Una fría
mañana de enero de 1962 llega a la casa de doña Lily, duquesa de Peñalara y uno
de los puntales de la sociedad madrileña, Elsa Redfield, joven inglesa
contratada como nanny para el más pequeño de los nietos de la aristócrata. La
señorita Redfield, austera, competente y capaz, acude a Madrid con una misión:
encontrarse con su antigua amiga y mentora, miss Hibbs, nanny de
los nietos de Franco, a la que trae un mensaje y un anillo de incalculable
valor. Elsa tendrá que poner a prueba su prudencia, pues, a su pesar, se verá
involucrada en los asuntos de la familia que la ha contratado, una estirpe que,
bajo una apariencia deslumbrante, esconde ciertos secretos que la inexperta
niñera está a punto de sacar a la luz sin conocer las consecuencias que ello
pueda acarrear. Madrid, la década de los sesenta, el crimen de Jarabo, el
Contubernio de Munich, la boda de los príncipes Juan Carlos y Doña Sofía y un
rancio, decadente e hipócrita ambiente social envuelven la tercera novela de la
periodista y escritora Ana R. Cañil, que lleva por título ‘El coraje de Miss
Redfield’ y que ha sido editada por Espasa. Con la autora madrileña conversé
durante unos minutos de su nuevo libro, cerrando de este modo el ciclo de entrevistas
de 2012. Como casi siempre, el Lounge Bar del Hotel Astoria fue el escenario
escogido para nuestra charla. La hora: a media tarde.
Ana, ¿de dónde arranca la idea para escribir ‘El
coraje de Miss Redfield’?
De
pequeña, durante casi un par de años, anduve enferma e invertí mucho tiempo en
leer libros. Sabía perfectamente quiénes eran Mary Poppins y la Rottenmeier y
devoraba todo lo que caía en mis manos de Enid Blyton. Luego, cubriendo una
rueda de prensa económica, el miembro de un consejo de administración, un tipo
muy importante, se fijó en que varias periodistas hablábamos de los problemas
que teníamos para compatibilizar trabajo y familia. Aquel hombre se nos acercó
y nos dijo que las mujeres nos complicábamos demasiado la vida, que a él le había
criado una nanny y que solo veía a su
madre una vez al día. Nos explicó la diferencia entre una nanny y una institutriz, que no son lo mismo aunque yo entonces no
lo sabía, y que las nannies las
contrataban los March, los Urquijo, los Franco. Ellas comenzaron a trabajar en
España principalmente en Madrid y en Euskadi. En la capital de España había un
núcleo muy importante de nannies en
Puerta de Hierro.
¿Y quién las puso de moda en España?
Primero
llegaron al Norte aunque los Alba siempre tuvieron nannies inglesas y más tarde también fraus. Jacobo Alba era bilingüe. Es una historia muy divertida
porque llegaron a convivir al mismo tiempo nannies,
fraus y mademoiselles. Hasta el
año 1945, cuando Hitler perdió la II Guerra Mundial, abundaban más las fraus pero luego tras la derrota
decayeron. Las echaron de mala manera y las sustituyeron por nannies. Comenzaba a ser sospechoso que
una familia contratase fraus.
Las nannies
llegaban a nuestro país procedentes de una monarquía parlamentaria y
democrática, ¿qué suponía para ellas vivir bajo una dictadura?
La
compañera de Elsa, miss Hibbs, la nannie
de los Franco que es un personaje real, había vivido en el único territorio
inglés donde pusieron sus pies los alemanes durante la guerra y sentía un
fuerte rechazo hacia ellos. El caso de Elsa Redfield es más complicado porque
al llegar a Madrid se dio cuenta que ella era una nannie de la segunda mitad del siglo XX y le resultaba muy
complicado adaptarse a un Madrid que se le antojaba oscuro y en el que encontraba
misterios y cosas asombrosas. A las nannies las educan en una escuela que es
el Norland College, que las exporta a toda Europa e incluso a Norteamérica, y
allí las preparan para que no tengan opinión propia y, si la tienen, para que
se la guarden. Ellas deben adoptar la ideología de la familia que las contrata
y transmitirla a los hijos que tienen a su cargo.
