Europa, siglo XIV.
Mientras España, Francia e Inglaterra ultiman su unificación, los Estados
italianos se ven envueltos en conflictos permanentes por culpa de la religión,
el poder y el ansia de expansión territorial. Lo único que les une es el
renacimiento cultural de las artes. En la Florencia de los Médici, epicentro de
este despliegue artístico, una mano anónima acusa de sodomía a un joven y
prometedor Leonardo da Vinci. Durante dos meses será interrogado y torturado
hasta que la falta de pruebas lo ponga en libertad. Con la reputación dañada,
Leonardo partirá hacia nuevos horizontes para demostrar su talento y apaciguar
las secuelas psicológicas provocadas en prisión. ¿Quién lo acusó? ¿Con qué
motivo? Mientras se debate entre evasión o venganza Leonardo descubrirá que no
todo es lo que parece cuando se trata de alcanzar el éxito. Aquí arranca el
planteamiento inicial de 'Matar a Leonardo da Vinci', la primera novela de
Christian Gálvez, editada por Suma de Letras.
Christian, eres presentador,
conferenciante, ibas para maestro, ¿lo tuyo es vivir de la palabra?
Bueno, yo quería
ser profesor aunque no llegué a terminar la carrera de Magisterio, a pesar de
lo que diga Wikipedia. Por mi vida pasó ese tren que solo pasa una vez y lo
tuve claro: me subí. Si fracasaba en televisión, siempre podría volver a Magisterio,
porque los que trabajamos en ese medio somos juguetes y dependemos del gusto
del público. Pero está claro que sí, que lo mío es la palabra. Ya me lo insinuó
mi profesor de segundo de BUP, cuando me dijo que Dios no me había llamado por
el camino de las matemáticas.
En verdad he intentado
plasmar cosas que me han pasado a mí, aspectos relacionados con la amistad y,
sobre todo, con la traición. Pero tengo bien presente que cincuenta vidas mías
nunca eclipsarían la de Leonardo y también que cuando uno escribe deja huellas
suyas en lo que hace´. En mi caso, solo la gente muy cercana percibirá cuáles
son esas huellas y cuáles no.
¿Te
sientes criticado por ser una persona mediática que comienza su carrera como
escritor?
Este es mi cuarto libro y mi
primera novela. La gente que se dispone a criticarme, antes debería leerla. El
hecho de prejuzgar supone que se pierde el tiempo, tiempo que ellos podrían invertir en hacer
otras cosas. A lo mejor nos estamos perdiendo un puñado de buenos escritores.
También me gustaría que se pusieran en mi lugar porque es verdad que el formato
del programa ‘Pasapalabra’ está consolidado y funciona muy bien, pero no es
menos cierto que si la novela va mal me lloverán los palos y el programa podría
sufrir algún daño colateral. Aquí hay mucho trabajo y mucho respeto hacia mí,
hacia Leonardo y, por encima de todo, hacia el público, especialmente hacia el
lector de novela histórica, que es exigente y que siempre quiere aprender
nuevas cosas con este tipo de obras.
¿La
admiración que profesas hacia Leonardo te ha llevado a ser un poco más
condescendiente con su figura?
Rotundamente, no. Mira, hay
una delgada línea entre ídolo y referente y da la casualidad de que cada vez
que he conocido a un ídolo siempre me he sentido decepcionado. El ídolo no
tiene referentes y un referente es aquel al que admiras por encima de todo, a
pesar de sus defectos. A Leonardo lo conocemos por sus éxitos y no por los
fracasos que los tuvo y muchos. De su personalidad hay facetas que no me gustan
y que si hablase con él le echaría en cara.
Ahora
te has enfrentado con Leonardo desde el punto de vista de la ficción, pero
antes ya habías escrito sobre él, ¿existía en ti una fascinación previa sobre
el personaje?
Es cierto que en el libro de
couching, que escribí por encargo anteriormente
y que se movía entre el Renacimiento y el siglo XXI, encontré muchas
referencias suyas. En esta novela y con la perspectiva que me proporcionan
quinientos años, he podido hacer todo lo contrario y romper su armadura de
genio. Leonardo da Vinci era un bicho raro y lo que más me interesaba de él era
la persona, el aspecto humano. Casi nadie sabe que era bipolar, ilegítimo,
iletrado, disléxico y con déficit de atención y que, a pesar de todo eso, su
perseverancia y su trabajo le permitieron alcanzar las cotas tan altas a las
que llegó.
¿Te
planteaste la posibilidad de enfrentar la novela bajo el prisma de la primera
persona?
