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hubiera vendido tanto como ella, estaría presente en la prensa. Hace un tiempo, viajé por varios países de Sudamérica y aparecí en las portadas de algunos de los principales diarios hispanoamericanos, como el periódico ‘La Nación’ de Argentina. Desde entonces, sé y entiendo lo que significa ser un ídolo al otro lado del charco”. Al contrario de lo que ocurre con los críticos, sus lectoras y seguidoras, lectores y seguidores, son legión. Más de treinta y siete mil asiduos y asiduas de su web lo atestiguan. “Me encuentro en el punto exacto. A mis lectores les doy lo que quieren, las fantasías que todo el mundo tiene y que pocas personas practican. Para penas ya tenemos suficiente con la realidad”. Y la opinión lectora es tan importante para ella que, en ocasiones, se deja llevar por sus sugerencias. “Unas veces, si observo alguna idea que es interesante, la atrapo enseguida y la llevo al papel. Para escribir el segundo volumen de ‘Pídeme lo que quieras’, solicité sugerencias y opiniones sobre lo que los lectores querían que sucediese en el libro. De las que recibí, aproveché aquellas que me parecieron mejores. Otras veces, en cambio, sigo mi propio criterio para elaborar los argumentos”. Las sesiones de firma con sus seguidores constituyen para Megan todo un tour de force. “Resulta algo cansado porque las colas son grandes, ayer sin ir más lejos en Barcelona acudieron trescientas personas, y porque mi firma consiste en dedicatoria, beso y foto, lo cual multiplicado por tantas personas resulta agotador. Pero no me quejo. Yo trabajaba en una asesoría jurídica y desarrollaba un cometido triste, ya que llevaba asuntos de siniestros y accidentes. Ahora la gente me saluda cuando viene a verme y me anima, lo cual resulta muy gratificante”.