Francia, campeón de Europa 2014 |
Durante unos cuantos años
fui entrenador de balonmano. Recuerdo que, cuando participaba en las fases de
sector del Campeonato de España el partido más difícil de jugar era siempre el
que clasificaba para ser terceros o cuartos. Y dirigí varios de esos partidos.
Venías de perder la víspera, te tocaba levantar a la tropa antes que ningún
otro día y, para postre, a continuación se jugaba la final en la que tomaba
parte el rival que había privado a tu equipo de estar en lo más alto. Costaba
mucho esfuerzo motivar al vestuario. Solo clasificaba para la siguiente fase el
campeón del sector y a tus jugadores únicamente les apetecía subirse al autobús
y regresar a casa.
Por mucho que se diga, que se le disfrace con eufemismos del tipo “final de consolación”, el partido para decidir la medalla de bronce de un campeonato internacional de balonmano, en este caso el Campeonato de Europa, es el más difícil de jugar. Ambos equipos, cuarenta y ocho horas antes, tuvieron la gloria al alcance de sus dedos, la rozaron. Pero un tiro fallado, un contraataque malogrado o la parada del portero contrario les privaron de abrazarla. España se ha impuesto esta tarde de domingo a Croacia en el partido para el tercer y cuarto puestos, en el partido más difícil. Un solo tanto de diferencia ha bastado: 29 a 28. Suficiente. A pesar de la igualdad en el marcador, el cuadro hispano es el único que ha creído hoy en lo que hacía. Los croatas han llegado muy tocados. El campeonato ha sido duro, ocho partidos en apenas catorce días, y en los últimos momentos pasa factura. Solo cuando la dinámica es positiva, los golpes duelen menos y las fuerzas duran más. Y Croacia venía herida de su enfrentamiento con Dinamarca, que les apeó de la final el pasado viernes. España también salió perjudicada de su derrota en semifinales con Francia, pero su capacidad de reacción y de autoconvencimiento y su ambición deportiva les ha permitido estar más frescos, más concentrados, más atentos al desarrollo del juego. No puede estar lejos de este posicionamiento mental su preparador, Manolo Cadenas, que ha sabido insuflar en sus pupilos un carácter ganador que ya venían arrastrando después del magnífico trabajo desarrollado por sus antecesores en el cargo, Juan Carlos Pastor y Valero Ribera, que lograron aupar el balonmano nacional a la categoría de campeones mundiales en dos ocasiones.
Selección española, bronce en el europeo. |
El equipo español llegaba
con bajas sensibles al evento continental, pero tras ver su desarrollo se han
notado menos de lo esperado. Si dentro de los seleccionados alguien merecía
tocar metal en este europeo y desarrollar un papel importante era el portero, José
Manuel Sierra, un guardameta que siempre estuvo a la sombra de Barrufet,
Hombrados y Sterbic y de cuya boca jamás partió el menor reproche. Siempre
respondió cuando le llamaron y se puso a disposición de los técnicos cuantas
veces fue requerido. Su actuación hoy frente a Croacia ha sido importante. Pero
el bronce hispano deja otros sabores agradables: el buen momento de juego de
Raúl Entrerríos, la efectividad de Aguinagalde, el acierto en la detención de
penalties de Gonzalo Pérez de Vargas, el otro portero, la fortaleza defensiva
de Viran Morros y Gedeón Guardiola y la consagración como un excelente jugador
de primera línea, central o lateral izquierdo, de Joan Canyellas, que además se
alzó con el título de máximo goleador del campeonato. El jugador catalán ha
asumido el rol de tirarse el equipo a la espalda con un enorme acierto y
efectividad. Su estancia en la Bundesliga, sin duda, le ha sentado bien porque
le ha permitido desarrollar muchas de sus potencialidades individuales que
todavía no había explotado del todo.
Imagen del partido Dinamarca-Croacia (semifinal). |
Francia se llevó el oro.
Esta generación gala no tiene freno. Su hambre de títulos es insaciable y
parece que los años no pasan por ellos, no se acumulan aunque sí lo hace el
palmarés. Como seleccionador, Claude Onesta presenta un curriculum envidiable, los
rumores apuntan que cuando acabe el presente ciclo olímpico deja el banquillo
tricolor, y sus jugadores juegan de memoria: Karabatic, Guigou, el increíble y
enormemente competitivo Thierry Omeyer, Luc Abaló, Narcisse, Sorhaindo junto
con la revelación Valentin Porte, un extremo zurdo reconvertido a lateral que,
a priori, no iba a formar parte del cuadro francés, se bastan y sobran para
vencer a todos sus rivales especialmente si es a domicilio. Su carácter
competitivo es incuestionable. Por contra, el equipo que ganó la plata,
Dinamarca, corre el peligro de consolidarse como el rey del segundo puesto,
algo que realmente no está mal pero que dudo que a ellos les satisfaga. Si en
el Mundial de 2013 España les sacó los colores en la final disputada en el
Palau Sant Jordi de Montjuïc, esta tarde Francia ha hecho lo propio. El seleccionado
danés, guerrero donde los haya en los partidos previos, se diluye en las
finales. Sale poco centrado y cuando intenta recuperar el terreno perdido ya es
tarde. El termómetro de esta situación es su portero titular, Landin, arquero
excelente que, sin embargo, “desaparece” en las finales, al menos en las dos
últimas que ha jugado. Y es precisamente en esos momentos cuando su equipo más
le necesita. Por último, Croacia, cuarta clasificada, depende demasiado de su
estrella, Domagoj Duvnjak, que ha acumulado una cantidad excesiva de minutos a
lo largo del campeonato. Y eso tanto en la semifinal del viernes como en el
partido de hoy contra España les ha pasado factura a los croatas. Si a ello le
unimos que el pivote Vori es ya todo un veterano al que tampoco se le da mucho
descanso, tenemos esbozado un mínimo análisis de lo ocurrido. Su seleccionador Slavko Goluza tiene trabajo por delante para dar entrada en el equipo nacional a nuevos jugadores que suban desde abajo y aporten savia e ideas frescas.
Por último, solo resta
desear a la Real Federación Española de Balonmano, ahora presidida por el valenciano
Francisco Blázquez, que continúe por este mismo camino y perpetúe la senda de
éxitos a la que el balonmano de selección nos tiene acostumbrados desde hace
unos cuantos años. Que así sea.