Recuerdo perfectamente haber leído a y reído con Forges,
desde bien pequeño. Sin duda, desde mis 12 o 13 años por lo menos. Tengo muy
presentes sus chistes, sobre todo los que publicaba en la revista Hermano
Lobo y, más tarde, en Por favor. Sin olvidar sus anuncios
televisivos, nocturnos, blanco y negro, del brandy Fabuloso. La aparición del
humorista madrileño significó una manera distinta de hacer reír a la gente durante
los últimos años de la dictadura. Más de un chiste suyo fue censurado y
retirado, especialmente cuando trabajaba para la citada Hermano Lobo, que
cada semana incluía una viñeta en la que se podía leer: «¿Cuándo se acabará la
censura cinematográfica? El año que viene, si Dios quiere». Era el lobo, la
mascota de la revista, quien con sonrisa irónica respondía sistemáticamente
esta pregunta. «Nefecto», pues, fue en ese semanario donde trabé el
conocimiento de Forges. Mayormente, aunque no solo. Sin embargo, su primera
eclosión se produjo en 1972, cuando publicó un volumen recopilatorio titulado ‘El
libro de Forges’, en formato apaisado y entintado con colores azul, blanco y
negro. Fue probablemente en ese instante, cuando comprendí que las narices de
sus inolvidables protagonistas, sus bocadillos y sus adverbios, sus hombres y
mujeres del campo, sus parejas, sus paseantes, formarían parte para siempre de la
iconografía referencial de mi vida. Y es ahora, justo cuarenta y siete años
después, cuando aparece un volumen póstumo de Forges, que lleva por título ‘Forges
inédito’, publicado por Espasa.
Forges, alias Antonio Fraguas de Pablo, nacido en Madrid en
1942 y fallecido el 22 de febrero de 2018 en esta misma ciudad, comenzó a
trabajar en TVE hasta que un buen día decidió dar el salto y recorrer el camino
del dibujo, de la ilustración y del humor. Una senda intrincada, difícil y
también incierta. Colaborando en múltiples publicaciones, no solo humorísticas,
sino también de información general y de los llamados «ecos de sociedad», trazó
una trayectoria sobresaliente como hacedor de chistes. Es indudable que el respaldo
definitivo a su carrera, que ya era muy importante, sucedió a partir del
momento en que el periódico El País le encargó la publicación de un chiste
diario en el año 1995, algo que ya venía haciendo en Diario 16 y El Mundo hasta
entonces. Y así se mantendría hasta el momento de su fallecimiento, acaecido en
2018.
‘Forges inédito’, tapas amarillas, dibujos en blanco y negro,
recupera y lanza trescientos chistes, no publicados nunca por Forges, que proceden
del hallazgo de dos carpetas repletas con más de quinientos. La recopilación,
sin duda una ardua tarea discriminatoria y nostálgica, pone de manifiesto su
carácter visionario y adelantado a su tiempo, tratando temas que hoy todavía
preocupan a nuestra sociedad. Forges entendía el humor como una forma de levantarse
cada mañana, de salir a la calle y enfrentarse a la vida. Según cuentan sus
familiares en el muy sustancioso prólogo del libro, para él, el humor era «una nube
mental común» y el trabajo del humorista consistía en bajar a la tierra
fragmentos de esa nube. La risa constituía una herramienta de libertad, «un
asidero para afrontar los reveses de la vida y las servidumbres de la existencia.
Incluso para afrontar la muerte».
Su trabajo estuvo constantemente pegado a la realidad que le
envolvía. La radio, la política, los libros, la prensa, el cine o la vida
cotidiana constituyeron sus permanentes fuentes de inspiración. Trabajaba a
diario, a veces en casa, a veces en un estudio que alquiló para huir del ruido
de la aspiradora, que le resultaba especialmente molesto y le descentraba. Para
dibujar sus chistes utilizaba una mesa de dibujo, colocada en posición horizontal,
y una estilográfica (en ocasiones también
rotuladores, finos y gruesos). Era un dibujante muy seguro, convencido de lo
que hacía, y jamás usó el lápiz. Siempre trabajó directamente con tinta. Una
persona como él, no se limitaba a elaborar su chiste diario. Resultaba
frecuente verle preparar ilustraciones para libros, escribir guiones radiofónicos
o colaborar con alguna ONG. Como precursor en muchas cosas, Borges incorporó
pronto a su metodología laboral los ordenadores, que simplificaban su cometido y
le permitían escanear, colorear y sombrear dibujos con mayor rapidez y calidad.
Las viñetas de ‘Forges inédito’ han sido divididas en dos
periodos. El primero abarca los chistes anteriores al año 2000 y el segundo los
posteriores. Por lo tanto, la selección de las viñetas constituye un auténtico
retrato gráfico de casi tres décadas de la vida española en democracia. Y por
lo tanto también, no cabe duda de que nos encontramos ante un valioso trabajo recopilatorio
no solo para frikis e incondicionales de Forges, alias Antonio Fraguas de
Pablo, sino para todos los que quieran recuperar un trozo de un pasado
inolvidable o los que, sin haberlo vivido, deseen adentrarse en el último cuarto
del siglo XX y los primeros dieciocho años del siglo XXI.
Todo un gozo encontrar, de repente, trescientos chistes
inéditos de Forges. Un hallazgo, un tesoro escondido e insospechado. Mismamente.
‘Forges inédito’. Editorial Espasa. Noviembre 2019. Tapa
dura. 190 páginas. Color amarillo, blanco y negro. Precio: 19.90 €.