Ya que has mencionado a Madrid, ¿qué te interesaba más
hablar de la ciudad o de la historia de amor que cuentas en la novela?
En esta
ocasión, y como ya me ocurrió en mis anteriores novelas, Elsa surgió por
accidente y la he trasladado a los años sesenta porque es una época que me
apasiona. Fue un momento en que comenzábamos a ser menos provincianos en
Europa, en el que estaba en pleno desarrollo el Plan de Estabilización y en el
que el Seiscientos circulaba por las calles de toda España. Es también la
España del Contubernio de Munich, aquel falso intento de transición y digo
falso porque dejaron fuera a los comunistas. El momento histórico lo he
escogido a propósito y, además, no podemos olvidar la figura de Jarabo que
también me interesaba mucho.
En 'El coraje de Miss Redfield' destaca el papel que desempeñan los olores.
Sí, los
olores es algo que a mí me interesa mucho a la hora de escribir. Por eso el
personaje más importante para mí es la cocinera, porque los olores de la cocina
me recuerdan muchas cosas, son mi hogar, mi patria, mi infancia. El libro
empieza diciendo que huele a musgo y cuando Elsa Redfield llega a Madrid, lo
primero que percibe es el olor a churros de la Estación de Atocha. Para
ambientarme sobre aquellos olores que describo me he sumergido mucho tiempo en
las hemerotecas.
Al
escribir una novela ubicándola en el pasado, ¿resulta indispensable leer libros
y prensa de la época para no contaminar la escritura con aspectos actuales?
Cuando
comienzo un libro, después de dos o tres años de investigación, necesito
encerrarme sola durante un tiempo para que nazcan los protagonistas. Me sumerjo
en los periódicos de la época, utilizo libros sobre plantas y así, después de
treinta o treinta y cinco días, regreso a mi trabajo y compruebo que los
personajes ya se han construido por sí mismos dentro de mí.
¿Jarabo, el célebre criminal, encarna la pasión en el
texto?
Sí,
deseaba hablar de las pasiones a través de Jarabo porque él representa la
hipocresía, mientras que la duquesa de Peñalara ejemplifica la dignidad de la
decadencia de este tipo de gente. Todos los de su círculo conocían a la madre
de Jarabo, él era uno de los suyos y se codeaba con ellos. Los crímenes de
Jarabo están en el imaginario colectivo de todos aquellos que tienen más de
cuarenta años. Los suyos eran los crímenes por excelencia hasta que apareció el
Lute. A partir del momento en que se descubrieron sus asesinatos le dieron de
lado y se tapó todo gracias a las influencias que poseía este grupo social.
Solo trascendió que él tenía una amante que era inglesa. Las crónicas de la
prensa española del momento sobre su juicio, al que asistieron un montón de
señoronas bien vestidas, son un ejercicio periodístico que no tiene
desperdicio.
Hablemos un poco de la protagonista, Elsa Redfield.
Parodiando el tópico sobre las inglesas y sobre las rubias que retrataba
Hitchcock, ¿ella es apasionada por dentro y fría por fuera?
No, Elsa
no tiene nada que ver con las rubias que retrataba Hitchcock, además ella
es pelirroja. Lo que sí es cierto es que
se comporta como lo hace por obligación, porque sigue las normas que le inculcó
su profesora, la nanny Hibs en el
Norland College cuando ella decidió que también quería ser nanny. Desde pequeña fue una persona apasionada, pero las
circunstancias de la vida, unidas a la educación recibida, la convirtieron en
una mujer contenida. Por otro lado, también es verdad que los británicos son
muy contenidos, porque piensan que mostrar los sentimientos en público es una
ordinariez.
