A veces una entrevista comienza al revés. Por
el final. Así ocurre en esta ocasión con PERIDIS. En la Nota del Autor que incluye su nueva novela, ‘La maldición de la
reina Leonor’, editada por Espasa, el polifacético escritor cántabro habla de un
dibujante, Cronos, cuyas caricaturas frecuenté en mi juventud. PERIDIS define
su estilo, el de Cronos, como «de trazo sinuoso que yo calcaba o imitaba
tratando de reflejar la fisonomía interior de las personas en unos trazos
rápidos y con gran economía de medios». Después de leer centenares de sus tiras
en ‘El País’, jamás imaginé que su trabajo de dibujante estuviera tan marcado
por aquel caricaturista del deportivo Marca, de quien PERIDIS afirma que «no le
conocí personalmente, pero sí vi sus dibujos en el periódico y en las cajas de
cerillas. De tan finos que eran, sus retratos parecían alambres. Cronos
representaba la tradición de Luis Bagaría y de los ilustradores modernistas.
Recuerdo con especial agrado sus ciclistas y futbolistas. Su trazo me influyó
totalmente y por su trabajo aprendí la fuerza mágica que posee la línea simple.
Gracias a él me convertí en caricaturista. Mantuvimos una relación epistolar,
pero en uno de mis traslados domiciliarios se perdieron las cartas. Me gusta
que lo hayas nombrado en esta entrevista, eres la primera persona que lo hace».
Tras esta introducción, toca hablar de otra
cosa. ‘PERIDIS’ pasó por Valencia – nos citamos en el establecimiento vintage La Chaise retro & med –, para
presentar su novela. El escritor cántabro, ahora que ya no rueda sus
ilustrativos documentales sobre las piedras románicas, parece empeñado en
ficcionar la Edad Media completa o casi. Y es fácil que lo logre. Ocupado en
cualquiera de sus quehaceres habituales, PERIDIS se siente igual de cómodo con
la escritura o las viñetas. «La única diferencia que encuentro es la hora. De
cinco a seis dibujo la tira del diario y el resto del tiempo lo empleo en
contar por escrito lo que no puedo narrar por televisión. Si hubiera seguido
con la serie no hubiera dispuesto de tiempo para escribir. Ahora pretendo
contar la vida de aquella sociedad y para ello recurro al lenguaje escrito y
también al dibujo, no caben aquí más imágenes ni tampoco músicas». Y es que sus ilustraciones también
están presentes en ‘La maldición de la reina Leonor’, porque PERIDIS ha
dibujado en las guardas del libro un cuadro genealógico completo de los
monarcas. «Dibujar estas guardas me ha llevado mucho más tiempo que escribir
algunos capítulos. Excepto a los muertos, los he pintado a todos desnudos, con
sus coronas y sus atributos, para que los lectores puedan reconocerlos con
facilidad».
En ‘La maldición de la reina Leonor’ nos
ubicamos en el año del Señor de 1184 y en una Castilla próspera y en paz, donde
reinan don Alfonso VIII y doña Leonor de Inglaterra. Parecería el momento
adecuado para disfrutar de todo lo alcanzado hasta ese momento, a no ser porque
la reina no conseguía alumbrar un heredero varón que diera continuidad a la
dinastía. Tras dos partos desgraciados, Leonor, una extranjera en su propia
corte, se convencerá de que su desgracia es el castigo divino por el amor
adúltero que mantiene el rey con Raquel, una hermosa judía de Toledo. Loca de
celos e ira, la reina urdirá una trampa para librarse de su rival… Lo que
ignora es que la venganza siempre deja víctimas inesperadas.
«Escribir un libro es un parto doloroso, pero
placentero, es todo un proceso creativo. Si, además, la gente compra la novela,
será maravilloso, un regalo». O sea que para PERIDIS la escritura no es
sinónimo de sacrificio, sino de todo lo
contrario. «Me lo paso en grande cuando escribo, tanto que no hay manera de
llevarme a la cama cuando encuentro el filón. Al acostarme, enseguida tengo
ganas de que amanezca para retomar la tarea». El escritor cántabro compara un
libro con un tapiz: «Una novela histórica es como un tapiz, donde hay unos
personajes, que son los hilos, y unos acontecimientos que los entrelazan y
hacen que la vida fluya por ellos. El mérito está en construir el tapiz sin que
el lector se pierda durante su confección. Precisamente, ese es el juego que a
mí me gusta».
Una vez más se plantea la eterna cuestión:
las diferencias que existen entre los novelistas y los investigadores
académicos. «El historiador no repara en si el día de una gran batalla hacía
calor o frío, si el rey estaba con fiebre o no, si los turcos traían a sus temibles
arqueros y los caballos debían vestir un parapeto especial… En esas cosas los
escritores nos fijamos más y somos capaces de imaginar sus consecuencias, algo
que ellos no pueden hacer». En este sentido, el hispanista de la Universidad de
Oxford, John Ellioth, en la fajita publicitaria que acompaña al libro, afirma
que en ocasiones «la novela histórica consigue captar la realidad mejor que las
obras de los historiadores profesionales atados por sus documentos». A
propósito de esta opinión, PERIDIS señala que «hay historiadores ingleses y
americanos que escriben unas biografías que se leen como novelas, sin recurrir
a ningún otro tipo de artificio literario. Y son libros muy amenos. Nosotros
podemos sospechar ciertos aspectos y plantearlos a través de la ficción. Por
ejemplo y con relación a ‘La maldición de la reina Leonor’, no podemos asegurar
que la reina estuviera enamorada de su arquitecto, ni conocer el tipo de
relaciones que mantenía con los trovadores que cantaban coplas de amor, pero
nos da mucho juego pensar que así era. En
el fondo solo se trata de ponerse en la piel de los personajes e imaginar lo
que quizá sentían en esas situaciones».
