La muerte súbita de una niña
en Elizondo resulta sospechosa: el bebé tiene unas marcas rojizas en el rostro
que indican que ha habido presión digital, y además, su padre intenta llevarse
el cadáver. La bisabuela de la pequeña sostiene que la tragedia es obra de
Inguma, el demonio que inmoviliza a los durmientes, se bebe su aliento y les
arrebata la vida durante el sueño. Ha pasado ya un mes desde que la inspectora
de la Policía Foral de Navarra recuperó a su hijo y pudo detener a Berasategui.
Pero a pesar de que tanto la Guardia Civil como el juez Markina dan por muerta
a Rosario, Amaia siente que no está libre de peligro, un desasosiego que solo
Jonan comprende. Así arranca ‘Ofrenda a la tormenta’ la tercera y última parte
de la llamada ‘Trilogía del Baztán’, escrita por Dolores Redondo y editada por
Destino. La escritora donostiarra pasó por Valencia para promocionar la novela,
asistir al evento policiaco Valencia Negra 2015 y recibir un premio en la
localidad valenciana de Picanya. Entre tanto y en medio del trajín, extrajo
unos minutos para conversar sobre su obra y su fulgurante trayectoria literaria
en el tranquilo tercer piso del Hotel Astoria de Valencia. Abajo y como telón
de fondo a sus palabras, un saxofonista callejero amenizaba el deambular de los
transeúntes del mediodía.
Dolores,
cuando publicaste el primer volumen de la ‘Trilogía de Baztán, se habían
vendido ya los derechos de publicación a once países, ¿el desarrollo de los
acontecimientos y el éxito alcanzado te han sorprendido o han superado tus
expectativas?
Me siento muy contenta y muy
feliz, por supuesto. Ahora son ya treinta y dos los países que han adquirido
los derechos, sin olvidar que se va a rodar una película y que se ha hecho
también una adaptación al cómic. Además me suceden cosas raras como que haya
gente que dicte conferencias sobre mis libros, sobre el “Universo Baztán”. Sin
ir más lejos, en el festival ‘Salamanca Negra’ una periodista habló de novelas
adictivas y citó mi ‘Trilogía’. ¡Cómo no voy a estar satisfecha!
¿Tú
y otros escritores, como John Connolly, formáis parte de una nueva corriente dentro
de la novela negra, en la que lo mágico, lo maligno y lo criminal se mezclan?
Que yo sepa no hay muchos
autores que hagan este tipo de literatura, pero estoy segura de que en un
futuro habrá más porque la policía de muchos países ya dispone de brigadas que
controlan a las sectas y a todos esos desaprensivos, que pregonan beneficios basados en el azar de las cartas o mediante otras
artes adivinatorias. La crisis, además, fomenta un ambiente en el que la gente
quiere que redireccionen su vida hacia territorios más benignos. En España
ahora mismo hay varios grupos activos en el Norte de España, sin olvidar que la
llegada de personas procedentes de África o de los países caribeños ha aportado
nuevas prácticas religiosas. Como dice un personaje de una de mis novelas “cuando las viejas fórmulas fallan, se buscan
otras nuevas”. Es algo muy propio del ser humano no aceptar que las cosas
le vayan mal porque sí.
De
todos modos aunque consideramos tus novelas como género negro, tocan otros
muchos palos, ¿no?
Espero que resulten
difíciles de encasillar, porque no me interesa una novela que responda a un
solo interés. A mí el género negro se me queda corto, no es suficiente para lo
que suelo escribir. Prefiero que se califique mi estilo como literatura
mestiza, porque además de los crímenes me gusta hablar del entorno y de la vida
de la persona que investiga el caso en cuestión.
Hasta
el momento, en tus novelas la religión desempeña un papel importante.
Sí, el factor ambiental ha
de aparecer también en las novelas, pero no es tanto la religión como los
elementos mágicos que utilizo, procedentes de una mitología que en su momento
constituyó una religión y ahora está muerta. Todo ello me sirve para hablar de
la fe, porque la fe es un sentimiento muy poderoso. Hay personas capaces de
vivir de sus creencias, pero también las hay que pueden asesinar por ese mismo
motivo.
¿Distingues
la maldad de la pura enajenación mental?
Bueno, creo que son caminos
de ida y vuelta, dos senderos que al final conducen al mismo lugar. Si cometes
actos horribles puedes convertirte en un enajenado y viceversa.
Ahora
que la ‘Trilogía’ está concluida, decimos que la inspectora Amaia Salazar es la
protagonista de la obra, pero no podemos olvidar al Valle de Baztán que, a lo
largo de los tres volúmenes, adquiere un peso específico muy grande.
Baztán tiene una importancia
enorme en esta historia. Elegí este valle porque se parece bastante al escenario
donde ocurrieron realmente los crímenes. No quise ubicar la historia en el
sitio exacto porque tenía la sensación de que alguien podría sentirse mal.
