«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 4 de marzo de 2017

Javier Cercas: «No podemos reivindicar el franquismo, sino condenarlo»

Nº 503.- Javier Cercas llegó puntual al restaurante Mar d’Avellanes-Patriarca. Vino a Valencia para presentar su última novela, ‘El monarca de las sombras’, editado por Literatura Random House, donde habla de Manuel Mena, un tío-abuelo suyo, héroe familiar, que participó en la Guerra Civil. En el bando franquista. Murió en la batalla del Ebro. Se había convocado rueda de prensa. Imposible conseguir exclusiva. Una rueda de prensa sabe a escaso. Siempre. Apenas si salimos a pregunta por medio. Con suerte, dos. Poca recompensa para el trabajo previo. Nos reunimos en torno a una mesa alargada. Cuarenta y cinco minutos por delante. Al fondo la barra del bar. Suspendidos del techo dos estantes con botellas de vino. En la decoración predomina el verde. También un indefinido tono gris en las paredes. Hay cuadros, ventanas y un par de columnas. Las sillas marrones, con respaldo de varillas. Cercas dirá después que unas pocas gotas de ficción bastan para convertir cualquier texto en ficticio. Sus novelas mezclan ambas cosas. Realidad y ficción. Ficción y realidad. ¿Resistiré la tentación de hacer lo mismo ahora, aquí, en esta rueda de prensa?

«Pasé dos años en Estados Unidos – comienza Cercas –, vivía en Urbana, un lugar del Midwest situado en medio de ninguna parte. Allí descubrí una de las cosas más importantes de mi vida: el libro que necesitas no es el que buscas en cualquier biblioteca, sino el que está a su lado». A pesar de este descubrimiento, no acostumbra a escribir en estos lugares. «Soy usuario de bibliotecas, me gusta ver los libros, consultarlos y sacarlos, pero no trabajo allí. Lo mejor que se puede hacer en cualquier lugar es construir bibliotecas, sólidas y accesibles, lo demás es accesorio. Estados Unidos es un país muy bárbaro, pero en la biblioteca del más pequeño de sus pueblos puedes encontrar los grandes clásicos de la literatura».




En ‘El monarca de las sombras’, Cercas se aproxima nuevamente a la Guerra Civil Española. Hay quien afirma que es la continuación o, quizá mejor, el final de la obra que le catapultó a la fama: ‘Soldados de Salamina’. «La verdad es que no sé si esta novela existiría sin ‘Soldados de Salamina’. Tengo la impresión de que he pasado toda la vida preparándome para escribirla, aunque también sé que es complementaria de las otras obras que he publicado hasta ahora, porque todos los libros de un mismo autor dialogan entre sí. Sin embargo, ignoro si es el final de ‘Soldados de Salamina’, como ha dicho algún crítico, o no. Lo que resulta indudable es que ambas novelas  tienen mucho que ver entre sí y se complementan».

La Guerra Civil parece un tema inagotable, tanto que alguien puede pensar que ya cansa. Sin embargo, el escritor de Ibahernando opina que se debe seguir escribiendo sobre ella. «Hay que continuar indagando sobre la Guerra Civil, sin ninguna duda. Vivimos una especie de dictadura del presente, propiciada por el poder omnímodo de los medios de comunicación, que tienen cosas buenas y también malas, y que, al menos, presentan efectos secundarios, ya que difunden la idea de que el presente se entiende por sí mismo y el pasado está en los archivos y no nos interesa, porque no tiene nada que ver con nosotros». Es verdad que el pasado parece vivir una situación de mala fama, que goza de un cierto desprecio. «El pasado es una dimensión del presente. Sin el pasado no se puede entender el hoy. Lo estamos mutilando, pero no está muerto y ni siquiera es pasado, porque forma parte del presente y tenemos que ponernos de acuerdo sobre él. Si no sabemos de dónde venimos, tampoco sabremos hacia dónde vamos. La única forma de hacer algo útil con el futuro es tener el pasado siempre presente, sobre todo el peor pasado, el de las guerras y las dictaduras. Si lo olvidamos, estamos ya preparados para repetirlo otra vez y eso nos está ocurriendo ahora».

De alguna manera, la Transición, que tiene mucho que ver con el pasado, se asoma también por las páginas de ‘El monarca de las sombras’. «Ahora hay mucho debate sobre la Transición, pero en aquel momento los españoles, al menos, conseguimos no practicar nuestro deporte favorito que era la Guerra Civil. En el extranjero la gente esperaba que nos matásemos de nuevo, pero por fortuna no lo hicimos. Ahora dicen que reconciliación es una palabra muy mala y quieren que repitamos nuestra historia. Vivimos una época en la que se ha sacralizado la memoria, pero al mismo tiempo todo se olvida a una velocidad fantástica. Si la Transición salió bien no fue a causa de un pacto de olvido, sino de que no nos arrojamos el pasado los unos contra los otros. Y eso sucedió así porque políticos tan contrarios como Suárez y Carrillo tenían bien presente la Guerra Civil y no querían que se repitiera».

