Un reloj de pared, que
anuncia las muertes de los miembros de una familia y enlaza con una antigua
historia, nos traslada a principios del siglo XVIII y a una tierra ancestral y
remota próxima a los Pirineos. De ahí procede Silvestre, hombre capaz de
cambiar su destino y viajar hasta Mataró, un territorio desconocido que se
encuentra en pleno proceso industrializador. Su nieta Teresa heredará ese
talante suyo, y también desafiará las normas de su tiempo con una historia de amor
a contracorriente. ‘Diamante azul’, la nueva novela de Care Santos, es el
fascinante relato de una saga familiar desde un origen casi legendario hasta
los años previos a la guerra civil. Dos siglos de historia que contienen
pecados y desgracias y también ternura, alegría, talento, amistad, mujeres
avanzados a su tiempo y romances, que rompen convenciones sociales. Sin duda,
la escritora de Mataró ha escrito una de sus mejores novelas, con una
estructura que engancha, arrastra y zarandea al lector, sumergiéndole sin
descanso en el ayer y el hoy de la familia Pujolar o Pujolà, porque con el
trasiego perdieron la erre.
Care,
empezamos con una pregunta tópica: ¿cuál es el flash o la imagen que motiva la
escritura de ‘Diamante azul’?
Mi abuela, en el salón de su
casa, hablando y hablando. Contaba historias de todo tipo, pero se recreaba
especialmente en su propia historia de amor, que había sido difícil y a
contrapelo. Mi abuela protagonizó el cuento de Cenicienta, pero al revés: se enamoró
del antipríncipe. Y fue feliz, que es lo mejor. Yo llevaba toda mi vida
queriendo contarlo, era una historia que me debía. Y por fin la he escrito.
¿Escribir
esta novela ha sido algo parecido a una entrevista con tu abuela, aderezada con
las herramientas de la ficción?
Más que una entrevista, un
monologo de homenaje. A ratos, un interrogatorio en solitario. También un acto
de justicia, porque siempre he creído que la responsable de que yo sea
escritora es mi abuela. Y también un homenaje a todas las historias familiares,
a las búsquedas del propio pasado, a las reconstrucciones de la identidad que
tanta gente emprende.
Reconstruir
la vida de tu familia en un periodo tan largo no se antoja tarea sencilla,
¿cómo te has documentado?
Con paciencia y con deleite.
Disfruto mucho durante las documentaciones, es una etapa fantástica, a la que
suelo dedicar mucho tiempo. Suelo perderme durante meses en archivos y
hemerotecas, o en hacer algún viaje si es que lo necesito. En este caso, en
lugar de perseguir personajes remotos, perseguía personajes remotos de mi
propia familia. En realidad, no había tanta diferencia, pero ha sido mucho más
emocionante.
Imagino
que conocerías a algunos de los personajes a través de fotografías antiguas de
esas de color sepia, con óvalos, o sin ellos, ¿al insuflarles vida nueva, al
verlos cobrar relieve y deambular por las páginas de ‘Diamante azul’, ¿qué
sientes?
En realidad, hemos sido una
familia poco retratada. De mi bisabuelo Florián sólo se conservan dos retratos,
ambos con cara de triste. Más allá, nada. No sé qué rostro tenían la mayoría de
los personajes de mi historia, ni nunca podré saberlo.
Tienes
la capacidad de envolver lo que cuentas, por muy real y verosímil que parezca,
con un halo de magia, ¿cómo lo consigues?
¡Ja! Si lo supiera seguro
que no lo contaría aquí y ahora. Te agradezco mucho tus palabras, pero no tengo
ni idea de lo que estás hablando. Tal vez te refieras a la capacidad de
emocionar con la historia. Si es así, sólo conozco un truco, y eso sí sé cómo
funciona: yo misma me emociono mucho cuando escribo. AMO, así, con mayúsculas,
lo que hago. Creo que estas cosas se terminan contagiando.
