La víspera de esta entrevista, desde Barcelona le llegó la
noticia de que le habían concedido el Premio
Internacional de Novela Histórica Barcino II edición, un nuevo galardón que
añadir a su ya dilatada trayectoria literaria, que le había emocionado
especialmente porque “el año anterior se
lo habían concedido a Lindsey Davis, que también ha recreado el mundo de los
romanos en sus obras”. De sus cinco primeras novelas, todas dentro del
territorio histórico, lleva vendidos más de dos millones de ejemplares, pero
Santiago Posteguillo no se conforma sólo con esto y explota también su faceta
didáctica a través de la docencia como profesor de Lengua y Literatura Inglesa de
la Universitat Jaume I de Castellón y de la escritura de una serie de volúmenes
plagados de relatos cortos, en los que recoge anécdotas y pormenores de los grandes
genios de la literatura universal y de algunas de sus obras, cuyos ires y
venires hasta caer en las manos del lector resultan especialmente atractivos.
Dentro de esta segunda vertiente se enmarca ‘La sangre de los libros’, editado este
mismo mes de octubre por Planeta, que ya va por su segunda edición en apenas
tres semanas de vida. Por las páginas de este volumen nos encontramos con
asesinatos, suicidios, duelos, condenas a muerte, guerras, eclipses, vampiros,
juicios y otros misterios que se esconden detrás de tantos libros publicados.
Santiago, tu carrera
literaria la desarrollas a través novelas históricas y de libros, que podríamos
llamar “didácticos”, ¿en qué territorio de los dos te encuentras más a gusto?
Bueno, esto es como preguntarle a alguien si quiere más a su
padre o a su madre. Me encanta hacer novelas históricas sobre Roma. Probablemente
me pase toda la vida escribiéndolas, teniendo siempre presente que Roma se
extiende desde la legendaria fecha de 753 antes de Cristo hasta el año 1453
después de Cristo, con lo que tengo un amplio margen temporal para trabajar.
Pero, como profesor de Literatura de la Universitat Jaume I he querido explotar
mi vena didáctica a través de estas colecciones de relatos, que pretenden
conformar una Historia de la Literatura. Ojalá que ‘La sangre de los libros’
sirva para que la gente salte de su lectura a la de las obras de los grandes
autores.
¿Hay un Posteguillo que
escribe estos relatos cortos y otro Posteguillo que escribe las novelas
históricas o es el mismo escritor?
No hay dos, es uno solo. Si lo piensas bien, las novelas de
mil páginas están construidas segmentadamente, con capítulos no muy extensos y
cada uno de ellos, de alguna manera, constituye un relato corto con la salvedad
de que en las novelas los capítulos están interconectados entre sí y en los
libros de relatos no ocurre esto.
Si nos atenemos a un
sentido más metafórico de la palabra sangre del título y la interpretamos como
esfuerzo, me atrevo a preguntarte: ¿detrás de un libro escrito hay mucho
esfuerzo?
Normalmente, detrás de una obra maestra de la Literatura sí
hay un gran esfuerzo, pero no detrás de todos los libros, porque los hay buenos
y malos. El título hace referencia a la sangre física, como se refleja en
algunos relatos, por ejemplo el del duelo entre Pushkin y el francés Georges
d’Anthès o el de los vampiros de Drácula, y también a la sangre en el sentido
metafórico al que aludías en tu pregunta. En este caso pienso en Charlotte
Bronte, que vio morir a todas sus hermanas, mientras que a ella sólo le quedó
el amor de un hombre casado, algo que en la época victoriana estaba muy mal
visto. Bronte, sin embargo, recogió su sufrimiento y lo recreó escribiendo ‘Jane
Eyre, a la que imprimió un toque feliz que no pudo disfrutar en su vida real.
Es lo que se llama justicia poética.
¿Las historias que
relatas en estos cuentos están basadas en hechos reales o son simplemente
leyendas?
El noventa por ciento de los relatos se fundamentan en hechos
reales. Ocasionalmente, algunos están basados en leyendas. Pero como en el
propio cuento explico, los fundamentos históricos de los que nacen esas
leyendas resultan más sorprendentes que ellas mismas.
Los personajes que
aparecen en ‘La sangre de los libros’ son reales, sin embargo, como narrador
has utilizado la técnica de no desvelar su auténtico nombre hasta que el relato
no está bien avanzado, ¿por qué?
