«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

viernes, 1 de noviembre de 2013

Eloy Tizón, escritor: “En ‘Técnicas de iluminación’ me reconozco mucho, contiene todos los elementos que caracterizan mi escritura: lirismo, drama, humor, momentos de celebración…”



¿Qué ocurrió realmente en la fiesta celebrada anoche? ¿Hubo alguna víctima? ¿Qué contiene la caja que nuestro jefe nos entrega en secreto, pidiéndonos que no la abramos, y dentro de la cual se detecta una agitación, un mínimo llanto? ¿Será un ser vivo o un mecanismo de relojería? ¿Quién es "esa otra persona que no nos interesa", que suele aparecer en las relaciones de pareja casi siempre adosada al ser amado y de la que es imposible librarse? ¿De qué clase de apocalipsis huye esa familia que abandona la ciudad con lo puesto y termina vagando perdida por el bosque? A grandes rasgos estos son algunos de los argumentos de los relatos que componen ‘Técnicas de iluminación’ de Eloy Tizón, editado por Páginas de espuma, el nuevo, y esperado, libro del escritor madrileño. Son diez sueños en los que hay un reverso de sombra, un vértice de silencio, una pista falsa para incitar al lector y que resplandecen con luz propia, de ahí el título. Eloy Tizón es un escritor minucioso, perfeccionista y paciente en grado sumo, que necesita de la soledad y del aislamiento para trabajar, con el que tuve la oportunidad de compartir unos minutos en Valencia, ciudad a la que ha acudido para presentar su nueva obra.

Eloy, siete años de silencio, sin publicar, y regresas a través del género del cuento.
Sí, el cuento es un género en el que yo me siento muy cómodo, me gusta muchísimo. Como lector me fascina y, como escritor, sigue suponiendo para mí un desafío cómo contar una historia compleja con personajes llenos de matices en unas pocas páginas.


Siete años dan para escribir mucho material, ¿qué criterio has seguido a la hora de seleccionar los cuentos que forman ‘Técnicas de iluminación’?
Por un parte tenemos el tema de la iluminación en sentido metafórico que aparece, en mayor o menor medida, en todos los cuentos. Y por otro lado, he escogido cuentos en los que he colocado al personaje en una situación incómoda, en una encrucijada vital, lo he empujado al precipicio para ver cómo reaccionaba, qué hacía, hasta dónde llegaba. Me interesan mucho los cuentos en los que el personaje se rompe y nos permite ver su interior.


Por todo lo que cuentas, deduzco que tus personajes no deben estar muy contentos contigo, ¿no?
Sí, creo que no deben estarlo, tienen motivos, me he portado un poco mal con ellos. Me parece que, por un lado, estarán enfadados conmigo y, por otro, creo que me puedo dejar perdonar porque a todos les abro un cierto camino por el que pueden seguir. En uno de los cuentos, un personaje dice que nada termina nunca del todo y ese es el sentimiento que quería transmitir: todo sigue, nadie arroja la toalla.



En general se afirma que los cuentos son un chispazo, pero a mí me parece que estos cuentos, por su elaboración sosegada, no están escritos de un tirón.
Estás en lo cierto, ninguno está escrito de un tirón sino lentamente. Todos llevan un periodo de sedimentación. A veces tardo en encontrar la voz, en ver cómo habla un determinado personaje. Los ajusto todo lo posible y eso me ocupa bastantes horas de trabajo.


Felicidad suburbana, felicidad anabaptista, tos arcillosa, dolor de vigas, olor subjuntivo, cajas ludópatas, el codo de la calle, ¿de dónde sale esta forma de mezclar sustantivos y adjetivos?
Trato de encontrar ángulos nuevos en lo cotidiano, esa es para mí una de las claves de la creación literaria. Hay que desajustar un poco la mirada rutinaria que todos tenemos y ser capaces de ver un objeto o una persona con un calificativo que lo defina y que, además, sea sorprendente, buscando no la originalidad sino un poco la verdad que puede existir en ese momento.


¿Realmente te interesa mucho la peripecia de los relatos?
La peripecia me interesa muy poco, hay cuentos en los que lo narrativo es mínimo. Lo que de verdad me mueve es otra cosa. Trato de escribir desde un tono musical, busco una música verbal que sea interesante para el lector y que le incite a internarse conmigo en el bosque narrativo, aunque yo no tenga una idea muy clara de lo que va a ocurrir. En la invitación se incluye el riesgo de que nos perdamos pero a lo mejor llegamos a algún sitio que vale la pena.