En
la novela, los objetos se comportan como unos personajes más. El primero es un
piano, que se recibe entre los Pujolà como el acontecimiento del año, un
instrumento casi con rasgos humanos, que incluso se resiste a abandonar la casa
donde ha vivido en el momento del declive, ¿a nivel social qué significaba en
aquella época disponer de un piano de cola para una familia?
Un piano, entonces y ahora,
es un artículo de lujo. Por lo que vale y por lo que significa. La cultura de
altos vuelos siempre ha sido algo elitista. Ellos no son intelectuales ni
músicos, pero como se han enriquecido, juegan a serlo. En la vida de toda niña
bien del siglo XIX o de principios del XX debía haber un piano. Es también, en
parte, un reflejo de la época que estoy dibujando. Por cierto que en mi
infancia también hubo un piano. No tuvo la dueña que se merecía, el pobre.
Dice
también la novela que el piano «es un personaje femenino», ¿por qué?
No se dice tanto que el
piano es femenino como que el afinador escucha el piano más de lo que jamás ha
escuchado a una mujer. Aunque los pianos iban asociados más a las mujeres que a
los hombres en esa sociedad de la que hablo. Por lo tanto, no me parece mal
decir que es un personaje femenino.
Pasamos
a otro objeto: un reloj de pared que los trabajadores encargados del embargo no
se llevaron, porque decían que estaba encantado, que era premonitorio. Este
reloj marca la hora de la muerte con un sonido distinto, ¿los relojes tienen
sentimientos? ¿Para qué sirve en realidad un reloj: para señalar la hora o para
medir nuestras vidas?
El tiempo siempre mide
nuestras vidas. Vivimos contra el tiempo, temiendo el paso del tiempo,
evitándolo, disimulándolo… No creo que los relojes tengan sentimientos, sino
que nosotros se los atribuimos por terror a que no los tengan. Somos nosotros
quienes sentimos algo por los relojes, tal vez porque son testigos de momentos
muy importantes de nuestras vidas. En este caso, estoy hablando de un reloj que
se inspira en uno real, de características muy parecidas al de la novela. No se
asuste, por favor.
Mataró,
tu ciudad natal y el lugar donde vives, es el escenario que has escogido para desarrollar
‘Diamante azul’, ¿le debías una novela?
No es la primera vez que
novelo Mataró, pero me ha gustado hacerlo en esta ocasión. Es mi terreno, el
lugar donde nací y donde vivo. Me costó un gran esfuerzo, porque por paradójico
que pueda parecer conozco mucho mejor la historia barcelonesa que la de Mataró.
Pero pienso que ha valido la pena por una sencilla razón: al novelar la
historia de Mataró, una ciudad industrial que creció a la sombra de la gran
industrialización del siglo XIX; en realidad estoy novelando muchos otros
lugares. Barcelona, Madrid, Manchester… todos se parecen. Hablar de tu familia
es mucho más que eso: es hablar de tu gente, de tu sitio, de cómo somos (todos)
y por qué. Eso es lo que hace fascinante hablar de lo local: nunca es local.
El
texto está dividido en dos partes y en cada una de ellas los capítulos
representan cambios de fecha, pasado-presente. Aunque se lee perfectamente y no
se pierde el hilo de la historia en absoluto, esta estructura que has elegido
es compleja, ¿te ha costado mucho trabajo diseñarla?
Me gustan las estructuras
complejas, suelo meditar mucho la forma de mis libros. Me costaría mucho más
ser lineal. De hecho, no creo que supiera.
En
‘Diamante azul’ hay de todo: traición, crimen, amor, negocios, miseria, hambre,
también prosperidad y riqueza, todo programado y también previsto, y sin
embargo, sorprendes al lector, ¿lo consigues gracias a eso que los críticos
denominan el oficio del escritor?
