Con su nueva publicación, ‘La niña gorda’, editada por
Páginas de Espuma, Mercedes Abad incide en el territorio de la narrativa breve,
de los cuentos. Se trata de una colección de relatos, protagonizados por la
niña Susana Mur, el alter ego de la
escritora barcelonesa, con un marcado carácter
autobiográfico que tiene como tema central la obesidad. Aunque el volumen se
presenta como una sucesión de narraciones independientes, muy bien podría
leerse como una novela por las numerosas interconexiones y canales,
subterráneos y superficiales, que les unen. En este sentido, otra escritora
barcelonesa, Flavia Company, los ha bautizado con el nombre de “cuentela”,
palabra que fusiona ambos términos.
Sí, mi publicación anterior, ‘Media docena de robos y un par
de mentiras’, también fue un libro de cuentos, cuentos atípicos como de
costumbre. Llevo un gamberro dentro y necesito hacer cosas distintas que me
diviertan y supongan un reto intelectual porque al final las historias son las
mismas. El gran reto del escritor es conseguir que parezcan nuevas y por eso
hay que explorar otras fórmulas. Aunque siempre he creído que mis obras más
autobiográficas eran las novelas, la colección de cuentos que forman ‘La niña
gorda’ rompe esta creencia porque es muy autobiográfica.
¿Cómo surgió la idea para escribir
estas historias?
La niña gorda c’est moi,
eso está claro. El dolor ante la exclusión social del que es objeto la
protagonista es mi dolor. En estos cuentos he reflejado el tránsito de la niña
a la pubertad, a la adolescencia, a la edad adulta y también cómo se construye
la identidad de una persona. Lo que ignoro es lo que me ha impulsado a publicarlos
precisamente ahora.
Como acabas de
explicar, estos cuentos son autobiográficos. Teniendo presente esta afirmación,
¿al escribir tu intención era hablar de ti o del problema de la obesidad en
términos generales?
De mí, sin duda. Creo que ‘La niña gorda’ tiene mucho de
desahogo personal. Como escritora necesito descubrir cosas por mí misma, hacer
una terapia y exorcizar demonios y esto ha sido un ejercicio de exorcismo.
Aunque pueda considerarse como un libro liberador, en el fondo resulta ambiguo
porque contiene elementos que indican que todavía estoy pillada en esto del
comer. Los seres humanos nos movemos entre la búsqueda del placer y la
aprobación de los demás. Al final la vida es un pacto, porque al mismo tiempo
deseamos conseguir el placer, tener amigos y sentirnos integrados. Si no
existieran espejos y la mirada ajena, todos tendríamos la autoestima más alta.
Si la protagonista, en
lugar de Susanita se llamase Ernesto o Felipe o Mariano, ¿sufriría menos
desajustes que ella?
Si la respuesta te la tuviese que dar cuando yo era pequeña,
te diría que sí, aunque hay que tener en cuenta que cada época tiene sus
monstruos y sus apestados sociales y en aquellos años, hablo de los setenta,
también nos burlábamos de los niños afeminados. Actualmente la presión social,
debido a los medios de comunicación y a las modas, es mucho mayor. Pero hay
cosas que no cambian jamás y ahora hay chavales excluidos de la manada, del
grupo, porque la crueldad entre adolescentes sigue siendo la misma.
La madre de Susanita
lleva a la niña al endocrino. Eso ocurre en las primeras páginas, en el cuento
inicial. ¿En el tema de la obesidad, endocrino es la palabra de moda?
No, la palabra de moda es la dieta que la prescribe el
endocrino. En cualquier revista de cotilleo, en la última página, siempre nos
tropezamos con una dieta milagrosa que va cambiando, pero que en el fondo es la
misma. Las dietas caducan, las cambian, pero son iguales: la proteínica, la
Motignac… Cada momento posee una dieta milagro para enmascarar la realidad. La
que yo hice, comparada con las que se estilan ahora, no tiene nada que ver.
Actualmente, la gente se alimenta de porquerías, de sobres con polvos o de barritas
alimenticias, en lugar de comer ensaladas, frutas y otros productos naturales. Lo
que se debe hacer es instruir a la gente con normas para comer sin que se
pierda el placer, sin privarse de la enorme variedad alimenticia que tenemos en
el Mediterráneo y en España.
Continuando con las
dietas y regresando a las diferencias y similitudes entre chicas y chicos, en
nuestros días el problema de la obesidad afecta por igual a ambos sexos, ¿no?
