Nº 554.- Conocí
a Eva Gª Sáenz-de Urturi hace algunos años. Acababa de publicar su novela
‘Pasaje a Tahití’, a la que siguió la primera parte de la ‘Trilogía de la
Ciudad Blanca’, titulada precisamente ‘El silencio de la Ciudad Blanca’. En octubre
de 2018, con la imprenta todavía humeante y tras setecientos mil ejemplares de
sus obras anteriores ya vendidos, en las mesas de las librerías reluce una
nueva entrega, ‘Los Señores del Tiempo’, editada por Planeta, el esperado
colofón de los casos investigados por Unai López de Ayala, el perfilador
policial al que todo el mundo ya conoce con el sobrenombre de Kraken, que en
esta ocasión deberá enfrentarse a unos desconcertantes asesinatos que, una vez
más, sitúan a la ciudad de Victoria-Gasteiz en la primera fila de las capitales
criminales de ficción. En un día luminoso y cargado de bullicio, nada más bajar
del taxi que le condujo al hotel Astoria de València, la escritora vitoriana,
afincada desde hace unos cuantos años en Alicante, respondió mis preguntas, una
tras otra, desgranando el cuestionario sin prisa pero sin pausa, hasta su
conclusión. Unas fotografías y su dedicatoria completaron el ritual de la
entrevista.
Eva, eres consciente de que estás
viviendo una aventura única, la literaria, que no todo el mundo puede alcanzar.
El número de lectores cosechados, así como la cantidad de ejemplares vendidos,
avalan tu éxito, ¿qué sensación te produce todo esto? ¿La literatura te ha
cambiado la vida?
Siempre
digo que en mi carrera como escritora no hubo un «Momento Cenicienta», aunque
es verdad que desde la aparición de la ‘Trilogía de los Longevos’ he ido
ganando lectores y algo de boom sí se ha producido. Sin duda, el salto cualitativo
ocurrió tras la publicación de ‘El silencio de la Ciudad Blanca’, que provocó
que todo se multiplicase de un modo geométrico. Pero también es verdad que
desde el año 2006, cuando comenzó todo, me ha dado tiempo a asimilarlo poco a
poco.
Llevas más de 700.000 ejemplares
vendidos de tus libros, a la hora de poner el punto final a la ‘Trilogía de la
Ciudad Blanca’ ¿has sentido presión para publicar cuanto antes?
Presión
ha habido toda la del mundo y más, pero no por parte de los editores, sino de
los lectores. Siempre hay una presión de calidad, que te impones tú misma, la
de la necesidad de mantener idéntico nivel de exigencia que en las entregas previas,
ya que el éxito anterior no te asegura la fidelización de los lectores, que
pueden criticarte si, a su juicio, no das la talla. Sin embargo, de un tiempo a
esta parte viene ocurriendo un hecho, que afecta por igual a escritores y guionistas de series, y que proviene
de la era de la inmediatez que vivimos. La gente tiene prisa y lo quiere todo
para ya. Antes se publicaba una novela cada tres o cuatro años y se entendía
que, como eran libros de grueso calado que requerían un gran esfuerzo de
documentación, era un tiempo justo. Pero ahora ya no es así. El público devora
en tres días tu novela de quinientas páginas y pide más. Las redes sociales
dejan constancia de ello y, si en alguna ocasión subo una fotografía que pueda
significar un cierto descanso o pausa, me dicen que lo que he de hacer es sentarme
a escribir y no perder el tiempo. Ésta es la exigencia impuesta por 700.000
lectores-jefes de la que has de abstraerte, porque escribir una novela cuesta
lo que cuesta, mucho o poco. Y ya no hay más, no tiene vuelta de hoja.
Has comentado en algún medio que es
recomendable la lectura ordenada de la serie, pero que cada novela es
autoconclusiva. A la hora de concebir la ‘Trilogía’, ¿desde el principio te la
planteaste con la idea de escribir una sola gran historia dividida en tres
partes?