Elizondo, la capital, es un lugar en el que se dan cita una serie de elementos
que le confieren ese peso específico al que aludías. Las leyendas y la
mitología allí están vivas, porque fue un territorio donde treinta y siete mujeres
ardieron en la hoguera de la Inquisición acusadas de brujería. He llegado a
conocer a sus descendientes e incluso la propia Amaia toma su apellido del
inquisidor Salazar, que fue quien realizó las investigaciones que las condujo a
esa muerte tan terrible. Hay lugares en el mundo en los que ocurren cosas, son espacios
mágicos, y Baztán es uno de ellos.
Acabas
de pronunciar la frase clave: “el sitio
donde ocurrió realmente el crimen”. ¿Resulta muy difícil mantener hasta el
final el secreto de que la ‘Trilogía’ se basa en hechos reales?
La verdad es que sentía
ganas de decirlo, especialmente cuando algunos autores de género negro me decían
que era una novela fantástica porque incluye elementos fantásticos. Podía haber
contado la historia al revés y entonces habría sido una novela negra más pura,
pero he preferido hacerlo de este modo para que, una vez que el lector ha
asumido la presencia de esos elementos mágicos y se ha acostumbrado a ellos,
pueda entender que hubo un tiempo en el que se convivía con todo eso. Era la
mejor manera de que el lector obtuviera sus propias conclusiones, porque el
lector del género negro es muy listo y se fija en todos los detalles.
La
primera escena de la tercera entrega, el asesinato de un bebé con un peluche, es
impactante, ¿últimamente no hay muchas novelas que tratan de este mismo asunto?
No sé qué impulsará a otros
autores a escribir sobre esto, pero en mi caso trataba de buscar una respuesta
a lo ocurrido, sin olvidar que, al estar basado en un hecho real, no podía
elegir, no tenía opción, había de ser así. Ainara tenía catorce meses cuando
fue asesinada y había que contar su historia. La secta que lo provocó todo
existe y la causa judicial continúa abierta y se sigue investigando. Yo he
construido una ficción para contar esa atrocidad, algo que por otro lado ha
ocurrido también en otras partes de España.
El
elemento maligno de ‘Ofrenda a la tormenta’ es el demonio Inguma, ¿quién es
este ser?
Inguma ha constituido una
sorpresa completa para mí. Empecé a investigar sobre él y descubrí que en un
tratado de demonología sumeria ya aparecía. Es un ser que mata en la cuna y que
aparece y desaparece a lo largo de la historia. Todos los datos que incluyo en
la novela sobre él son ciertos.
Es
algo tópico pero he de preguntarlo: ¿dónde se esconde Dolores Redondo en la ‘Trilogía’?
Dolores Redondo es quien
escribe la ‘Trilogía del Baztán’. Todos los personajes son míos, soy yo, todos
me gustan, incluso los más temibles. Quizá tengo un poco de la tía Engrasi, por
ese afán suyo de acoger a los demás en su casa y cocinar para ellos; otro poco
de Amaia, porque es de mi edad y la siento cercana; y supongo que también Flora
lleva algo mío, porque como ella yo también soy la hermana mayor de una
familia.
Estas
tres novelas imagino que suponen un giro definitivo en tu carrera literaria,
enfocada hacia “lo negro”, aunque con peculiaridades como ya hemos hablado.
La novela negra siempre
tiene algo de tomarle el pulso a la sociedad en la que vives. He escrito los
tres libros tratando de responder a la pregunta de cómo alguien puede dañar a
sus propios hijos. Y no lo he conseguido, no he encontrado respuesta. Creo que
como mi escritura contiene esas mezclas de las que hablaba antes, puedo tocar
muchos temas y combinarlo todo. No se me ocurre ningún género que no pueda
casar bien con la novela negra. Y pienso que continuaré por ahí.
La
última por hoy: ‘Ofrenda a la tormenta’ cierra la ‘Trilogía de Baztán’, ¿tienes
en
perspectiva ya algún nuevo proyecto
literario?
En este momento estoy
escribiendo otra novela diferente, mestiza también, en la que se produce un
crimen que es importante, pero que no constituye el tema central. Tampoco
descarto en un futuro recuperar a Amaia Salazar. Creo que ha sido una suerte
dar con un personaje con el que me siento tan cómoda y que a los lectores les
gusta tanto. Si se da la circunstancia de que la gente me pide más Amaia y a mí
también me apetece escribir sobre ella, es posible que la retome. Pero de
momento va a descansar.
SOBRE DOLORES REDONDO
Dolores Redondo nació en Donostia-San Sebastián en 1969. ‘El guardián invisible’ y ‘Legado en los huesos’, las dos primeras entregas de su Trilogía del Baztán, le han granjeado el entusiasmo de editores de numerosos países y hoy son ya 32 los sellos editoriales que publicarán la obra en todo el mundo. Además del respaldo de los lectores, ha sido saludada por la crítica como una de las propuestas más originales y contundentes del “noir” en nuestro país, y asimismo se proyecta el rodaje de la versión cinematográfica de la mano de los productores de la trilogía ‘Millenium’, del sueco Stieg Larsson.
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