Julián Hernández se acercó
hace unos días por Valencia para presentar su primera novela, ‘Sustancia
negra’, editada por Espasa. Cuando nos encontramos en La Chaise, a eso de las
cinco de la tarde, aún mantenía el sabor de la mascletà que había presenciado
en la Plaza del Ayuntamiento. “Esto de la
mascletà está muy bien, es como el
rock’n roll pero a lo bestia y te lo digo yo que he metido mucho ruido desde
arriba de un escenario”. ‘Sustancia negra’ nos habla de un personaje
peculiar, Insecto Palo, que un buen día decide secuestrar a un vecino de
escalera, al que ha llamado B, llevándoselo a un lugar apartado, extirpándole
las cuerdas vocales y sometiéndolo a la tortura metódica de la gota de agua. La
novela narra, junto con otras muchas subtramas, la relación que sostienen
durante el cautiverio ambos personajes.
Julián,
después de sufrir un accidente de coche, en 1981 fundaste un grupo musical.
Aquel vehículo, que era de tu padre, fue declarado siniestro total y
aprovechaste la coyuntura para bautizar a la banda de ese modo, ¿has sufrido
alguna epifanía parecida que te haya inducido a escribir ‘Sustancia negra’?
[Risas] No, no me ha caído
un tiesto en la cabeza para iluminarme la idea. Creo que el día del accidente nos
matamos y lo que hemos vivido después es una especie de ensoñación. Lo cierto
es que llovía sobre mojado, porque había publicado ya algo de ficción y cuando
llegó esta propuesta no la pude rechazar. Para que no me echase atrás, Belén
Bermejo, le editora de Espasa, me pidió que le enviase una sinopsis de la
novela en una semana y lo hice. Y este es el resultado.
Eres
compositor, columnista de prensa, cuentista y ahora novelista, ¿te enfrentas de
igual manera al reto de componer una canción que al de escribir esta novela?
El rollo del escritor
sistemático, que sigue una rutina fija todos los días, no es mi caso. Soy
músico y mi forma de trabajar es caótica porque nuestros horarios y nuestra
vida también lo son, ya que estamos alterando el sueño constantemente. Las
últimas semanas de escritura, la única manera que había de terminar la novela
era comenzar a las once de la noche y concluir a las seis o las siete de la
mañana. Me ayudaba con té y tabaco y alguna copa de vino, pero sin pasarme,
porque si no al día siguiente lo que había escrito durante la noche no lo
entendía [risas].
¿Cómo te tropezaste con la
idea para escribir ‘Sustancia negra’?
La idea no proviene de un
único punto. Tenía notas tomadas y quizá sea una suma de varias de ellas. Por
ejemplo, lo del suplicio de la gota de agua, aunque mi madre ya me la había
contado de pequeño, me vino a raíz de haber leído un libro titulado ‘El museo
de los suplicios’, en el que su autor Roland Villeneuve hablaba de barbaridades
cometidas con los seres humanos. Alrededor de toda esta idea hay una venganza
personal mía contra Occidente porque quería cargármelo.
En
el libro hay pentagramas, notas musicales, gotas de agua, silencios, narración
en tercera persona, anuncios, redacción epistolar… ¿estamos ante un collage?
Creo que fue hace tiempo, en
una conversación precisamente aquí en Valencia, cuando comentamos que el
collage era el único invento original del siglo XX. Este concepto de bazar,
como reunión de cosas heterogéneas, y del collage viene, por un lado, de
Jardiel Poncela y de Ramón Gómez de la Serna y, por otro, de las revistas
dadaístas. Es una idea que me parece preciosa y muy entretenida, porque te
encuentras insertados en el mismo sitio objetos muy diferentes y distintos
tamaños y tipografías de letra. Sí, quizá collage sea la palabra más adecuada
para definir esta novela.
Has
asignados nombres poco comunes a los protagonistas principales: Insecto Palo,
B… ¿por qué?
No podía poner un nombre muy
común porque iba a resultar demasiado próximo al lector. Así que los busqué
bien raros para tomar distancia. Insecto Palo y B son nombres que, por sí
mismos, ya establecen una cierta lejanía y me permitían manejar mejor la historia
y, además, sin ponerles cara a ninguno de los dos, porque yo no conozco sus
rostros.
Tras
secuestrar a B, Insecto Palo le extirpa sus cuerdas vocales, ¿qué interés
tenías en que B no hablase?
Mi objetivo era invertir los
términos del libro ‘Las mil y una noches’, en el que la víctima habla para
salvar su vida. En este caso, no puede hablar porque no va a salvarse y porque
quien cuenta las cosas es Insecto Palo, el secuestrador. De hecho, al comienzo
del libro aparece un pentagrama de la partitura de Scheherezade escrito al
revés, porque esta novela es justo lo contrario del cuento.
Por
esa circunstancia de dejarle mudo, has escrito las palabras y también los
silencios de la novela, ¿eso ha sido algo consciente o no?
No lo había pensado, ¡qué
bueno! En realidad B habla de una manera representada con puntos suspensivos.
Al principio anotaba lo que decía y escribía un punto suspensivo por cada
letra, pero al final dejé de hacerlo e incluso borré las que tenía anotadas. De
todos modos, los silencios de B son un poco extraños, porque en un momento dado
habla con su Hada Madrina, que le explica que con ella sí puede expresarse en
voz alta.
Insecto
Palo lee los labios de un mudo que es B, ¿bastante perverso por su parte no
crees?
Sí, es bastante perverso y es absurdo, no tiene ningún sentido. Además
crea la duda de si le lee los labios o el pensamiento, lo que todavía sería
mucho más atroz.