Desde
que empecé a trabajar en ella, justo al terminar con la saga de los Longevos. Sabía
que se trataría de una trilogía, ambientada en Vitoria, y escogí tres casos que
mantuviesen un nexo en común, pensando que en algún momento la entrelazaría con
los Longevos. Después planifiqué cada historia bajo la premisa aristotélica de
planteamiento, nudo y desenlace.
‘Los Señores del Tiempo’ está estructurada
en dos historias, una discurre en el momento actual y la otra en la Edad Media,
una época fascinante, remota, sugerente, e imagino que habrá requerido un largo
proceso de documentación previo, ¿qué te atrae de ella?
La
Edad Media es una época de la que pensaba que sabía mucho y, cuando me senté a
escribir, me di cuenta de que no tanto, especialmente en lo referido a los
reinos de Castilla y Navarra durante el siglo XII. Por ese motivo, el proceso
de documentación me ha ocupado mucho tiempo. Al final habré leído y consultado
unos cincuenta volúmenes sobre este período del que me atrae la barbarie existente,
aunque he podido constatar que es una época ya muy legislada en la que todo
estaba bastante controlado. En realidad, creo que nos atrae porque somos
europeos y es un nexo en común que nos une.
A lo largo de la novela lo insinúas con
cierta claridad, ¿Vitoria es una ciudad en la que, cuando caminas por sus
calles, te asalta su historia y revives su pasado?
Así
es, Vitoria me venía muy bien porque posee una parte antigua, que llamamos «la almendra»
y, cuando la paseas, te das cuenta de que esas calles ya existían en la Edad
Media. De este modo sabemos que nuestros tatarabuelos trabajaron en aquellos
barrios gremiales. Cuando utilizas ciudades que han sido ricas desde tiempos tan
remotos, su ambiente contextualiza a la perfección la historia que llevas entre
manos. Si le añadimos el frío y la bruma, el escenario es perfecto porque te
permite introducir escenas muy intensas.
El género negro, y el thriller también, nos
permiten acceder a la vida privada del protagonista, en este caso Unai López de
Ayala, alias Kraken, a su trastienda, a sus costumbres, en resumen, a su cara b,
¿crees que al lector le interesa más el caso policial en sí o el conocimiento
del entorno del protagonista?
Sin
duda les interesa más la cara b. Precisamente, este detalle pienso que es lo
que ha convertido a la serie no sólo en un fenómeno de ventas sino de fans. Los
lectores se llaman a sí mismos krakenianos y hay gente de toda España que,
durante los fines de semana, visita Vitoria para repetir las rutas que describen
las novelas. El alcalde, Gorka Urtaran, me dijo que el turismo literario se ha
duplicado en la ciudad, lo que constituye un fenómeno social tremendo.
Intuyo, pues, que en Vitoria están contentos con la
serie.
Muy
contentos. Sin ir más lejos, el año pasado me hicieron «Chupinera» oficial de
las fiestas de la Virgen Blanca, me rindieron homenajes y me nombraron Alavesa
del Año. Como te decía, allí las novelas han servido de revulsivo para poner a
la ciudad en primera línea de la actualidad.
Hablemos un poco de Kraken. Su oficio es
el de un perfilador policial, ¿qué es un perfilador policial?
Unai
es un tipo muy familiar, protector, que ronda la cuarentena y que está muy
preocupado por las muertes que ocurren en su ciudad, en su entorno. Es un
especialista que aparece cuando se presenta un caso complicado, en el que se
han producido ya tres crímenes con las mismas características, lo que induce a
los investigadores a pensar que puede tratarse de un asesino en serie. Kraken
se dedica a este cometido y le llaman para que construya el perfil del criminal
a través del escenario y de las huellas que va dejando.
En una serie donde los protagonistas son
ya conocidos, es muy importante que los personajes secundarios luzcan a un buen
nivel. Y eso ocurre en ‘Los Señores del Tiempo’, donde hay tipos tan
interesantes como Ramiro Alvar, señor de Nograro, o un escritor al que nadie
conoce, pero que ha escrito una novela de gran éxito. ¿Están basados en personas
reales?
