David, ¿qué significa para ti escribir?
Aunque no llevo muchos años en esto, de pequeño dibujaba
cómics. Llegué a publicar en la revista Camacuc, porque mi idea era ser
dibujante. Pero al entrar en la facultad dejé de dibujar y empecé con las perfomances,
unas perfomances en las que la parte textual y narrativa estaban siempre
muy presentes. Siempre he leído mucho y abrí un blog donde colgaba relatos
cortos. Viví un tiempo en Buenos Aires y allí conocí a una editora, a la que le
gustó lo que hacía y decidió publicarme. Desde ese momento, la literatura se convirtió
en la principal de mis actividades y aunque haga otras cosas, tengo claro que
lo mío es contar historias.
En los créditos del libro aparece un corrector de estilo.
Para alguien con una forma de escribir tan definida como la tuya, ¿es necesario
su trabajo?
En realidad, ‘Gordo de Porcelana’ no ha sufrido muchas
correcciones. Pero sí es cierto que el libro era muy expansivo y llegó a tener
muchas más páginas que en la versión definitiva. En este sentido trabajé bastante
con los editores para eliminar alguna parte. Podríamos decir que ha sido más
una colaboración en la toma de decisiones que de corrección de estilo.
¿Cómo te tropiezas tú con esta historia, porque la similitud
con el caso Alcàsser, que he escuchado en algunos medios, parece muy leve?
Sí, bueno, a este libro le di muchas vueltas. Es el que más
me ha costado escribir de todos. De hecho mi anterior novela, ‘Transirak’, constituye
el primer bloque de lo que iba a ser esta. Sobre el caso Alcàsser leí bastante,
puesto que me propusieron participar en un proyecto que luego no se llevó a
cabo. Vi el documental de Netflix sobre este tema y hubo dos cosas que me
llamaron mucho la atención: una, que por primera vez se ponía el foco en la
actitud mantenida por los medios de comunicación en el caso; y dos, que también
por primera vez se entraba en el tema familiar de los Anglés. Creo que en su
momento no se efectuó un análisis real y serio de lo ocurrido. En el documental
observé la imagen de la hermana de Anglés, llegando al juzgado, vestida con una
peluca mientras la gente la abucheaba. Yo flipé con eso, porque nadie se
planteó que había que proteger a las mujeres que habían vivido con la persona considerada
como el monstruo más grande de la España negra de entonces. Antes al contrario,
se las había criminalizado. Fue ahí donde vi que había una historia que merecía
ser contada. Como personaje, la hermana del monstruo era un personaje muy
atractivo y, sin investigar nada, empecé a desarrollar la historia para ver
cómo había conseguido sobrevivir en aquella situación.
Si tuvieras que catalogar ‘Gordo de Porcelana’ en una
librería para su venta, ¿en qué género la incluirías?
Para mí es una novela de personajes dentro de la narrativa
contemporánea. Es verdad que esto es la historia de un crimen, pero no es una
novela negra. El crimen tiene un peso muy importante en la narración, pero no
se aborda por sí mismo, ya que se narra la metralla que circula a su alrededor.
He evitado casi por completo los hechos luctuosos y he cambiado también los
personajes.
A la hora de sentarte a escribir, ¿manejas un esquema propio
o te dejas llevar?
Trabajo de una manera superintuitiva, con varias ideas que me
dan vueltas por la cabeza y a partir de ahí comienzo a escribir. Antes creía
que debía de tener el material clasificado, pero como lo hago ahora me gusta
cada vez más, porque para mí es importante divertirme mientras escribo y, si lo
tengo todo prestablecido, me aburro. Prefiero probar cosas. En mi sistema de
escritura, el proceso de postproducción es muy importante.
Sí, claro. Cuando estoy trabajando en un libro o en un guion,
en principio, voy disparando en varias direcciones y, si me quedo en blanco o
no sé seguir, normalmente dispongo de otras ramificaciones. Pero en mi caso,
además, lo que hago es trabajar en varios proyectos a la vez y procuro no
obsesionarme con el libro. Así consigo no quedarme atorado.
¿Por qué escogiste la primera persona para narrar?