Poe o Cortázar, que eran magníficos escritores de relatos
cortos, decían que si algo funcionaba bien en este género era la intriga. Por
eso, estos treinta cuentos están construidos jugando con la intriga a través de
un asesinato o de una reencarnación y, en lugar de desvelar enseguida de qué
autor hablo, empiezo a describir a un escritor en una situación límite. Después
el lector observa cómo cada uno de ellos logró salir de ese momento extremo. Al
no revelar su nombre desde el principio, consigo que el público que no conoce a
los clásicos disfrute con ellos y que quien sí que los conoce juegue a saber de
quién hablo en cada historia.
En los cuentos detecto dos
voces narrativas. La primera relata la historia; la segunda surge en el
desenlace y es una voz más académica, más de profesor. ¿Qué finalidad persigues
con esa doble voz?
La verdad es que ‘La sangre de los libros’ pertenece a un
género híbrido. La Crítica Valenciana otorga anualmente un premio al Ensayo y
Otros Géneros. Precisamente en estos Otros Géneros es donde se enmarcan mis
relatos, porque contienen una coda en la que aparece el profesor que explica
cuánto de cierto y de imaginado hay en cada uno de ellos. Estos finales le dan
al texto un barniz histórico que el público agradece. Estoy seguro de que es un
libro con el que los lectores se lo van a pasar muy bien.
Da la impresión de que
disfrutas enormemente con lo que haces, porque no sólo explicas Literatura en
tus clases sino que también la escribes en tus libros. Teórico y práctico.
Tienes razón, es cierto y me siento muy afortunado por ello. Creo,
divulgo y escribo Literatura. Por eso me esfuerzo en combinar mi trabajo como
escritor, a un nivel creo que ya muy profesional, con el de profesor. También
es verdad que mantener esta combinación hoy en España resulta complicado, pero
voy a luchar por conseguirlo. En este sentido estoy muy agradecido a la
Universidad Jaume I por las facilidades que me da para lograrlo. Me resulta muy
estimulante explicar a chicos y chicas Literatura y no te puedes imaginar lo
que se aprende escuchándolos. Sin embargo, me dan pena porque están muy bien
preparados y el futuro que les espera a muchos de ellos no será otro que
emigrar de este país para trabajar.
Sería muy largo tratar
de todo lo que cuentas en ‘La sangre de los libros’, pero sí podemos repasar
algunas cosas muy interesantes como, por ejemplo, descubrir que Calderón de la
Barca y Félix Lope de Vega eran gente de espada fácil y que se podía organizar
un duelo por un puñado de versos, ¿realmente fue así?
Calderón no sólo tiraba de espada, sino que también estuvo en
la cárcel o destruyó a patadas la puerta de un convento de clausura, porque
allí se escondía una persona a la que él perseguía. En el libro he tratado de
quitar todo ese polvo amarillento que recubre a tantos personajes ilustres que
escribían en verso y que encontramos en retratos del siglo XVII. La gente, al
verlos, se pregunta qué van a aprender de semejantes tipos, pero si tú les
entras por la trastienda, por la anécdota, entonces les sorprendes y te miran
preguntándose qué nos va a explicar este hombre ahora. Mi método es narrar aspectos
que las biografías convencionales ocultan, porque pienso que el procedimiento
de usar lo anecdótico para llegar a lo sustancial es realmente muy efectivo.
Precisamente por esas
ocultaciones que comentas, hasta hace poco no hemos sabido que el escritor
Isaac Asimov murió por el VIH. Lo explicas en uno de los relatos.
En este caso concreto hay que comprender que su familia no
quisiera que se supiera que el gran escritor había fallecido víctima del sida. Los
propios médicos se lo recomendaron para evitar el desprestigio que por aquel
entonces, hablamos del año 1992, conllevaba el hecho de tener esta enfermedad,
aunque Asimov la hubiera contraído de forma injusta a través de una transfusión
de sangre. Pasados unos años, la familia tuvo el buen criterio de hacerlo
público y escribir ahora sobre él en ‘La sangre de los libros’ sin duda
revitalizará el interés de los lectores por este maestro de la ciencia ficción
y de otros géneros.
Aprovechas también los
cuentos para pellizcar un poco las conciencias patrias, porque a estas alturas
todavía no sabemos dónde están enterrados ni Cervantes ni Gutenberg. Una
curiosa coincidencia.