No
me inspiro nunca en nadie. En esta novela hay más de ciento cincuenta
personajes distintos y, en total, llevo creados más de mil. Es algo que ya se
ha convertido en un apartado más del oficio de escribir. Es cierto que hay un
par de personajes reales: uno, el abuelo de Unai, que es mi propio abuelo; y
otro en la historia medieval, Lucía, que era mi abuela, a los que he
introducido porque me apetecía mucho homenajearles. Dejando al margen este
detalle, Alba, Esti o Ramiro Alvar, entre otros, proceden de todos esos tipos
que pueblan mis novelas y para caracterizarlos no me he fijado en nadie.
Por lo que cuentas, deduzco que la perfiladora
eres tú.
Pues
sí, es cierto, me formé como perfiladora. Me encanta el tema y he estudiado los conocimientos que se imparten
en Criminología. Me pasé muchas horas leyendo en la biblioteca de la Facultad
de Derecho de Alicante.
Acabas de citar Alicante, donde resides,
para hablar de tu ciudad natal ¿es mejor hacerlo desde la distancia?
Si,
aunque en Vitoria lo ponen como una pega. Me dicen que soy de allí, pero que no
vivo allí y que no es lo mismo. A mí me molesta mucho que utilicen pero, esa conjunción
adversativa, preferiría que la cambiasen por la copulativa y. Soy de Vitoria y
vivo en Alicante. Tengo familia, cuadrilla y casa en ambos sitios y eso suma para
todo, experiencias vitales incluidas. Creo que la «mirada del exiliado» ayuda
mucho. En mi escritura hay un tono de añoranza y de homenaje hacia mi ciudad, donde
viví durante veinte años, y el distanciamiento me ha servido para pintarla en
unos tonos muy luminosos, algo que tal vez in
situ no hubiera podido hacer por la «ceguera de lo cercano».
Sáenz de Urturi, López de Ayala… los
linajes, los apellidos pesan en Victoria y en su historia, ¿no?
Sí,
allí es muy importante tener el apellido alavés. Se lleva con mucho orgullo y
produce un mayor sentido de identidad. Al principio me molestaba que en el
resto de España me cortasen el De Urturi, porque gracias a él sé que mis
antepasados del siglo XIV vivían en esa población. Por eso no quiero que se pierda.
El sábado 3 noviembre de 2018, en el
suplemento cultural de ABC, decías «Necesito respirar letras para vivir», de
donde se desprende que la lectura ocupa una parte importante de tu quehacer
diario. Dentro del género del thriller, ¿qué autores frecuentas con mayor
asiduidad?
Me
encantan Denis Lehane y Pierre Lemaitre, pero también Dona Leon o Donato
Carrisi. Me gustan los autores que no son muy explícitos, los que dentro del
género del thriller tienen voz propia, un estilo que los diferencia de los
demás. Por ejemplo, a Lehane lo reconozco enseguida por su ironía y a Lemaitre
por sus tramas y giros. Se nota que antes fue guionista.
Acabamos con un par de cuestiones. La
primera: después de escribir tantas páginas sobre Unai López de Ayala, ¿hay
sensación de vacío al concluir la ‘Trilogía’?
No
me ha dado tiempo a percibirla, ni a echar de menos a Unai. Entregué la novela
el 31 de mayo, después vino el proceso de corrección en Planeta, la sinopsis,
la portada... En septiembre comenzó la precampaña y ahora sigo inmersa en la promoción
de ‘Los Señores del Tiempo’. Por lo tanto, ni un solo día he dejado de trabajar
en esto. Afortunadamente, las novelas se han convertido en «longsellers» y
aguantan mucho en los escaparates de las librerías.
Y la segunda: ¿la serie se convertirá en
tetralogía o llegó el punto final?
Me
choca que la gente me pregunte si ‘Los Señores del Tiempo’ es el cierre de la ‘Trilogía’,
porque no sé qué ocurrirá. No he tenido aún oportunidad de plantearme el futuro,
ni de pensar qué voy a hacer ahora. Pero me gusta vivir con esa incertidumbre,
es una duda que me estimula, una situación muy bonita que no quiero que me roben.
Herme Cerezo