Ninguno de los cuentos de ‘Técnicas de iluminación’ habla de la crisis actual, son más bien intemporales, ¿no?
Sí, los cuentos son intemporales, pero creo que podemos encontrar pequeñas pinceladas del presente, hay elementos de inestabilidad laboral o sentimental que tratan la crisis de refilón. Por un lado, he intentado que haya un mundo muy reconocible, un tren, una oficina, y por otro, un mundo onírico que tenga que ver con los sueños. En ese balanceo es donde yo me he situado.


¿Es fácil conseguir ese ensamblaje entre lo onírico y lo real?
En principio parto de algo reconocible y poco a poco ayudo a que el cuento se deslice hacia territorios fantasmagóricos hasta que alcanza un territorio de extrañeza. Lo que me interesa es partir de un lugar y llegar a otro distinto.


En los cuentos dejas cabos sueltos, ¿qué objeto tienen?
En todos los cuentos falta alguna pieza y esos cabos sueltos buscan captar la atención del lector. Cuando los escribo construyo un puzle, pero dejo piezas sin colocar porque quiero que el lector participe y casi que me ayude a construirlo. Ahí entra la libertad de interpretación del lector: el escritor puede llevar el cuento a un territorio y el lector a otro. Esa es una de las ventajas que ofrece la literatura que no lo da todo cerrado y masticado.


Viendo esa interacción escritor-lector, ¿cuál de los dos se lo pasa mejor con los cuentos?
No sé cómo se lo habrán pasado los lectores, pero de momento la recepción del libro entre el público es más que buena. Veo que a determinados lectores sí les apetece entrar en la propuesta que yo les hago. Mi intención es no dejar nunca insatisfecho al lector, me gusta despertar su complicidad para que le apetezca participar en la historia.


"Escribir es estar más despierto de lo normal", "Escribir es lo mismo que preparar una maleta", "No existe nada parecido a un lugar acogedor para escribir"… "Que escribir es, en sí mismo (tiene que serlo), lo contrario del hogar: un hogar inhóspito, manicomial, un sótano con poca luz y humedad excesiva", frases sobre la escritura como estas las encontramos en ‘Técnicas de iluminación’, ¿son reflexiones tuyas o de los personajes?
Sobre estas reflexiones acerca de la escritura digamos que yo las acepto, pero que están radicalizadas. Los personajes se expresan de un modo totalmente tajante. Escribir nos exige abandonar un poco el refugio cómodo en el que todos nos encontramos para emprender un camino de descubrimiento. En el proceso hay una cierta inseguridad, estoy un poco en la cuerda floja porque no sé a dónde voy. Me planteo una aventura de la que puedo salir bien o mal librado, que no sé dónde va a terminar y que incluye una dosis de cierto miedo.


Uno de los personajes de los cuentos se llama Usted, lo que produce sensaciones curiosas durante la lectura, ¿cómo se te ocurrió el nombre?
No me acuerdo de cuando se me ocurrió. Lo escogí porque me permitía un cierto juego ambiguo. El Usted parece que es una segunda persona, pero en este caso no es así porque Usted es un nombre propio y esa circunstancia crea una ambigüedad que, dentro de una historia de amor y manipulación entre dos mujeres, que también es muy ambigua, me parecía muy conveniente.


¿Y en qué lugar, en qué cuento, en qué personaje de ‘Técnicas de iluminación’ está Eloy Tizón?
‘Técnicas de iluminación’ es un libro donde me reconozco mucho, aunque no te puedo decir en qué personaje o en qué aspecto. Pero sí encuentro mi mirada y también todos los elementos que caracterizan mi escritura: lirismo, drama, humor, momentos de celebración… Jugar con todos ellos y encontrar un equilibro es lo que yo considero escribir un relato.


La última: ¿Eloy sabes ya por dónde caminará tu próximo proyecto literario?
No sé por dónde irá mi próximo proyecto. Hemos trabajado la edición de este libro hasta el final del verano, ahora estoy en plena promoción y para escribir necesitaré parar y disponer de un periodo de silencio antes de comenzar nuevas historias.

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 04/11/2013


SOBRE ELOY TIZÓN
 

Eloy Tizón nació en Madrid en 1964. Su obra anterior se compone de tres novelas: ‘La voz cantante’ (2004), ‘Labia’ (2001) y ‘Seda salvaje’ (1995), finalista del premio Herralde; y de dos libros de relatos muy celebrados: ‘Parpadeos’ (2006) y ‘Velocidad de los jardines’ (1992), considerado un título de referencia dentro del territorio del relato breve. Su obra ha sido traducida a diferentes idiomas y forma parte de numerosas antologías. Ha sido incluido en una selección de los mejores narradores europeos en la antología Best European Fiction 2013, prologada por John Banville. Tizón, además, colabora asiduamente en diversos medios de comunicación e imparte clases de narrativa en centros como Escuela de Escritores de Madrid y Hotel Kafka.