El oficio ayuda mucho, pero
si no hay pasión, emoción, algo que contar… no sirve de nada. Para que las
velas se muevan no basta con que haya velas. Hace falta el viento.
Teresa
Pujolà Gomis es una niña inquieta, distinta. Ella quiere ser tintorera, incluso
participa en la extinción de un incendio, ¿es sin duda una mujer avanzada para
su época en un mundo clasista, no?
Lo es. Una mujer fuerte que
nació antes de tiempo. Le habría costado menos ser ella misma sesenta años más
tarde.
Pero
no es la única Teresa. Hay otra más antigua, Marqués Tapiola de apellidos,
también con inquietudes, que participa en reuniones casi clandestinas, que
tienen por testigos a maniquís mudos, que se cubren para ocultar sus
desnudeces, ¿menudeaban este tipo de cónclaves en el Mataró del siglo XIX?
¿Guardaban alguna relación con sociedades de tipo masónico?
Este tipo de reuniones de
intelectuales, avanzadas, y por supuesto clandestinas se dieron en todas las
ciudades. Mataró ha sido tradicionalmente una ciudad librepensadora, de
izquierdas, donde los movimientos obreros han tenido mucha importancia. Era
lógico que en ese caldo de cultivo prosperaran este tipo de actividades. Y
también había masones, claro. Y espiritistas.
En
aquellos años, las mujeres avanzadas podían escuchar comentarios como los dos
siguientes, que aparecen en el texto: «por la calle deberíamos ir todas con el hábito de San Francisco» o «no
es bueno que dos mujeres juntas se pongan a leer un libro». Todo un retrato del
pensamiento del momento, ¿no?
¡Por supuesto! Las mujeres
inteligentes, instruidas, capaces de pensar, son una amenaza para la oligarquía
masculina. Sólo hay que ver lo que hacen las sociedades extremistas con sus
mujeres. En algunos lugares ni siquiera las dejan conducir. Malala casi muere
porque pretendía ir a la escuela. Todo esto sigue siendo de rabiosa actualidad.
Hace falta una sociedad de hombres valientes y desacomplejados para dejar prosperar
a la mujer y aceptarla como una igual.
Para
completar el cuadro, aún te ha quedado hueco para hablar del cine, del cine en
blanco y negro y, naturalmente, mudo. En las salas de exhibición había un
pianista o un grupo de músicos amenizando la proyección, ¿siempre estuvo claro
que el cine precisaba de una banda sonora?
Es que el cine sin banda
sonora hubiera resultado increíble. La mudez del cine mudo era lacerante. La
vida tiene banda sonora. Era lógico que buscaran el recurso más universal: el
subrayado de la música.
No
podemos acabar la entrevista sin hablar del juego de voces de ‘Diamante azul’.
Preferentemente narras en tercera de persona, pero también hay primera e
incluso una primera persona del plural. Además un personaje, descaradamente
descarado, tiene la “osadía” de presentarse a sí mismo, ¿si tuvieras que
definirla considerarías que tu novela es un texto coral?
Probablemente sí, aunque los
escritores solemos ser muy malos analistas de nuestras propias obras. Hay mucha
gente que toma la palabra en esta historia, alguno con soberana desfachatez,
tienes razón. De hecho, como en la vida misma. En la vida todo el tiempo habla
todo el mundo y no siempre cuando deben hacerlo. Una novela debe reflejar el
mundo o no sirve para nada.
SOBRE CARE SANTOS
Care Santos (Mataró, 1970) es escritora y crítica literaria. Es autora de diez novelas, entre las que destacan ‘Habitaciones cerradas’ – recientemente adaptada para televisión-, ‘El aire que respiras’ y ‘Deseo de chocolate’ (Premio Ramon Llull, 2014). Ha escrito también para jóvenes y niños, terreno en el que es una de las autoras más leídas de nuestro país. Su obra ha sido traducida a dieciocho idiomas incluyendo el inglés, el alemán, el francés, el sueco, el italiano y el holandés.
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