‘El caso Galenus’ del escritor Alberto Curiel, editado por Algaida, es un thriller
ambientado en el mundo de las multinacionales españolas y otras organizaciones
internacionales. Madrid, Barcelona, Londres, Lyon, Bogotá o Pekín son
escenarios de una acción que se traslada desde lujosos despachos y hoteles de
cinco estrellas a paisajes desolados, sórdidas callejuelas y pensiones
castizas. Isabel Sáenz de Tejada, hermosa ejecutiva con pasado, y Fernando
Flórez, un toxicólogo, con solo el presente en su haber, intentarán desentrañar
un asesinato y un misterio que ha permanecido oculto durante casi dos décadas
en un sótano: una revolucionaria investigación biomédica con una patente
millonaria, que podría cambiar el mundo tal como hoy lo conocemos. Pero nadie
sale incólume tras descubrir la verdad más incómoda e incluso el periodista que
narra la historia, se verá salpicado con sus consecuencias.
Alberto, tu curriculum
advierte que eres Ingeniero Superior en Telecomunicaciones, Máster en Dirección
Comercial y Márketing, y que te interesan las Humanidades, ¿por qué escribir
ficción ahora?
Bueno, no soy un hombre del Renacimiento, uno de aquellos
tipos que era capaz de pintar, escribir o elaborar complicados cálculos
matemáticos, pero es cierto que las Humanidades siempre me han apasionado.
Llevo leyendo mucho tiempo y construyendo mi biblioteca en la que puedes
encontrar todos los estilos literarios que existen. Desde hace diez años he
escrito otros libros, textos de consumo interno y familiar, fundamentalmente
autobiográficos. Hace tres años unos amigos me retaron para ver si me atrevía a
escribir una novela que tuviera mayor recorrido desde el punto de vista
comercial y ‘El caso Galenus’ es el resultado.
La frase es mía, igual que el título. Es cierto que ha habido
una fase de editing en la que Miguel
Ángel Matellanes, mi editor, ha mejorado la novela con sus aportaciones, pero
no es el caso de este subtítulo. Hay un aforismo que dice que la ignorancia es
una de las fuentes de la felicidad y desde luego lo que está claro es que no
conocer las cosas que pasan permite vivir más feliz. Mi novela versa sobre los
tratamientos del cáncer y, cuando investigas, profundizas en este asunto y
descubres lo que hay, te sobreviene una innegable intranquilidad.
¿Tu afán por las
Humanidades es el causante de que la pareja protagonista, Isabel y Fernando, lleve
los mismos nombres que los Reyes Católicos?
Mi amor por las Humanidades lo demuestro día a día muchas
veces, entre otras cosas lo hago colaborando en un programa cultural dirigido
por el periodista David Felipe Herranz. Pero no entraba en mis cálculos que
estos nombres, Isabel Sánez de Tejada y Fernando Flórez, fueran un guiño a la
Historia. Isabel es una persona triunfadora, una ejecutiva curtida en mil
batallas, acostumbrada a conseguir lo que quiere, mientras que Fernando es un
tipo introvertido, un hombre de laboratorio, una especie de Sancho Panza. Su
elección no es casual, los he escogido porque precisaba dos personajes con este
perfil.
Como pareja, además,
son peculiares, porque Isabel y Fernando no terminan de llevarse bien.
Bueno, eso es adentrarse un poco más en la novela.
Efectivamente, así como Isabel está acostumbrada a triunfar, a que no le
nieguen nada, Fernando, al ser más introvertido como señalaba antes, no sabe
demostrar sus sentimientos tal y como ella demanda y ahí se produce un choque, de tal
manera que la relación, poco a poco, va desarrollándose de una forma
tormentosa.
De alguna manera, ¿‘El
caso Galenus’ trata de conseguir que el lector se pregunte acerca de hasta qué
punto está dispuesto a llegar para cambiar el mundo?
Sí, exacto, porque todos deseamos que el mundo mejore y que
la curación de una enfermedad tan terrible como el cáncer se produzca. Pero eso
conlleva saber si estamos dispuestos a asumir lo que ese avance significa.
Actualmente, una de cada tres muertes que ocurren es debida al cáncer. Si de un
plumazo suprimiéramos esa muerte, la población envejecería porque se aumentaría
la edad de vida. Por otro lado, la sociedad también ha de asumir que esa
protección no llegaría a todo el mundo y tener bien presente que las implicaciones
que comporta deberían hacernos pensar
cómo llevarla a cabo, determinando qué generación sería la primera que
debería beneficiarse con esta mejora. Estamos ante un cambio dramático y
beneficioso a la vez, que debe ser planteado con mucho cuidado.
¿Te has quedado corto
con lo que querías contar o, dicho de otro modo, la realidad ha superado tus
expectativas previas?
Los personajes de ‘El caso Galenus’ no son extremos, sino muy
creíbles, lo que ocurre es que la realidad nos muestra ejecutivos más
despiadados y ladrones, lo comprobamos cada día en nuestras vidas. Isabel, en
este sentido, no alcanza ese punto de crueldad y es superada por la realidad,
pero luego tiene ese lado turbio, oscuro, que le hace ser especial. De todos
modos, y contestando a tu pregunta, estoy plenamente convencido de que en el
asunto del cáncer la realidad superará a la ficción.