Así es y he incluido a Gutenberg en el relato para que nos
demos cuenta de que no somos los únicos a los que les ocurren estas cosas. A
los alemanes también les pasa y es que la Historia ha sido injusta con
personajes importantísimos. Esperemos que algún día se localicen sus tumbas.
Agatha Christie
despareció durante unos días. Nadie la encontraba. Se le dio por muerta. En
otro relato tú consigues que Conan Doyle, que siempre enviaba a Sherlock Holmes a investigar, se involucrara
personalmente en la búsqueda de la escritora inglesa.
Sí y lo que explico es absolutamente verídico. Conan Doyle
apreciaba mucho a Agatha Christie y, cuando la dieron por muerta, contactó con
una médium para tratar de localizarla mediante la utilización de un guante suyo.
Pero no lo consiguió. Lo que no se cuenta en el relato, porque no lo sabemos,
es si fue porque el espiritismo no funcionó o porque la escritora inglesa no
estaba muerta.
La escritora
estadounidense Emily Dickinson padecía agorafobia y vivía encerrada en su
habitación, aislada, ¿la Literatura, en un caso como ese, ¿ayuda a sobrevivir?
Por supuesto. Emily Dickinson padecía una agorafobia extrema
y por eso vivía recluida en su habitación. Creo que uno de los aspectos que
subyace en ‘La sangre de los libros’ es que, debajo de la Literatura, hay una
terapia pura. Lo que ocurre es que, en ocasiones, esta terapia produce obras
maestras.
A lo mejor, los grandes
escritores padecían enfermedades más graves, ¿no?
Sí, es posible, y en proporción crearon obras “más
magistrales” [risas]. Lo de Emily Dickinson fue algo mágico, la historia de una
mujer que desde su habitación construyó una obra de más de dos mil poemas
absolutamente perfectos. Me parece gracioso, además, que su editor, Thomas
Higginson, se empeñase continuamente en corregir sus defectos de puntuación,
por lo que fue muy criticado. Pero yo
defiendo a Higginson, porque se molestó en ir a visitarla para animarle a que
siguiera escribiendo. Él no la entendió, pero sí intuyó que dentro de la obra
de aquella mujer había algo grande y, a su manera, trató de alimentarlo, aunque
con ello lo único que consiguió es que Dickinson, afortunadamente, se
empecinara en continuar escribiendo como lo hacía.
En el último cuento, invitas a la gente a que siga leyendo cuando
acabe el libro. Leer siempre es importante, pero ¿resulta especialmente
recomendable hacerlo ahora en los tiempos que nos ha tocado vivir?
Sin duda hoy es mucho más importante hacerlo. Hay dos motivos
por los que se debe leer. Por un lado, porque la lectura es un virus que
produce tres síntomas: reflexión, pensamiento y crítica. Sólo por estas tres
cosas ya habría suficiente motivo, pero, además, como señala el poeta brasileño
Ferreira Gullar, la literatura existe porque la vida no basta.
La pregunta que cierra
la entrevista es doble y obligada: ¿volveremos a tener noticias de Trajano?
¿Cuándo?
Seguro que sí. Creo que la tercera entrega estará acabada
entre el otoño de 2015 y la primavera de 2016. Este año viajé a Turquía para
ver el lugar exacto donde murió Trajano. Existe un monumento que recoge el
hecho. Con la ayuda de la arqueóloga Claudia Winterstein del Instituto de Alemán
de Arqueología localicé el lugar exacto de su muerte, que ocurrió un 29 de
julio de acuerdo con el calendario por el que nos regimos actualmente. En esa
visita cogí las fuerzas suficientes para concluir la novela.
SOBRE SANTIAGO POSTEGUILLO
Santiago Posteguillo (Valencia, 1967), profesor titular de Lengua
y Literatura Inglesa en la Universitat Jaume I de Castellón y doctor europeo
por la Universitat de València, estudió literatura creativa en Estados Unidos y
lingüística, análisis del discurso y traducción en Reino Unido. Sus novelas
históricas, ‘La trilogía de Escipión’, ‘Los asesinos del emperador’, y ‘Circo
Máximo’, han sido aplaudidas por centenares de miles de lectores de España y
América Latina. También ha publicado ‘La noche en que Frankestein leyó el
Quijote’, un libro que nos descubre la vida secreta de las obras más destacadas
de la literatura universal.