Me llegué a plantear la
primera persona para narrar, pero me hubiera llevado a ser muy condescendiente con Leonardo y
obligado a justificar acciones suyas con las que no estaba de acuerdo. Además
él era bipolar y resultaría complicado introducirse en su pensamiento, porque
en una misma hoja de sus escritos por un lado afirmaba una cosa y por el otro
la contraria. Barajé también la posibilidad de escribir en segunda persona,
pero esa opción requiere que el narrador esté siempre presente y no habría
podido jugar con los flashback. Por eso, finalmente, opté por la narrador
omnisciente que me permitía romper y jugar con el tiempo como lo he hecho.
¿A
la hora de construir la novela te interesaba más que lo que cuentas fuese
cierto o verosímil?
Siempre prefería que fuera
creíble, verosímil. Pero mis licencias literarias no pasan por cambiar las fechas
a mi conveniencia y por eso he respetado los datos exactos al pie de la letra.
Lo que sí que he hecho ha sido inventar y pensar los motivos que le llevaron a obrar
de un modo determinado o a viajar de un lugar a otro.
En
‘Matar a Leonardo’, tú sostienes que el artista italiano pudo permanecer un
tiempo en Barcelona, ¿cómo has llegado a esa conclusión?
Desde 1481 a 1483
desconocemos dónde vivió. Hay varios estudios, entre ellos los de José Luis
Espejo, que afirman que él pasó por Barcelona, ciudad en la que está enterrado
su abuelo. Además existía una cierta relación entre él y el abad de Montserrat,
que terminó siendo papa y que fue quien invitó a Miguel Ángel para que decorase
la Capilla Sixtina. San Jerónimo, el único cuadro de Leonardo que está en el
Museo Vaticano, incluye unas rocas que pertenecen a Montserrat. Todas estas
cosas me llevaron a pensar que pudo pasar esos dos años en Barcelona.
Después
de haber trabajado tanto tú sobre Leonardo da Vinci, ¿tienes la impresión de
que la gente cree que sabe más cosas de él de las que en realidad conoce?
Sin duda. La figura de
Leonardo está muy mitificada y tergiversada. No voy a decir que hay autores que
le han hecho daño al personaje, pero creo que tiene menos enigmas de los que se
le atribuyen y los que tiene son mucho más grandes de lo que la gente cree.
Mientras
escribías la novela, ¿se te ha escapado alguna vez este singular protagonista?
No se me escapó porque hice
trampa, ya que en el primer capítulo incluí su muerte con lo que evitaba sus
fugas. Leonardo acabó sus días lleno de dudas hasta tal punto que, siendo
hereje, recibió la extremaunción.
Cristo
y Leonardo da Vinci desaparecieron un tiempo de su vida, ¿a todos los grandes
personajes de la Historia les ocurre lo mismo?
No tiene nada que ver. Desde
mi humilde punto de vista y, basándome en la Historia de las Religiones que he
estudiado, Jesús de Nazaret desapareció para encontrarse a sí mismo. Fue un
retiro espiritual. En el caso de Leonardo se trataba de una necesidad física
porque estaba acusado y buscado por sodomía.
¿Para
documentarte has utilizado fuentes originales del propio Leonardo da Vinci?
Sí, he manejado escritos
originales suyos. El problema es que si lees sobre Leonardo y no lees a
Leonardo se produce una disfunción, porque todo lo que se ha escrito sobre él
es una mera interpretación. Con este personaje ocurre que puede ser el genio
que conocemos o el hombre que todos deberíamos conocer y para entenderlo
realmente hay que leer lo que escribió de su puño y letra.
La
última por hoy: ¿estás trabajando ya en algún proyecto nuevo?
De momento, lo único que
puedo adelantar es que tengo un proyecto educativo que toma como referencia a
Leonardo y que, posiblemente, saldrá a finales del año. Por otro lado, el
público lector decidirá con su acogida, favorable o no, si ‘Matar a Leonardo da
Vinci’ se convierte en una trilogía.
SOBRE CHRISTIAN GÁLVEZ
Christian Gálvez (Madrid, 1980) estudió Magisterio y Filología inglesa. Actualmente es uno de los rostros de Mediaset España, donde conduce con éxito el concurso cultural ‘Pasapalabra’ desde hace siete años. Asimismo es el director de la productora 47 Ronin S.L., empresa destinada a potenciar el talento de jóvenes promesas y socios de Soul&Share, productora que desarrolla contenidos audiovisuales. Desde 2009 compagina su trabajo en televisión con su investigación sobre Leonardo da Vinci y vive a caballo entre Madrid y La Toscana.