Teresa Viejo llegó a Valencia empujada por la nueva ola de
calor, una más de las que venimos soportando desde que arrancó este verano
2015, que batía, insolentemente, casas, calles y plazas. El motivo de su viaje
fue la promoción de su nueva novela, la tercera ya, que lleva por título
‘Mientras llueva’, editada por Espasa. La portada incluye un párrafo que dice Nacemos con un libro. Si aprendemos a
leerlo, puede salvarnos la vida… Aunque estemos muertos. Un libro es el
objeto más preciado para la escritora madrileña desde hace muchos años porque «de
joven, cuando daba clases, todo el dinero que ganaba me lo gastaba en libros. No
puedo vivir sin ellos». Y es cierto, porque cuando tiene un ejemplar de la
novela entre sus manos, los ojos le brillan de un modo más vivo, nada
codicioso, pero sí muy feliz.
‘Mientras llueva’ cuenta la historia de Alma Gamboa
Monteserín, una mujer en fuga a la que, aparentemente, nadie persigue. Es el
invierno de 1946 y Alma viaja a la casa de sus antepasados donde, en vez de la
paz que tanto anhela, le espera, ineludible, una revelación trascendental. En
el paisaje encuentra una lluvia que no cesa. En ese enigma que es su vida,
pronto descubre la fotografía de una joven sin nombre, las ruinas de una
mansión devorada por el fuego y un libro misterioso. Nada de eso borra la huella
de un amor devastador.
Teresa, decía el otro
día una colega tuya en los medios de difusión y también en la escritura que,
para ella, escribir era algo terapéutico, ¿te ocurre lo mismo a ti también?
Por supuesto, con la escritura me he ahorrado un pastizal en
psicólogos. Escribir es renovador, es un camino de crecimiento espiritual, es
algo que me libera, no sé, tiene tantas derivadas el hecho de escribir que
llega un momento en el que te das cuenta de que no puedes parar. En este libro,
por ejemplo, he hecho un ejercicio de desnudez emocional, porque necesitaba
quizá perder el lenguaje formal en beneficio de las emociones y eso lo he
logrado a través de los personajes.