Has
citado al Hada Madrina y la pintas un poco casquivana en ‘Sustancia negra’.
Sí, la pobre Hada Madrina anda
un poco salida y se cobra en carne todo lo que ha currado en su carrera. Luego,
si lo piensas bien, esto es un rollo freudiano porque dices que a ti lo que te
gusta son los superhéroes y, sin embargo, al final los cuentos infantiles se te
cuelan por algún lado.
En
la novela aparece un pub llamado ‘El ave turuta’, es evidente que leías a Sir
Tim O’Theo, el lord inglés dibujado por Raf.
Claro, ‘The crazy bird’. Fue
algo que me ocurrió en Edimburgo, donde unos amigos y yo telefoneamos a una
profesora, que enseñaba español allí, y quedamos para vernos en un pub que se
llamaba así. Durante la conversación yo lo traduje como ‘El ave turuta’ y ella
me respondió que eso denotaba mi edad, porque yo había leído a Sir Tim O’Theo.
Yo le respondí que también denotaba la suya [risas].
Y
un ñandú hace de correo, como si fuera una paloma mensajera.
Bueno, eso fue una
sugerencia de mi amigo Manolo Ramón, poeta y presentador de un programa de
libros en la Televisión Gallega. Para la novela a mí me interesaba crear un
sistema de mensajería que no fuera interceptado. Y le comenté que estaba
pensando en una paloma mensajera. Entonces Ramón me dijo que pusiera cualquier
otro pajarraco menos una paloma mensajera. Dando vueltas un día por mi pueblo,
alguien me dijo que habían visto un avestruz en una granja, fui a verlo y me di
cuenta de que no era un avestruz sino un ñandú. Me quedé con la copla del bicho
y lo introduje en el libro.
El
libro tiene cincuenta capítulos para menos de trescientas páginas, ¿tanto
capítulo breve es un símbolo de los temas de un cedé o los cortes de un vinilo?
[Risas] Sí, son muchos, es
verdad, lo que ocurre es que la idea de la brevedad de cada capítulo no es
gratuita, procede también de Ramón Gómez de la Serna. Su novela ‘El hombre
perdido’ también tiene sesenta capítulos que son muy breves. A mí me salieron
tantos porque cada vez que quería contar algo escribía uno y solo dos o tres se
encabalgan con otros. Pensándolo bien, además, seguro que tiene algo que ver
con los temas de un cedé, porque a cada uno le he puesto un título.
También
aparece en ‘Sustancia negra’ un supuesto cuadro de Tiziano que resulta bastante
irreverente, ¿no temes algún tipo de reacción por parte de la Iglesia Católica?
Yo soy insignificante, ellos
saben que si montan un follón a mí me hacen un favor. Ojalá me excomulgaran,
pero no creo. Una vez intenté apostatar y no me dejaron. Envié una carta a la
diócesis y me respondieron llamándome gamberro y diciéndome que no pensaban
atender mis sandeces. Es verdad que últimamente parece que estos temas de
irreverencia los miran como una falta de respeto, pero no creo que ocurra nada.
Al
principio de la entrevista decías que querías vengarte de Occidente, ¿qué te ha
hecho a ti Occidente?
Por lo pronto, Occidente es
todo lo que tengo a mi alrededor. Es una máquina capitalista y militarista
desaforada que se hunde. La novela es como una apuesta, porque podría ser una
de las formas por las que Occidente se hundiera. Uno de los pilares
occidentales era la cristiandad, que quería sujetar a la bestia humana, pero ha
tenido un hijo realmente jodido, el capitalismo, que pretende todo lo
contrario, soltar toda la maldad del ser humano. A lo mejor, gracias a
Occidente hay rock’n roll, cámaras digitales, grabadoras y se puede publicar
novelas, pero por algún lado tenía que atizarle.
En
algún lugar he leído o te he oído decir que para ti el vinilo “es el único formato interesante a nivel
artístico”, si esa opinión la extrapolamos al terreno de la literatura,
¿eres partidario del libro digital o del tradicional de papel?
Yo distingo ambos formatos
de una manera muy sencilla. El ebook es
una herramienta cojonuda para trabajar, igual que el formato digital en la
música, pero a mí me gustan las cosas sólidas, como los libros y el vinilo,
porque de tanto usar el ebook al
final existe una especie de aburrimiento.
La
última por hoy, ¿continuará tu aventura literaria en forma de novelas?
Bueno, supongo que se puede
escribir aún con una decadencia física considerable, cosa que no ocurre con la
música. Pero no los contemplo como mundos antagónicos y si se pueden
compatibilizar, mucho mejor. A mis compañeros del grupo les he pedido una
excedencia y de momento me dejan disfrutarla.
SOBRE JULIÁN HERNÁNDEZ
Julián Hernández (1960) se define como un vigués nacido en Madrid. Estudió guitarra, año y medio de Filología y trabajó en el Taller de Música Mundana de Llorenç Barber. Su afición por los pentagramas le llevó a fundar el grupo Siniestro Total en 1981 con el que continúa actuando a fecha de hoy. Dentro de la banda, con la que ha grabado una veintena de álbumes, se ha desempeñado como batería, guitarrista, compositor y cantante. En su faceta de escritor colabora y ha colaborado en medios como ‘El País’, ‘Público’, ‘20minutos’, ‘El Mundo’, ‘GQ’, ‘Rolling Stone’, ‘Smecta’ y ‘El Butano Popular’. Desde 2002 mantiene la columna ‘Noticias del Submundo’ en ‘Estela’, suplemento dominical de ‘El Faro de Vigo’. En 1999, publicó su ensayo ‘¿Hay vida inteligente en el rock and roll?’ ‘Sustancia negra’ es su primera novela.
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