Escritores que proceden
del mundo de las letras han escrito sobre la genética como el medio para
prolongar la vida. Tú provienes del mundo científico y hablas de lo mismo.
¿Sois gente iluminada o esto es producto de la realidad social que vivís?
Esto es una realidad, va a suceder, estamos a la puerta de
que ocurra. La novela sólo hace que plasmar lo que ya existe y no se extiende
porque conlleva muchas implicaciones. En el asunto del núcleo de las células
radica la clave del alargamiento de la vida. La pregunta clave es si vale la
pena prolongarla. Y la respuesta es que sí.
Después de todo lo que
llevamos hablado se me ocurre que ‘El caso Galenus’ es un thriller que bordea la ciencia ficción, ¿o no?
Yo diría que bordea más la ciencia que la ciencia ficción. La
parte de ficción es que ya se ha llegado a conseguir la prolongación de la vida
a través de la genética, pero eso es pura ciencia. He escrito la novela en
clave de thriller porque es la manera
de conseguir una narración más amena y dinámica sobre un tema que, de otro
modo, podría resultar complejo de explicar. De paso consigo que el lector se
interrogue sobre este problema.
Desde ese punto de vida
de su complejidad, ¿tu novela está contada con un solo nivel de lectura o con
dos, uno para el lector habitual y otro para el especializado?
Cada capítulo comienza con la cita de un clásico que guarda
relación con su contenido, pero yo he intentado que el thriller sea en sí mismo accesible para todo el mundo, explicando
también la parte científica del modo más sencillo posible.
La has narrado
mayoritariamente en tercera persona, narrador omnisciente puro, ¿no te
planteaste otras opciones?
No, porque para darle más verosimilitud la voz narrativa
corresponde a un periodista de investigación y decide contar lo que uno de los
protagonistas, Fernando Flórez, le ha transmitido. Después el propio narrador
da un giro para entrar en la historia e intervenir en su parte final,
involucrándose con los personajes y dando fin a la novela. Esto último lo
cuenta en primera persona
¿Hay mucho de
autobiográfico en ‘El caso Galenus’?
No, no tiene nada de autobiográfica. Ésta es una novela más
despegada y en ella cuento cosas que conozco bien, porque me he documentado
exhaustivamente para la parte científica y he tenido relación con mujeres
ejecutivas que han triunfado en su mundo laboral.
¿Madrid, Barcelona,
Galicia, Londres, Lyon y otros lugares desfilan por las páginas del libro por
necesidades del guión o porque son territorios que conoces bien?
Los thrillers
tratan de ser aspiracionales y la variación de escenarios convierte la novela
en un libro más dinámico y atractivo. Además, el personaje de Isabel, una
ejecutiva muy viajera, requería que apareciesen tantos lugares diferentes.
Uno de los personajes de
‘El caso Galenus’ sufre el denominado Síndrome de Estocolmo, ¿este síndrome es
una manera más de supervivencia?
Con toda seguridad que sí. Está muy estudiado que el Síndrome
de Estocolmo es una manera que tiene el cerebro humano de protegerse ante la
falta de expectativas. Cuando una persona está sometida a tortura y no ve el
final de su situación, el mayor de los destrozos cerebrales que puede sufrir
precisamente es vivir ese infierno. En este sentido, uno de los personajes vive
lo que ella concibe como su infierno particular y en esas circunstancias
aliarte con la persona que te ha secuestrado te ayuda a sobrevivir.
El final, dejando a un
lado la prototípica escena de Hércules Poirot rodeado por todos los personajes
de la novela, recuerda a las novelas de Agatha Christie, ¿eres lector asiduo de
la escritora inglesa?
Sí, he leído frecuentemente a Agatha Christie, pero el final
no es más que un recurso literario que no es novedoso. Las novelas de misterio
esconden una parte que el lector no termina de conocer del todo, a pesar de que
se le dan pistas a lo largo de la novela para que las piezas encajen. Y
también, evidentemente, se juega con los falsos culpables.
La última por hoy: ¿continuarás
escribiendo más thrillers?
Lo primero es conseguir que ‘El caso Galenus’ funcione, luego
seguiré escribiendo dentro de esta misma senda, es decir, un thriller en el que
el lector disfrute, que le aporte nuevos conocimientos, que le induzca a pensar
y que se interrogue acerca de si lo que cuenta la obra es verdad o no.
Alberto Curiel (Valladolid, 1972) es Ingeniero Superior de Telecomunicaciones por la Universidad de Valladolid, Máster en Dirección Comercial y Márketing por el Instituto de Empresa, y PDD por ESADE. Fruto de su pasión por las Humanidades, también ha realizado estudios de Historia y Literatura. Su carrera profesional se ha desarrollado en departamentos comerciales y de publicidad de multinacionales españolas, lo que le ha llevado a viajar por medio mundo. Actualmente es Director de Márketing de Mapfre Asistencia, y colabora en el programa cultural El marcapáginas, de Gestiona Radio. ‘El caso Galenus’ es su primera novela.