Tuve la suerte de entrevistar a Clara
Obligado en marzo de 2015. ¡Ya pasaron doce meses, horror! Fue uno de los
mejores momentos literarios del año pasado. Acudió a Valencia para presentar su
libro ‘La muerte juega a los datos’, un volumen de relatos que puede leerse
como novela o una novela que puede leerse como relatos. Lo que prefiera el
consumidor. Justo ahora, también en marzo, pero de 2016, cae en mis manos la
reedición que Páginas de Espuma acaba de efectuar de uno de sus títulos
anteriores, ‘El libro de los viajes equivocados’, con el que la escritora
bonaerense afincada en Madrid («afincada en Madrid», tres palabras enormemente
manidas) conquistó el Premio Setenil de 2012. No es preciso criticar o reseñar
siempre libros recién salidos del horno. De vez en vez parece recomendable y,
además, apetece, escribir unas cuantas líneas sobre piezas que ya tienen algún
tiempo. Y eso es lo que me dispongo a hacer a continuación.
Ya en los preliminares de ‘El libro de los
viajes equivocados’, la propia Clara Obligado aconseja «a quienes los lean [se
refiere a los cuentos que integran el volumen] que lo hagan en el orden en el
que aparecen, ya que esconden un texto más amplio, que necesita de este
recorrido». Es interesante su recomendación y, sin duda, de obligado de
cumplimiento. Las historias se complementan unas con otras, tejiendo una
arquitectura subterránea que las interconecta, y ciertos personajes e hilos
argumentales atraviesan los once textos (‘El azar’, ‘Las dos hermanas’, ‘Monedas
de oro’, ‘Frío’, ‘Madison, los puentes de’, ‘El silencio’, ‘Así que eso era el
amor’, ‘Agujeros negros’, ‘La escritura’, ‘Albania’ y ‘La espiral admirable’) que
componen la obra. La caracola, que lo inaugura con ‘El azar’, igualmente lo cierra con su
presencia en ‘La espiral admirable’. Quizá en esta circunstancia también haya
algo de los viajes que alude el título: punto de partida, punto de llegada.
Dentro de un tono general muy alto, hay historias
magníficas. El lector no puede pasar indiferente por cuentos -¿podríamos/deberíamos llamarles
capítulos?-,
como ‘Albania’, ‘Así que esto era el amor’ o ‘Las dos hermanas’, relato este
último cuyo desenlace se ve venir, pero que no importa, porque la narración
tiene otros valores determinantes tales como su sabor a cuento centroeuropeo de
toda la vida, el aroma del pan de la tahona o el desconcierto inicial de Jan
Siedlecki, el emigrante polaco, también judío, durante los primeros meses de
estadía en Buenos Aires, lugar al que llegó pensando que arribaría a Estados
Unidos.
Está claro que, por su título, ‘El libro de
los viajes equivocados’, esconde un continuo movimiento de personas, un
trasiego de azares, un cambio de lugares, de países, un sentirse extraño entre
gentes desconocidas. Los personajes viajan preferentemente en barco y también
en tren, un medio de transporte tremendamente literario y cinematográfico. En ‘El
silencio’, probablemente el mejor cuento de todos, el narrador omnisciente
establece una división entre dos tipos de trenes: los inocentes y los que no lo
son. La línea roja fronteriza entre unos y otros la trazó la guerra: «Sucedió
hace mucho tiempo, siglos atrás, antes de la guerra, cuando los trenes eran
inocentes». Los trenes que desfilan por la estación, que gobierna el guardagujas
de los botones brillantes, y arrastran vagones repletos de viajeros, niños,
mujeres, hombres, que discurren por la vía férrea hacia el destino cruel del
campo de concentración, conducidos por la maquinaria inexorable de los alemanes
en pie de guerra, son sin duda «no inocentes». Por otro lado, no puede pasar
desapercibido el hecho de que la condición de emigrante de la escritora
argentina influye sin duda, y poderosamente, en la idea de viajes, movimientos
y cambios de ubicación que preside el volumen.
Dos relatos en primera persona, el resto con
voz omnisciente, en tercera, y, como eterno aprendiz de escritor que me siento,
me interesan mucho las propuestas que Clara Obligado plantea en sus cuentos,
entendidos estos como unidades individuales y no como integrantes de una obra
de mayor envergadura. El juego con el tiempo, los dobles nombres de algunos
personajes, en espacios reducidos como los de la narrativa breve, adquieren
otro sabor, otra prestancia que la que apreciamos en las novelas. Y es que en los
cuentos, aunque un sector de los lectores no aprecie este género como se
merece, cabe de todo y con resultados distintos, espléndidos, como los que
ofrece el libro del que les hablo.
Leyendo este volumen, uno entiende mucho
mejor, ‘La muerte juega a los dados’, la siguiente entrega de la escritora
bonaerense afincada en Madrid (usemos las tres manidas palabras por última vez
en este escrito), de la que tuve conocimiento con anterioridad a ‘El libro de
los viajes equivocados’. Allí la interconexión de los relatos resulta más palpable
y se percibe con mayor claridad su innegable arquitectura de novela disfrazada
de libro de relatos o, al revés. Tanto da. También lo dije antes ya.
El Eco de las Voces Califica: 3