Sí, creo que los chicos ahora también tienen problemas con el
sobrepeso y sus cifras de anorexia son muy altas. Todavía hay más chicas que
chicos, pero los números masculinos han subido mucho. Por otro lado, la
industria cosmética ha atrapado al sector masculino, que hasta el momento
permanecía un poco al margen. Antes no había metrosexuales y ahora sí,
muchachos que se depilan y que se machacan en el gimnasio, auténticas víctimas
de la moda.
¿Y cuáles son los modelos en los que se fija la gente joven de hoy?
La sociedad quiere parecerse cada vez más a los anuncios
publicitarios, a los modelos. Trata de reproducir la imagen de personajes sin
nombre, auténticos envases vacíos. Antes los modelos eran artistas de cine como
Ava Gardner o Marilyn Monroe, pero esos estándares quedan lejos. En la
actualidad hay actrices gorditas que triunfan, pero las adelgazan enseguida. A
los hombres os pueden gustar más las mujeres voluptuosas, pero las mujeres
somos muy crueles entre nosotras y el patrón estético lo transmitimos nosotras
mismas.
Aunque la lleva al
endocrino, cuando Susanita se va de excursión, su madre le pone en la mochila una tortilla
de patatas, lomo rebozado, dos paquetes de Filipinos, empanada gallega, piña y
melocotón en almíbar, y le da dinero para chuches, así es difícil no engordar
¿no crees?
Sí, ante
semejante panorama la verdad es que Susanita lo tiene muy jodido para perder
peso.
Susanita busca refugio
en la lectura de libros, una actividad solitaria que le proporciona momentos de
paz y distracción, ¿la lectura engorda?
Por suerte la lectura no engorda, es alimento espiritual bajo
en calorías y rico en sustancia. El amor por la lectura fue mi refugio desde
siempre. Mi abuela le decía a mi madre que yo ya sabía leer aunque era muy
pequeña. Y mi madre le contestaba que lo que yo hacía era memorizar las
páginas. Y era verdad, pero también lo era que yo aprendí a leer muy pronto.
Mis años de gordura se hicieron más llevaderos gracias a que tenía un buen
libro entre las manos. Y ahora me ocurre igual. De hecho, si lo que leo no es
bueno, no me siento feliz. La vida está llena de grandes libros por descubrir.
La última por hoy: ¿por
dónde transitará tu próximo proyecto literario?
Pues no lo sé. Estoy metida en algo que podría ser cualquier
cosa: novela, cuentos, libro de recuerdos... Unas veces descubro muy tarde lo
que es y otras muy pronto. Depende. ‘La niña gorda’ la escribí como novela al
principio pero vi que no funcionaba. Quizá fuera porque soy nerviosa y me gusta
más la brevedad y la tensión del cuento. En esto de escribir, el carácter
también cuenta. Josep Maria Espinás dijo en una ocasión que había escritores
que lograban traspasar su carácter al papel y otros que no lo conseguían. En mi
caso, creo que el asunto va por ahí. Tal vez me siento más a gusto con el
cuento, porque la novela te exige mucho tiempo para escribir una primera
versión y también para retocarla hasta que queda como tú quieres.
SOBRE MERCEDES ABAD
Mercedes Abad (Barcelona en 1961). Tras algunos escarceos con el mundo del cine y el teatro, en 1986 ganó el premio de narrativa erótica La sonrisa vertical, con su libro de cuentos 'Ligeros libertinajes sabáticos'. Desde entonces ha publicado varios libros de relatos: 'Felicidades Conyugales' (1989),'Soplando al viento' (1995), 'Amigos y fantasmas' (2004, Premio Mario Vargas Llosa) y 'Media docena de robos y un par de mentiras' (2009). Igualmente es autora de dos novelas, 'Sangre' (2000) y 'El vecino de abajo' (2007), y de un ensayo juguetón y humorístico, 'Sólo dime dónde lo hacemos' (1991). Además ha escrito diversas obras de teatro y adaptaciones, entre ellas 'XXX', versión de 'La filosofía en el tocador' (Marqués de Sade), de la Fura dels Baus, y 'Las amistades peligrosas de Christopher Hampton. Su obra ha sido traducida al italiano, al alemán, al neerlandés, al portugués y al finés y ha sido incluida en numerosas antologías. Actualmente imparte clases de narrativa en la Escola d’Escriptura del Ateneu barcelonés.