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Francisco, en primer
lugar, enhorabuena por el libro y por el Premio Miguel Artola.
Muchas gracias.
Un libro como el tuyo
amanece después de muchas horas de trabajo, mitad documentación, mitad
escritura, ¿en qué momento de todo el proceso te sientes más a gusto?
El trabajo de mi tesis
doctoral, de donde procede este libro, lo desarrollé sin ningún tipo de beca o
ayuda estatal. Tuve que compaginarlo con ocupaciones muy diversas. Ahora las
cosas han cambiado y tengo un contrato de investigador postdoc en
Dublin. La parte que más me gusta es la documental que precede a la escritura, esos
momentos en los que vas a un archivo, encuentras documentación y empiezas a
trazar líneas. Unas te salen bien y otras no y entonces todo lo que pensabas da
una vuelta. Pero eso es investigar. La escritura del texto es una opción que va
más allá del marco histórico en sí.
Has visitado muchos
archivos para elaborar este trabajo, ¿te ha resultado sencillo acceder a los
fondos o has tropezado con algún impedimento?
No, no he tenido
problemas. En esto he de romper una lanza en favor de los archiveros, porque si
fuera por ellos nos enseñarían todo lo que guardan sus archivos. Es cierto que
en alguna ocasión hubo reticencias y que varias veces hube de pedir permiso por
si existían interferencias legales, que pudiesen impedir las consultas, pero
por parte de los archiveros solo encontré ayuda. Ellos quieren que consultes sus
archivos, porque cuando más se consulta mejor los organizan. En estos casos se
produce un feedback archivador-investigador, que enriquece mucho.