Los libros anteriores a ‘Transirak’ alternaban la primera
persona con otros narradores. Los narradores que no son en primera persona me
parecen herramientas superdivertidas, que me dan mucho juego. En este caso, he
procurado mezclar géneros y provocar situaciones delirantes al máximo. He
escrito una historia más dura que nunca, en un tono más delirante que nunca
también, de tal manera que, para que la novela funcionase, necesitaba que el
personaje hablase en primera persona. De este modo, el protagonista es quien
cuenta lo que sucede y el lector no puede escaparse.
En ‘Gordo de Porcelana’ el humor supone un contrapeso
importante a la narración, pero este humor siempre encierra un puntito de
amargura final.
[Ruido de motocicleta en la grabadora]. Sí, es un humor que
no te deja acabar de reír, que tiene un reverso terrorífico, pero también es
verdad que a los personajes, sobre todo a Dolo, Sofia y Álex, lo que las salva
es precisamente el humor, que les permite levantarse cada día, sobre todo a
Dolo, que sabe que tiene una amiga con la que reírse y que puede tratarse con
una psiquiatra, que todavía está más loca que ella.
La Dolo vive en el barrio de La Puñalá, ubicado junto al
cementerio, un barrio con servicio completo: apuñalamiento y entierro.
[Sonrisa] En mis libros anteriores no se hacía referencia a
los lugares donde ocurren las historias, pero en esta novela necesitaba que la
acción tocase mucho suelo y que todo estuviera muy localizado.
¿Define en unas pocas palabras, cómo son Dolo y Álex?
[Horroroso sonido de motocicleta mientras pregunto]
Dolo es un personaje que ha vivido una situación que no se
puede superar, algo que cuando te sucede te impide seguir con tu vida y,
además, ella es consciente de ello. En ningún momento piensa que puede acabar
bien. Pero, como he dicho antes, es capaz de levantarse cada mañana y seguir
adelante. Álex es una chica que procede también de una familia desestructurada
y ha compartido con Dolo un tiempo en que lo que hacían era huir hacia
adelante. Álex es una Dolo a pequeña escala. Encajan bien por su mismo origen,
pero Álex puede seguir con su vida y Dolo no, y llega un momento en que la ruptura
entre ellas se evidencia.
Sofía quizá merece pregunta aparte, porque se trata de una
curiosa psiquiatra que receta Diazepam y vodka mezclados. Es difícil discernir
quién está peor: la paciente o la médica.
Mira, Sofía es el último personaje que apareció en el libro.
Al principio no existía, pero Dolo era una mujer tan jodida, tan terrible, que
era difícil empatizar con ella. Entonces creé a Sofía para que Dolo tuviera
alguien a quien agarrarse y que le sirviera de respiro, porque ella siente una
gran desconexión emocional con su marido y su hija. Literalmente, Sofía está
como una cabra y como psiquiatra no le sirve a Dolo para nada, pero consigue
hacerle reír. Dolo llegará a afirmar que «Sofía es la única persona que conozco
que está más loca que yo y por eso la quiero tanto». Sin duda, la psiquiatra es
el personaje más delirante del libro.
Los hermanos de Dolo, Antonio y Matías, así como su propia
madre son personajes extrapolados, locos, drogados, zombis andantes… Imposible
crecer en semejantes circunstancias familiares.
Claro, La familia de Dolo la fui desarrollando a medida que
avanzaba el libro y poco a poco me fui interesando por cómo era. De los que
cometieron el crimen se habla poco, pero la madre y el hermano con una
enfermedad mental, que no se sabe cuál es, me importaban mucho. Con quien más
conexión tiene Dolo es con su hermano Matías, al que visita en el centro psiquiátrico
donde está recluido.
A veces resulta difícil distinguir qué es la realidad y qué
no lo es en ‘Gordo de Porcelana’.
Es que en el libro tampoco está claro eso. [Suena ahora un
claxon, desorbitado, ensordecedor, penoso]. No hay pistas de qué es real y qué
no lo es. Para mí eso no es muy relevante, porque lo importante de la novela es
Dolo contando su mundo, su vida. Unas cosas las cuenta como son y otras como se
las imagina. Por eso te comentaba antes que la primera persona es tan fundamental
en este libro.
Dolo dibuja cómics y en la novela hay cómics, ¿cuál es su
función dentro de la narración?
