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Con José Luis Muñoz me une una
relación especial y común a la vez: la de un escritor que escribe libros que un
lector, en este caso yo, lee y disfruta enormemente, ya sean novelas o relatos
breves. Muñoz se mueve fundamentalmente dentro del género negro, pero no olvida
otros registros. Sus títulos, hasta ahora, jamás me han decepcionado porque
detrás de ellos se esconde alguien que escribe bien, que tiene suficiente
gancho, que sabe atrapar al lector y desarrollar historias inteligentes e
interesantes o interesantes e inteligentes, en este caso el orden importa muy
poco. José Luis termina de publicar un nuevo volumen, el trigésimo noveno de su
carrera literaria, que lleva por título ‘Marero’, editado por Contrabando. ‘Marero’
es la suma de diecinueve relatos que el salmantino ha escrito a lo
largo de varios momentos de sus treinta años como escritor. Sobre ellos, sobre
los relatos no sobre los años, tuve la oportunidad hace unos días de charlar durante unos
minutos con el propio José Luis. Esta fue nuestra conversación.
José Luis, según has comentado
por ahí, ‘Marero’ es tu trigésimo noveno libro publicado. Si giras la vista
atrás y observas con un poco de detenimiento tu carrera literaria, ¿qué
sientes, qué impresión guardas en tu memoria?
La carrera literaria es eso, una
carrera. Una carrera de obstáculos en los tiempos en que vivimos y en la clase
de país que tenemos, con índices bajos de lectura y escasa afición por ella. Si
echo la vista atrás no puedo quejarme, porque hay otros colegas que tiraron la
toalla y se quedaron por el camino, y esta es una carrera de fondo en la que
resistir es vencer. Hay, en el curso de la carrera, muchos sinsabores y
satisfacciones, pero lo importante, más allá del éxito de un libro, de que
guste o no, de que la crítica lo aplauda o lo escupa, está la satisfacción
personal de que aquello que publicas es algo a lo que le has dedicado un tiempo
inmenso, que lo has trabajado, y de lo que te sientes medianamente satisfecho,
porque todo es mejorable. Los escritores somos creadores, pero también
artesanos de la palabra que van aprendiendo su oficio según crecen. A lo largo
de todos estos años, creo que treinta o quizás más, he incursionado en casi
todos los géneros, he ganado algunos de los premios más importantes del
panorama literario español, he conocido a muchos colegas a los que aprecio y
considero mis amigos, y, sobre todo, me lo he pasado muy bien en mi actividad.
No puedo quejarme. Pero me quejo. Y es importante no estar satisfecho al cien
por cien, un poco frustrado, porque eso actúa como aliciente y te hace
progresar.