Marcos Chicot comparte con Dolores Redondo,
la ganadora del Premio Planeta 2016, su interés por conquistar este galardón.
Este madrileño, enamorado impenitente del mundo griego antiguo, se ha
presentado varias veces al concurso durante los veinte años que lleva
escribiendo. En 2012 quedó cuarto con ‘El asesinato de Pitágoras’ y en 2016,
cuatro años después, ha conseguido proclamarse finalista con otro crimen, en
este caso el de Sócrates, un tipo complejo y rico en matices. La novela
finalista, ‘El asesinato de Sócrates’, es un producto muy trabajado y sus
conocimientos sobre la Grecia Clásica apabullan. Trabajo y conocimientos se
traducen, durante nuestra charla a primera hora del día, en un discurso
infatigable, pleno de recursos sobre la historia y la cultura helénicas.
Enhorabuena, Marcos,
ser finalista del Premio Planeta no ocurre todos los días, ¿qué ha significado
para ti? Aunque
el reconocimiento del jurado y el importe económico son muy importantes, lo que
más me satisface es que el Premio te proporciona muchos más lectores. Soy un escritor
de novelas que se plantea la idea de entretener a un público muy amplio y, como
mi objetivo es sumar lectores, el Planeta te otorga el voto de confianza de
mucha gente y hace que esta novela, las anteriores y las futuras que pueda
escribir lleguen a más público. Mis libros se sostienen en un marco histórico
muy riguroso, pero también contienen intriga. Trato de escribirlas en capítulos
cortos, de lectura muy rápida, aunque pueda haber gente que, al leer el título,
piense que se trata de una novela muy pesada, algo que no es cierto en absoluto.
¿Alguna vez
imaginaste que vivirías una experiencia como ésta? No solo lo había pensado sino
que me había presentado al Premio Planeta un montón de veces en los veinte años
que llevo escribiendo. Desde que nació mi hija en el dos mil nueve escribo a
dedicación plena y, después de tres años de duro trabajo, publiqué ‘El
asesinato de Pitágoras’, que había quedado cuarta en la edición de dos mil
doce, en formato ebook y luego en
versión de papel. De nuevo me decidí a probar fortuna en el concurso con ‘El
asesinato de Sócrates’ y conseguí ser finalista.
¿Dos novelas
exitosas y dos filósofos «asesinados»? Bueno, que quede bien claro que mi deseo es no asesinar filósofos sino
resucitarlos [risas].
Siempre que
entrevisto a alguien por primera vez, procuro formularle esta pregunta: ¿qué
significa escribir para ti? Escribir es lo que más satisfacción me ha proporcionado siempre. Toda
la vida he sido una persona muy dispersa, en el colegio tenía déficit de
atención y la escritura me ofrece la oportunidad de pensar en mil cosas y, al
mismo tiempo, crear algo positivo. Esas digresiones mentales me permiten tomar
notas que luego utilizo en mis libros. Escribo de lo que quiero y como quiero,
con libertad absoluta. Me siento como una especie de dios en esos mundos
imaginarios y la Grecia Clásica es un territorio demasiado olvidado, que yo
quiero rescatar y acercar a todo el mundo. Sus personajes, aunque lejanos en el
tiempo, los percibo muy próximos.
La novela, además
de policiaca, pertenece al llamado género histórico, dos estilos con cánones exigentes,
¿te ha resultado fácil manejarte en ellos? Mi planteamiento es ambicioso y difícil de
resolver. Pero si das con la tecla adecuada se convierte en un valor añadido
para la novela. Así me lo planteé en ‘El asesinato de Pitágoras’, un tipo que
era filósofo, matemático, político… Si era capaz de contarlo todo y convertirlo
en un thriller histórico estaba convencido de que a la gente le gustaría.
Siempre trato de escribir la mejor novela posible y, si alguien, al cerrar el
libro, sigue pensando en ella y la recomienda a otros lectores, lo he
conseguido. La gente compra una novela cuando encuentra algo en ella que
trascienda el mero entretenimiento. Si eso no ocurre, significa que ésa no era
la mejor novela que podía escribir. ‘El asesinato de Pitágoras’ funcionó en
Internet y, después del tiempo transcurrido, es el ebook más vendido en lengua
española.
Con ese
planteamiento imagino que tu proceso de escritura será duro. Me paso años documentándome y no
me permito ninguna licencia literaria. Todo es absolutamente exacto, no invento
nada. Y para que los lectores lo sepan, se lo advierto al principio del libro
y, al final, les escribo una carta en la que les explico que todo es cierto.