Es un enlace con el mundo más delirante del libro. Al ser
Dolo la dibujante del cómic, autora del personaje Gordo de Porcelana, eso me
proporcionaba dos herramientas: una, meter partes en cómic directamente, algo
muy importante, porque esa especie de Doraemon, que es el Gordo, resulta muy
infantil; y dos, porque ahí estaba el caldo de cultivo para que la parte
delirante guardase relación con su propia historia. Al tratarse de una
narración dura necesitaba elevar la parte delirante para conseguir un choque de
trenes potente. Disponer de ese Doraemon, integrado en la realidad del libro, resultaba
un elemento indispensable.
En algunos parajes del texto estableces un diálogo entre las
notas a pie de página y el propio texto.
[Otra motocicleta desquiciada que pasa]. Matías escribe una
digresión grandísima, con la que siempre tuve dudas. Pero al encontrar la
fórmula de contarla a través de las notas de pie de página, esas dudas se
disiparon. Durante unos años trabajé en salud mental y eso es algo que nunca he
querido utilizar en otras novelas, porque hay que ser muy respetuoso con la
forma en que se representa la salud mental en la ficción. Pero en esta ocasión
sí quería abordar este tema y las notas de Dolo sobre lo que escribe su
hermano, me parecían un modo bonito de hacerlo y también hasta cierto punto realista.
Es la interpretación que ella hace de lo que escribe Matías y también su forma
de acercarse a él.
Por la novela desfila una Lola Flores, que pare una piedra
mágica de poderes sanadores, ¿qué papel desempeña este personaje de la vida
real en el texto?
Podía haber incluido a cualquier otro personaje, pero Lola
Flores posee un poder simbólico muy importante. Y yo quería mantener esa
historia, que parece muy tangencial a lo que sucede, para utilizarla como
discurso que luego Dolo ha de interpretar. Lo que escribe Matías es su libro y
lo cuenta mediante elementos que él ha visto en la televisión y que utiliza
para ordenar y explicar su propio mundo.
Sin destapar nada para no hacer spoiler, el final de
la novela parece el más lógico para una historia tan delirante como ‘Gordo de
Porcelana’.
Sí, el final es una de las cosas que cambié varias veces. Tal
y como ha quedado estuvo siempre, pero en las versiones anteriores había una
especie de epílogo, que no dejaba de ser un pequeño regalo al lector. Sin
embargo, yo nunca terminaba de estar satisfecho del todo. Como ha resultado es
el mejor final que puede tener esta historia.
Vamos a finalizar: ¿por dónde andas tú en la novela?
Estoy… La auto ficción me interesa leerla, pero nunca me ha
interesado mucho escribirla. Siempre escribo sobre asuntos que me preocupan,
que me obsesionan. Hay temas que se repiten en mis libros, por ejemplo el
problema del cáncer, porque en mi familia hemos padecido varios casos… Nunca he
vivido las situaciones que ha atravesado Dolo, pero es verdad que al final la
conexión con las cosas se produce a través de los pequeños detalles, cuando piensas
¡ostras, eso a mí me ha pasado! Gracias a
ellos se consigue que el lector se crea a los personajes.
Tras escribir esta novela, que desde luego es una experiencia
literaria muy particular, ¿se sale indemne o quedan secuelas?
Escribir esta novela me ha dejado exhausto. Previamente a su
escritura, ya viví un proceso muy largo de descarte de material. Fue la primera
vez que tenía un libro prácticamente terminado y dije que no estaba bien, que
no me gustaba y lo deseché. El proceso de escritura también me ha costado más
que otras veces y algún pasaje me ha resultado muy duro de escribir. Cosa rara
en mí, de momento no estoy escribiendo nada nuevo. He decidido dejar pasar un
tiempo y ya veremos por donde me decanto. Pero lo que sí tengo claro es que
estoy muy contento porque de esta novela la crítica no ha hablado de
estructuras ni formatos, y sí de la historia de los personajes, a los que les
he cogido mucho cariño.
Esta entrevista con David Pascual solo podía terminar con la descarga
sonora de otra motocicleta, discurriendo por la calle Calixto III a rienda
suelta.
Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 17/07/2021