En 'El
coraje de Miss Redfield' hay pasión, un escenario de época y hasta un cierto
toque policial, si tuvieras que definirla de cara a los lectores, ¿qué etiqueta
le pondrías?
Bueno,
creo que es una mezcla de todas esas cosas, amor, política, incluso género
histórico porque cuando me puse a escribir sobre esta mujer, pensé en las nannies
y mi imaginación se me fue a la época victoriana de entreguerras. Lo que me
encantaría es que las mujeres fuesen leyéndola todos los días en el metro, en
esos trayectos de quince o veinte minutos de cada mañana. No hablo de chicos
porque sé que ellos prefieren la prensa deportiva a esas horas.
¿Cómo es la familia que contrata a Elsa, cómo son los
Peñalara?
Ellos
responden a ese estereotipo que se crea en la novela de finales del siglo XIX y
principios del XX, en el que se mezclan aristócratas de rancio abolengo venidos
a menos con industriales ricos. Es una liaison
necesaria, como le ocurre a doña Lily cuyo matrimonio de conveniencia puede
llegar a amargarle la vida. Además eran monárquicos y no tenían muy claro lo
que significaba el franquismo, por lo que fueron una familia que lo pasó
realmente mal.
En el
dossier de prensa con el que la editorial Espasa acompaña la novela, hay una
fotografía muy interesante de tres nannies uniformadas, paseando
cochecitos de niño. ¿El uniforme era signo de distinción, de diferenciación
social?
No sé lo
que significa ese abrigo y su insignia, con el remate del sombrerito que las
convierte casi en unas ejecutivas de la City londinense, aunque también parecen
monjas alférez. Cuando ellas estudian en Norland College llevan uniforme todo
el tiempo, pero no he podido visitar esa institución para averiguar estos
detalles a pesar de que lo intenté. En España creo que ellas se lo ponían o no
en función de la casa en la que prestaban sus servicios.
En tu trayectoria como novelista has escrito sobre la posguerra española y sobre los años sesenta, ¿le toca ahora a la Transición?
La
Transición me atrae mucho, pero es un tiempo que he vivido plenamente como
periodista desde los dieciocho años. Pero ocurre que actualmente escribo sobre
economía y me resultaría muy duro hacerlo sobre gente de ahora, que todavía
está viva, porque me produce malas sensaciones, sentimientos encontrados.
Además estoy muy enfadada con la situación actual, con la crisis, y para
escribir sobre un momento histórico determinado necesito tomar distancia
suficiente para hacerlo fríamente.
La
última pregunta: ¿qué impresión te gustaría que guardase el lector tras leer
'El coraje de Miss Redfield'?
Aunque a Elsa
la he creado en los últimos tres años, cuando arrancaba la crisis, me gustaría
que la gente terminase la lectura de la novela con una sonrisa, como me ocurrió
a mí misma cuando acabé de escribirla un día en el que había cubierto un
desahucio, había hecho entrevistas a varios estafados de las preferentes y
había asistido a una sesión parlamentaria. Escribir este libro para mí ha sido
como ver una serie de televisión, algo que a mí me gusta mucho hacer. En estos
momentos tan deprimentes, conseguir que la gente salga satisfecha del tiempo
invertido en la lectura de un libro es toda una satisfacción.
Ana R. Cañil es periodista. Nació en Madrid hace cincuenta y dos años, pero es de Rascafría. A los diecinueve años comenzó en el periodismo económico por necesidad, aunque se convirtió en vicio cuando cruzó la información económica con la política. Ha trabajado en Cinco Días, después de unos meses de prácticas en el diario El Alcázar; en la revista Mercado (cuna de una generación de profesionales de la prensa económica) y en los orígenes de La Gaceta de los Negocios. Entre 1984 y 1985 vivió en Nueva York. Ha sido redactora jefe del semanario El Siglo, directora de Informe Semanal y delegada de El Periódico de Catalunya en Madrid.