El día de Sant Blai de 2015 será
recordado por varias cosas en la ciudad de Valencia, entre ellas la visita de Sue Grafton (Louisville, Kentucky, 1940), una de las autoras de género policial más
afamadas del momento, que hace ya muchos años decidió asumir un reto
apasionante y tentador: escribir una colección de novelas negras, cuyos títulos
debían seguir el orden alfabético. Desde la primera, ‘A de adulterio’, hasta su
última entrega por ahora, ‘W de whisky’, han transcurrido más de treinta años,
salpicados por los exitosos casos de la detective Kinsey Millhone. De todo ello
y de más cosas, habló Crafton en el salón de actos del MUVIM de la capital del
Turia, acompañada por María Jesús Puchalt, delegada del área de Cultura de la
Diputación Provincial; Vicente Ribes, Director del IAM; y Juan Ramón Viedma,
ganador del II Premio de Novela Negra, que le fue entregado a la conclusión del
acto por la propia Sue Grafton.
Un profesor de la Universidad de
los Ángeles, en la que había vuelto a matricularse, la animó a escribir y, tras
varios intentos, su cuarta novela fue la primera que se publicó. “Yo estaba encantada, porque además me
pagaron doscientas setenta libras esterlinas por ella”. Sue contrajo
matrimonio y junto con su primer marido escribió guiones para Hollywood por
espacio de quince años. “En Hollywood descubrí
que yo no era buena trabajando en equipo, pero aún así hicimos muchos guiones
para series de televisión. No me importaba coger los libros escritos por otros,
trocearlos y desmenuzarlos para después reconstruirlos en forma de guión”. Tras divorciarse de su primer marido, volvería
a casarse y a divorciarse de nuevo. Y justo ahí, en ese momento, comenzó todo.
Su segundo divorcio, el de su “marido malo” como ella mismo le llama,
precipitó su dedicación a la literatura. “Una
noche, mientras me encontraba tramitando mi divorcio, me dio por pensar cómo
podía matar a mi marido, porque me lo estaba haciendo pasar muy mal, claro que
yo tenía claro que si lo asesinaba tendría que pasarme el resto de mi vida en
la cárcel “. Y eso no le gustaba nada, porque significaba que no podría ver
a sus hijos. “Así que decidí volcar todos mis pensamientos criminales en una novela. De
este modo surgió ‘A de adulterio’, la primera de la serie”. Lo que Sue Grafton ignoraba es que su “marido malo”
albergaba intenciones muy similares a las suyas. “Después del divorcio, me enteré de que él había pensado contratar a un
sicario para matarme a mí. Pero no lo hizo. Era muy agarrado, le dolía gastarse
el dinero”.
Después de veintiséis novelas a
cuestas, Sue recuerda que para escribir tuvo que documentarse a fondo, porque
carecía de conocimientos de toxicología, derecho penal y criminología. “Lo que yo sí sabía era ser mujer y hablar
como tal, por eso mi protagonista, Kinsey Millhone, es una mujer”. Escribió de golpe un buen puñado de títulos de
la serie y comenzó el peregrinaje de la primera novela por muchas editoriales,
hasta que en una de ellas se la aceptaron. “Mi
representante literario me decía que no ganaría dinero escribiendo libros
policiacos. Creo que el bueno de Neal se equivocó”. Grafton siente una cierta envidia de Kinsey, a
la que siempre concibió como una mujer joven. “Soy un alma con dos cuerpos distintos: el de Kinsey y el mío. Y ella
tiene el mejor. Yo he envejecido y ella no. También se ha divorciado dos veces,
pero ahora no tiene pareja y carece de hijos. Mientras yo permanezco sentada
frente al ordenador, aburrida, ella sale a la calle a perseguir criminales. Su
vida es mucho más divertida”. Sobre su metodología de trabajo, manifestó
que “escribo las ideas que se me van
ocurriendo, porque no sé cómo se va a resolver un caso. Esas ideas van
fraguando hasta formar el argumento y alcanzar la solución final. En alguna
ocasión, como en esta última novela, ‘W de whisky’, me he quedado bloqueada,
pero he sido capaz de detectar el fallo, que siempre está en lo que he escrito
antes, volverme a concentrar y terminar la novela”.
Sobre el oficio de escritor, Sue Grafton tiene claro que “es muy difícil debutar
como autor en el género negro. Para hacerlo bien es mejor escribir antes sobre
otras cosas, leer mucho género negro y todos los libros existentes sobre cómo
se escribe una novela policial”. Construir una historia criminal es todo un
trabajo de artesanía. “Yo le proporciono
al público pistas para descubrir el desenlace de los casos. Algunos lo averiguan
pronto y otros hacia el final, pero cuando el lector cierra el libro ha de darse
cuente de que tenía todos los elementos de juicio a su disposición, que no le
he hurtado ninguno”. A su juicio y tras su dilatada experiencia, cada
novela debe responder a un triple problema: “qué ha ocurrido en verdad; qué parece que ha sucedido; y qué y cómo
discurre el policía o el investigador para descubrir la verdad”.
Para Grafton el éxito actual del
género es indudable. “Creo que se debe a
que a los seres humanos nos atrae el miedo y, gracias a estas novelas, lo percibimos
desde la distancia confortable que nos proporciona un libro leído cómodamente.
A mí me interesa mucho el lado oscuro de las personas y saber qué lleva a un
individuo a dar ese paso que lo convierte en asesino”. Como colofón, Sue Grafton
manifestó su confianza en que la justicia triunfe siempre. “Los policías, a menudo, conocen quién es el
culpable. Pero muchas veces no pueden demostrarlo por falta de suficientes
pruebas. Por eso vemos que, en ocasiones, un criminal es puesto en libertad
tras haber cumplido solo un par de años de condena en la cárcel”.