Con ese marco establecido, lógicamente quedan lagunas que hay que tapar con lo
que sé. Pero todo eso significa trabajo y, cuanto más domino la historia los
vacíos los relleno mucho mejor. Con la práctica de escritor lo consigues todo,
especialmente recrear la vida de Sócrates, de quien cuento desde la relación
que tenía con su mujer, hasta su vida de soldado, sin olvidar a sus amigos.
Todos esos detalles son desconocidos, pero se pueden reconstruir.
¿De dónde procede
tu fascinación por la Grecia clásica? Hace dos mil quinientos años se produjo el
verdadero Big Bang del que surgió el
ser humano tal y como es hoy. Es verdad que somos grecorromanos, pero primero
somos griegos. Se han escrito muchas novelas sobre Roma, pero deberíamos
acercarnos más a Grecia, un territorio en el que en muy pocas décadas se
produjo una explosión y se alcanzó un enorme desarrollo en las ciencias, en la
medicina, en las artes… El Partenón, por ejemplo, es la perfección hecha arquitectura.
Allí surgió la democracia y nos parecemos mucho más a ellos que a otros seres
humanos. Entre otras cosas, hemos recuperado su arte, sus juegos olímpicos y en
este escenario quiero narrar una historia apasionante. No conozco otro mejor
para hacerlo.
En ‘El asesinato
de Sócrates’ se habla de Atenas, pero también de Esparta. Ambas ciudades eran
similares a la URSS y EE.UU. durante la guerra fría, ¿en qué se parecían y en
qué se diferenciaban? Ambas eran dictaduras de sus entornos y esclavistas. Los espartanos
trataban de ser los mejores soldados del mundo, constituían un ejército al que
se incorporaban desde los siete años de edad. Sus esclavos les cultivaban las
tierras. Atenas era lo mismo, tenía doscientas ciudades sometidas que le
pagaban tributos enormes y le permitían construir la Acrópolis. La urbe que se
le rebelaba era atacada y muertos sus habitantes. Esparta significa un menor
desarrollo de las artes y un mayor culto a lo gregario, de ahí su carácter
militarista. Atenas desarrolló el culto al individuo y a la vida contemplativa.
En ambos lugares las mujeres no tenían derecho a la libertad y debían dedicarse
al cuidado de la casa y de los hijos, si bien en Esparta gozaban de una mayor
libertad para ejercitarse como guerreras. Es por este detalle que he creado dos
protagonistas femeninas, para que el lector conozca muy bien las diferencias
entre espartanas y atenienses.
Los griegos
recurrían a los augures, a los adivinos, era algo normal. ¿Sus opiniones eran
determinantes en la vida diaria y en la política? Si no creías en ellos no había
nada que hacer. Tenían importancia y, si los augurios no eran buenos, las
tropas se retiraban, aunque se encontrasen a mitad de una batalla. En ocasiones
los utilizaban con fines políticos y se les compraba para que dijeran lo que
interesaba oír.
La última por hoy:
has utilizado la tercera persona para narrar, ¿por qué? Siempre quiero narrar desde el
punto de vista del protagonista y me interesa muchísimo que el lector pueda
introducirse en de su voz, por eso he empleado un narrador omnisciente muy
cercano, que, incluso, adopta diferentes lenguajes en función de cada
personaje. ‘El asesinato de Sócrates’ es una novela coral y la primera persona
no me hubiera permitido construirla de este modo. Creo que así es la única
manera en la que el lector no es un mero testigo, y puede experimentar
vivencias con la lectura, que es mi gran objetivo.
SOBRE MARCOS CHICOT
Marcos Chicot (Madrid, 1971). Es licenciado en Psicología Clínica, Psicología Laboral y Económicas. Está casado y tiene dos hijos: Lucía (2009) y Daniel (2012). Tiene en su haber tres novelas publicadas: ‘El asesinato de Pitágoras’, ‘La Hermandad’ y ‘Diario de Gordon’. A lo largo de su carrera literaria ha ganado el Premio de Novela Francisco Umbral, el Premio Rotary Internacional de Novela, y con ‘El asesinato de Pitágoras’ obtuvo el Premio por la Cultura Mediterránea 2015 a la mejor novela publicada en Italia. Por este mismo título, la ciudad de Crotona le ha otorgado la distinción Encomio Solenne, y en formato digital ha sido la novela en español más vendida del mundo en el periodo 2013-2016. Pertenece a la organización Mensa, y dona el 10% de lo que obtiene con sus novelas a organizaciones de ayuda a personas con discapacidad.
487