La protagonista de la novela, la reina
Leonor, no es un personaje demasiado conocido en nuestro país. «La vida de
Leonor es muy interesante, aunque su historia ha pasado bastante desapercibida,
porque no hay demasiados documentos que hablen de ella. Vivió en Las Huelgas,
empeñada en la edificación del monasterio, rodeada por una corte de trovadores
y, probablemente, enamorada de un arquitecto que construía poemas en piedra que
solo ella entendía». PERIDIS ha citado la palabra clave de la novela histórica:
la documentación. Para desarrollar su trabajo, el novelista requiere un
escenario concreto, marcado por una serie de coordenadas espaciotemporales.
Para dotarlas de verosimilitud, manejar la documentación adecuada para cada
época, en este caso, la Edad Media, resulta un elemento indispensable. Y tenerla
a su alcance no siempre es posible. «La Fundación Santa María la Real, a la que
pertenezco, dispone de más de doscientas publicaciones sobre la Edad Media. En
ellas se recogen aspectos de la vida cotidiana como los matrimonios, las
fiestas, los juegos… Otro elemento de gran valor son los documentos, llamados
donaciones, que escribían los reyes cuando viajaban con su corte, que estaba
compuesta por los infantes, los criados, el arzobispo, el halconero, los
caballeros, un notario y los escribanos. Las donaciones daban fe de todo lo que
acaecía durante el viaje y se dejaban copias en los monasterios por los que
pasaban. Toda esa documentación, que ha sido recopilada por el historiador
Julio González, resulta utilísima para reproducir la sociedad medieval. Si,
además, eres capaz de leer entre líneas, todavía sacas más conclusiones».
A PERIDIS esta novela le ha servido también como
pretexto para dar rienda suelta a su vocación de enseñar y entretener. «La
novela me ha permitido contar el arte y el final de la Edad Media, que es un
momento trascendental de la Historia de España y de Europa, porque el Islam
atravesaba un momento expansivo, trufado de guerras y victorias. Solo les
faltaba tomar los cinco reinos de la Península Ibérica para completar su
conquista. Por eso fue tan importante la victoria en la batalla de las Navas de
Tolosa, que impidió que eso ocurriera. A
partir de ese momento, los reinos cristianos avanzaron hacia el sur hasta
completar la Reconquista».
Para concluir nuestra charla, quedaban un par
de temas pendientes por tratar. El primero de ellos, los personajes, una parte
muy importante de ‘La maldición de la reina Leonor’. El maestro Mateo, Enrique
II, Leonor de Aquitania, Ricardo Corazón de León o Juan Sin Tierra desfilan por
estas páginas e interpretan sus importantes papeles para la Historia Universal.
«Retrato a los personajes como personas reales, incluidos los reyes, gente
normal con sus defectos y virtudes, que en ocasiones se vieron obligados a
realizar cosas que nos les apetecía, como por ejemplo casarse mediante matrimonios
de conveniencia. Por destacar solo un par de los que has citado, hablo del
maestro Mateo, que terminó el Pórtico de la Gloria, y de Juan Sin Tierra, que
probablemente era un niño enfermizo, pequeño, al que la reina Leonor no quería
para nada. Fue el villano de la familia, pero su leyenda la escribió Walter
Scott y con ella han fabulado de modo fantástico en torno a la monarquía
inglesa».
El segundo y último tema pendiente es más
complejo. Parece que hayamos olvidado que los moros vivieron en la Península
Ibérica durante siete siglos. Hoy solo hablamos del concepto España, que
arranca con los Reyes Católicos en el siglo XV. «Nos hemos olvidado de todo, de
la presencia de los musulmanes en la península y de que antiguamente había
cinco reinos que, durante muchos tiempo, se mantuvieron separados: Portugal,
Castilla, León, Navarra y Aragón. Todos ellos vivieron una historia larga y muy
rica en acontecimientos. Y, sin embargo, solo conocemos los nombres de los
reyes de Castilla. Nadie sabe que García es de origen Vasco y que Sánchez viene
de Sancho. Si observáramos el árbol genealógico general, comprobaríamos que
todos los monarcas proceden de Sancho el Mayor, que dividió sus reinos entre
sus hijos. La nuestra es una historia de herencias y de incestos, pero la
máxima herencia es que en Europa todos eran reinos pequeños hasta que se
consolidaron Inglaterra, Francia y Castilla y León, cuya unión dio origen al
mayor reino existente entonces en nuestro país. Y eso ocurrió prácticamente
ayer porque quinientos años no significan nada».
SOBRE JOSÉ MARÍA PÉREZ «PERIDIS»
José María Pérez González (Cabezón de Liébana, Cantabria, 1941), más conocido como PERIDIS, es arquitecto, dibujante, director de cine y escritor. En TVE presentó y dirigió ‘Las claves del románico’. Habitualmente colabora con sus viñetas diarias en el diario ‘El País’ y es presidente de la Fundación Santa María la Real. Además de diversos libros sobre humor y sátira política, ha publicado ‘La luz y el misterio de las catedrales’ y las novelas ‘Esperando al rey’ (Premio Alfonso X el Sabio 2014) y ‘La maldición de la reina Leonor’.
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