Carlos Marzal acaba de publicar un libro de aforismos, titulado ‘La Arquitectura del aire’, editado por Tusquets. Un aforismo es un pensamiento breve, un chispazo, “un destello” como dice el propio Marzal, en todo caso una invitación a la reflexión y, en algunos casos, a la sonrisa. Junto a una copa de orujo y un café conversamos durante unos minutos sobre su obra, mientras en la calle jarreaba agua de invierno, contumaz y poco frecuente por estos pagos en los últimos tiempos. Una vez transcritas, al analizar preguntas y respuestas, sobre todo las respuestas, conservo la impresión de que presentan caracteres propios del aforismo: concisión, eficacia y precisión. Compruébenlo, si gustan, ustedes mismos, mis improbables lectores.
Carlos, escribes artículos de prensa, cuentos, novelas, poesía y ahora aforismos, ¿qué género te falta tocar?
Soy un animalito omnívoro, como de todo y me alimento de todo. Me gusta la escritura y sus géneros, pero nos los he tocado todos. Me falta el teatro y el musical que creo que no los abordaré.
¿Cómo te acercaste al género de los aforismos?
Por lo mismo que se me he acercado a todo lo demás, porque era lector del género. Soy aficionado a los aforismos desde siempre. El aforismo tiene una tradición muy rica en la literatura universal y a uno, cuando le gusta una cosa, lo que quiere es imitarla, parecerse a lo que admira.
Y ¿qué es un aforismo?
Lo que debe ser un aforismo es una frase breve que concentre una experiencia moral, un acontecimiento del pensamiento. No basta con que sea un texto mínimo, un aforismo ha de tener ese carácter de fogonazo, de destello de la clarividencia.
¿La idea del aforismo consiste en hablar sobre algo que los demás no ven, despertar una sonrisa, invitar a la reflexión…?
Es una mezcla. Los aforismos tienen la magia de toda esa pimienta. A veces parecen una revelación, otras veces un chiste, una broma, un destello de clarividencia como decía antes. En el fondo solo son verdades privadas de señores concretos. No pretenden formar verdades absolutas y no lo digo por los míos, sino en general. Tampoco aspiran a transformar religiosamente a la gente, solo buscan mover al pensamiento o despertar una sonrisa.
¿Los aforismos de ‘La arquitectura del aire’ proceden de tu blog ‘País portátil’?
Desde hace un tiempo en mi blog cuelgo una cosa que se llama ‘Aforismo del día’, que no es un aforismo diario, sino del día en que lo pongo. Es como la cocina de mercado. Me parece que las redes son un medio perfecto para difundir y cultivar este género literario, pero el material incluido en el libro es anterior a la era de Internet.
Practicar los aforismos es una buena gimnasia mental para empresas literarias de mayor extensión: novela, relato, poesía…
Escribir, en general, es una magnífica gimnasia para el escritor. Como digo en uno de ellos, el aforismo muscula una parte del pensamiento, la de inteligencia súbita, la del destello. Igual que hay músculos para trabajar la larga distancia, eso que llamamos sistema aeróbico, hay otros que preparan el sistema anaeróbico, las distancias cortas, y esos son, por excelencia, los aforismos.
¿Maduras los aforismos poco a poco o proceden de fogonazos súbitos?
Creo que es una mezcla de ambas cosas. El aforismo es el fruto instantáneo de una inteligencia que se cultiva a lo largo del tiempo.
¿Cualquier sitio es bueno para escribir aforismos?
Por supuesto. Suelo viajar siempre cargado con libretas y con el móvil y ahí los anoto. Por supuesto, para este menester también utilizo la servilleta de papel. Este género requiere un gran trabajo de corrección. El aforismo ha de pasar por un filtro de limpieza muy exigente y, si puedo quitarle un artículo o una preposición, mejora mucho.
¿Y parar leerlos hay algún lugar o algún momento más apropiado que otro?
Es un género tan portátil que uno se lo puede llevar a cualquier lado. Es magnífico para leer en las esperas entre avión y avión, mientras llega el tren o en la consulta del dentista,
Eres un gran aficionado a los toros y al fútbol, pero no he encontrado aforismos taurinos o futboleros en el libro.
Tengo un cuadernillo taurino que va creciendo con el tiempo, pero no sé si es bueno hacer volúmenes temáticos. Me parece mejor que se mezclen las cosas porque si no recuerdan a aquellos libros que contenían pensamientos exclusivos sobre el amor o la religión.
De los muchos aforismos del libro me gustaría que comentases un par. El primero: “Amar es conocer y a pesar de todo seguir amando”.
Creo que es la verdad. La gente que nos aprecia y nos ama lo hace a pesar de nosotros mismos. Todos tenemos una trastienda, una forma de ser que muchas veces nos convierte en indignos del más incondicional de los afectos. Y a pesar de nuestros defectos siguen amándonos.
Y el segundo: “Algunos amigos consiguen serlo del que fuimos, del que somos y del que seremos”.
Somos muy distintos a lo largo de las distintas etapas de la vida, pero a veces se da esa extraña química en los amigos de la infancia, de la juventud, de la madurez y de la vejez, que lo son siempre. Con ellos hay una química especial que no necesita más lenguaje que el del amor y la amistad.
¿Qué nuevos proyectos te aguardan para publicar?
No lo sé muy bien. Tengo entre manos una novela que avanza a empujones, que detengo y que pongo en marcha de nuevo... Nunca he sabido en verdad cuál sería mi próxima publicación porque siempre llevo varias cosas entre manos. Tengo muchísimo material para libros de aforismos y también poemas nuevos, pero no sé qué es lo que al final cobrará ventaja. En mí siempre hay cuatro o cinco corredores empatados que desconocen quien será el primero que cruzará la línea de meta.
SOBRE CARLOS MARZAL
Carlos Marzal nació en Valencia en 1961 y se licenció en filología hispánica por la universidad de la misma ciudad. Publicó su primer libro, ‘El último de la fiesta’, en 1987, y cuatro años más tarde, ‘La vida de frontera’ (1991). Luego vendrían los poemarios publicados en esta colección, ‘Los países nocturnos’ (1996, Marginales 145) y ‘Metales pesados’(2001, Marginales 196) –este último Premio Nacional de la Crítica y Nacional de Literatura en 2002–, y ya en 2004,‘Fuera de mí’, Premio Fundación Loewe. Esos cinco libros están agrupados en ‘El corazón perplejo. Poesía reunida (1987-2004)’ (Marginales 230). Marzal practica también la narrativa en prosa. Como novelista ha publicado ‘Los reinos de la casualidad’ (2003, Andanzas 583), elegida novela del año por algunos suplementos literarios. Marzal ha reunido sus escritos teóricos en el volumen ‘Poesía a contratiempo’ (2002), sus aforismos en ‘Electrones’(2007), y sus apuntes sobre arte en ‘El cuaderno del polizón’ (2007); además, ha traducido del catalán ‘Andén de cercanías’, el poemario de Enric Sòria. Gobierna el blog titulado 'País portátil'.