Cuando emprende la escritura de una novela siempre hay una cuestión que preocupa a Javier Cercas. En esta ocasión su objetivo era descubrir quién era Manuel Mena, su ancestro franquista que marchó al frente a los dieciocho años. «Tenía cierto miedo al escribir la novela, pero me ha quedado una buena impresión de mi antepasado. El resultado final ha sido mejor de lo esperado. Yo escribo novelas para formularme preguntas complejas que me inquietan y trato de no dar una respuesta taxativa y clara, porque este tipo de soluciones no sirven en literatura. Además la última respuesta, en todo caso, la tiene el lector. Manuel Mena era un chico humilde, de una región pobre, con pretensiones intelectuales, el primero de la familia y del pueblo que cursó estudios superiores. Se alistó en el bando equivocado al estallar la guerra y allí murió. Mi madre me hablaba mucho de él y yo quería saber por qué. Para ella Manuel Mena fue a luchar para salvaguardar la familia y la religión, valores en los que ellos creían entonces. Si en ‘Soldados de Salamina’ había una defensa y reivindicación del soldado republicano, en esta novela hay una asunción de mi propio pasado. Yo procedo de una familia franquista, cuyo héroe era un joven falangista de diecisiete años. Y eso es algo normal, no creamos que todos hemos sido antifranquistas de toda la vida. No podemos edulcorar el pasado y engañarnos con una imagen halagadora, porque el pasado resulta útil cuando tenemos presente el pasado real, no uno dulcificado».

Para localizar las huellas de Manuel Mena, Javier Cercas ha revuelto el pasado, especialmente el de su familia. «El problema de este país es que no estamos de acuerdo con nuestro pasado y hasta que no lo logremos, esto no tirará hacia delante. Hay cosas que son elementales y tendríamos que estar de acuerdo con ellas. En 1936 lo que se produjo en España fue un golpe de estado contra una república democrática que tenía todos los defectos que queramos, precaria, triste y deteriorada, pero era democrática. Se produjo el golpe orquestado por la oligarquía y la Iglesia y ejecutado por el ejército, que contó con el apoyo de la mitad del país, una mitad convencida por esa oligarquía interesada en destruir la república. La razón política la tenía la república, no los franquistas, y nosotros venimos de ahí y no podemos reivindicar el franquismo, sino condenarlo, que es lo que no ha hecho todavía la derecha española». En su análisis del pasado Cercas va más lejos aún y establece una diferenciación entre razón política y razón moral. «Ya tenemos claro dónde está la razón política, pero la razón moral es otra cosa. Personas, que estaban en el lado políticamente correcto y defendían la democracia, mataron a sangre fría a curas y monjas. Estos tipos son lo que yo llamo canallas de las buenas causas, porque tenían la razón política pero no la moral. Y, a la inversa, hubo gente en el lado franquista que se equivocó al creer que la sublevación era la solución para el país. Ahora sabemos que no fue así, pero entonces lo ignoraban. La distinción entre razón política y moral es importante y deberíamos de estar de acuerdo con ello. En ‘El monarca de las sombras’ he intentado despejar este fantasma, porque hemos de tener claro de dónde venimos. Respecto a Manuel mena y después de investigar sobre su figura, no tengo ninguna razón para pensar que fue un tipo peor que yo, más bien lo contrario, ya que se jugó la vida por unos valores en los que creía».

No cabe duda que hablar de la familia de cualquier persona y más si se trata de asuntos relacionados con la Guerra Civil es una aventura arriesgada. El escritor puede tropezar con algo que no espera. «En la novela hablo de las responsabilidades de mi familia en los crímenes cometidos en mi pueblo durante la Guerra, algo que era terrible para mí porque mi abuelo había sido de Falange. La gente no quiere hablar de estas cosas, una postura muy respetable, aunque creo que nosotros debemos despejar las dudas y combatir ese silencio.  Mi primo Alejandro Cercas, que fue diputado socialista, me preguntó si sabía dónde me estaba metiendo, porque podía encontrarme alguna cosa desagradable. Y no ha sido así, pero si lo hubiera encontrado lo habría publicado, seguro. Yo puedo ser tan cobarde como cualquier persona, pero como escritor no puedo serlo. Si uno juega a algo, juega hasta el final, con todas sus consecuencias, y Manuel Mena estuvo en el frente donde se dedicaban a matarse los unos a los otros. Por otro lado, yo ignoraba que mi abuelo hubiera sido jefe de falange en mi pueblo, y después alcalde, pero al concluir la guerra rompió con todo: con el pueblo, con la política, con los vencedores, con la alcaldía, con todo, hasta tal punto que no dejó que ninguno de sus hijos se acercase a ellos. Entiendo que eso se debió a que se dio cuenta de que aquello era una estafa. Hasta el propio Manuel Mena, cuando supo lo que significaba la guerra en realidad, perdió su concepto inicial de que era algo maravilloso a donde debía acudir».

Todas las novelas de Javier Cercas tienen algo muy peculiar, muy «sui generis», ya que establece un juego entre ficción y realidad. De este modo resulta difícil definir exactamente su oficio relacionado con la República de las Letras. «Yo me defino como novelista, pero es verdad que todas mis novelas son muy «sui generis». Soy un escritor que tiene una idea muy particular de lo que es este género, como expliqué en mi ensayo ‘El punto ciego’. Me remonto a quien más sabe de todo esto que es Miguel de Cervantes, que dijo que al escribir hiciéramos lo que quisiéramos. El Quijote es un banquete, un cocido con muchos platos, que nos da libertad total para escribir  y, sin embargo, nos hemos ceñido a un modelo concreto que es la narrativa del siglo XIX. Si yo he escrito novelas sin ficción, ¿por qué no escribir novelas sin ensayo? Cada novela establece sus propias reglas. La Historia forma parte de mis novelas, pero no escribo género histórico».

‘El monarca de las sombras’ es la novela más personal de Javier Cercas. «Sin duda ninguna es mi novela más personal. Las novelas salen de las tripas o no son literatura. A ‘El monarca de las sombras’ se le puede aplicar la palabra sentimental, pero no sentimentalismo, que es la prostitución del sentimiento. Este es un libro belicosamente antibelicista, porque se nos ha olvidado la Guerra Civil y cuando eso ocurre significa que ya estamos preparados para volver a ella. El siglo XX proscribió el sentimiento en las novelas y hay que  recuperarlo, sin caer, insisto, en el sentimentalismo».