde. De pasada,
también citan la existencia de teléfonos móviles. La lectura de la novela, por
tanto, nos descubre avances tecnológicos y sociales que por las tierras del
norte de Europa eran de uso generalizado ya entonces. Y hablamos de cuarenta
años atrás.
La novela maneja también dos argumentos
paralelos que, aparentemente, no tienen ningún punto en común. Las dos
investigaciones policiales, además, son llevadas por sujetos distintos: por un
lado, el fiscal Apisonadora Olsson y sus muchachos, y, por otro, el ya citado
Martin Beck, recién recuperado de una lesión, que se mueve por libre y a quien
ya conocemos por haber protagonizado otras novelas de la serie.
En un tercer nivel está el humor. De todas
las novelas suyas que he leído, ‘La habitación cerrada’ es sin duda la que más
rasgos humorísticos posee. Uno de sus personajes, el fiscal Apisonadora Olsson,
se presta a ello ya que el lector nunca puede estar completamente seguro de si Sjöwall
y Wahlöö hablan en serio sobre él, se burlan o efectúan una mezcla de ambas
cosas en según qué pasajes del texto. Probablemente esta tercera posibilidad sea
la que esté más cerca de la realidad. Una de las escenas más divertidas en las
que interviene Olsson, aunque aparentemente no lo parezca, es la de la
irrupción súbita de la fuerza pública en el domicilio de uno de los
sospechosos. El desenlace de la entrada policial, con derribo de puerta
incluido, es memorable.
La resolución de la historia es también
diferente a otras del género. Desde luego, sin que ‘La habitación cerrada’ sea
una novela-problema al uso, al final conoceremos quién o quiénes son los
culpables de las dos investigaciones desencadenadas por la policía sueca, pero
el desenlace no va a dejar de sorprendernos, desde mi punto de vista
favorablemente, porque parece muy factible, verosímil y quizá real. Y es que en
la realidad no todo es lo que parece o no todo acaba bien o mal. El gris
también tiene su espacio.
Leída la novela, no es de extrañar que la
literatura policiaca escandinava se pusiera de moda hace unos años y todavía
siga repartiendo coletazos. Sin lugar a error, Sjöwall y Wahlöö fueron los
precursores de todos los autores que han llegado después: Mankell, Larsson (Asa
y Stieg), Nesbo, Idridadson, Lakberg, etcétera, pero creo que el matrimonio
sueco tenía algo especial, no sé muy bien qué es, tal vez su sencillez
expositiva, que le hace distinto. Magistral.
‘La
habitación cerrada’ de Sjöwall y Wahlöö; Ed. RBA,
julio 2012. Serie Negra. 368 páginas, rústica. Precio: 19 euros.
CALIFICACIÓN: 4
CALIFICACIÓN: 4