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Foto cedida por Random House |
‘Los últimos
días de Adelaida García Morales’ de Elvira Navarro, editada por Random House,
es una de las novelas recientemente publicadas que más ha llamado la atención en 2016, al tiempo que ha suscitado una cierta polémica. Adelaida fue una
de las escritoras más misteriosas del panorama cultural hispano de las últimas
décadas. La celebridad alcanzada por alguno de sus libros, ‘El Sur’, adaptado
al cine por su exmarido Víctor Erice, y ‘El silencio de las sirenas’, junto con
el mutismo en el que se sumó la autora en los últimos años de su vida,
contribuyó a ese misterio. En 2014, falleció sin apenas hacer ruido, casi en el
anonimato. ‘Los últimos días de Adelaida García Morales’ es el relato, en clave
de ficción, de los días que precedieron a la muerte de la escritora y su
desencadenante fue la noticia de que acudiera a la delegación de
Igualdad de un ayuntamiento sevillano para pedir cincuenta euros que precisaba
para visitar a su hijo que vivía en Madrid. Elvira Navarro ha utilizado dos
planos, dos historias paralelas, para alumbrar esta breve novela que apenas
sobrepasa las cien páginas.
Elvira, es la primera vez que te
entrevisto, así que esta pregunta es obligatoria; ¿qué significa para ti
escribir?
Te diría que
es una necesidad expresiva no traducible a otros modos de expresión, y un
mandato vital que no se sabe muy bien de dónde viene, o al menos así lo siento
yo, y que es irrenunciable le pese a quien le pese, incluida yo misma.
Además de escritora, también te has
desempeñado como editora en la editorial Caballo de Troya, ¿se ve muy distinta la
literatura desde un lado, el de escritora, y otro, el de editora? ¿Son
compatibles ambas funciones?
No se ve
demasiado distinto, aunque yo doy talleres de escritura y buena parte de mi
trabajo consiste en corregir (editar) los textos de los participantes de los
talleres, así que quizá esta circunstancia me ha impedido ver la diferencia en
cuanto al trabajo artesano con el texto. Sí hay una diferencia abismal, en
cambio, si lo miramos desde la perspectiva de la creación, por más que montar
un catálogo o aconsejar al autor tenga una vertiente creativa. Pero ya no se
trata ahí de mi universo, sino del de otros autores y autoras.
¿De dónde procede tu fascinación por
Adelaida García Morales que ha propiciado la escritura de tu última novela?
Adelaida
García Morales era la propuesta de lectura para estudiar la narrativa
contemporánea de mi manual de literatura de COU. En ese contexto casi canónico,
me sorprendió encontrarme con una autora que no me sonaba de nada, y la asumí
como alguien que estaba ya a las puertas de la gloria literaria. Su
desaparición posterior me resultó muy enigmática. Además, cuando era más joven
me producían una gran inquietud las desapariciones inexplicables, o que yo
juzgaba como tales. Por otra parte, me gustó mucho su escritura en ‘El Sur seguido de Bene’ y ‘El silencio de las sirenas’ por lo que
tiene de quiebre con la convención a la que llamamos realidad. En aquel momento
(te hablo de la Elvira de hace veinte años) también me sedujo que no sonara
castiza. Como buena española, me he criado en el odio hacia lo español. En el
complejo de inferioridad cultural. Ahora ya estoy curada de eso.