Escribí un relato sobre ellas, publicado en el libro colectivo 'Valencia criminal'. Me refiero a esas personas, anónimas, que, disfrazadas de lo que sea, se ubican en la vía pública, con o sin pedestal, y nos hacen esbozar una sonrisa apresurada a cambio de unas monedas. Mi cuento es viejo porque ya las había visto hacía tiempo en Valencia, durante las Fallas, y en las Ramblas de Barcelona, en cualquier estación del año. Hoy son más frecuentes que nunca. Su disfraz de estatua o de personaje de ficción, que siempre tiene un halo de misterio, de un saber quién será, se ha convertido en una forma más de "sacarse unos euros para comer" y el diario EL PAÍS publica hoy un álbum fotografico sobre algunos de ellos. Si alguien quiere visualizarlo, que clique aquí.
Herme Cerezo