John, usted lleva ya
muchos años escribiendo y publicando, ¿qué significa la escritura para usted?
Desde que era joven he
escrito siempre. Hay personas que miran una pintura e inmediatamente quieren
dibujar, o que escuchan música y quieren crear música por sí mismos. Para mí la
escritura es una manera de explorar y entender el mundo. Mi paso de la lectura
a la escritura fue algo natural. Durante cinco años fui periodista, porque
pensé que era una manera de ganarme la vida escribiendo, pero en la redacción
había muchos periodistas mejores que yo. Además, siempre he sentido una
preferencia por la ficción y los periódicos prefieren la no ficción a la
ficción [risas].
¿Recuerda sus primeros
momentos como escritor?
En la redacción del
diario había una computadora y allí comencé a escribir una novela. Tras la muerte
de mi padre, en casa no teníamos mucho dinero para disponer de una. Por otro
lado, él no creía que personas como nosotros pudiéramos llegar a ser escritores
de profesión. Necesitábamos ocuparnos en un oficio mucho más estable y
convencional. Ahora sé que soy escritor para demostrarle que sí podía serlo. La
historia se repite y creo que los hijos siempre quieren demostrarles cosas a
sus padres.
¿Por qué escogió el
género negro o de misterio a la hora de convertirse en escritor?
De joven me interesaron
siempre dos tipos de ficción: la novela detectivesca y los cuentos de horror y
de fantasmas. Creo que muchos escritores pretenden escribir las mismas
historias que leyeron en su juventud y para mí resultaba natural crear un
género que combinase ambos tipos de historias. Ya sé que no es algo muy usual,
pero yo quería escapar de la tendencia de los escritores irlandeses a escribir
sobre nuestra propia tierra. En el siglo XX no escribimos mucha ficción de
género, aunque en el XIX sí lo hicimos a través de la novela gótica. Hay
razones culturales e históricas que explican este hecho. Nuestra antigua
tradición literaria tenía mucho que ver con el estilo inglés y muy poco con
nuestro nuevo país, surgido tras la revolución. Fue precisamente por eso que escogí
la alternativa de la novela negra.
Charlie Parker, sin
embargo, no vive en Irlanda, sino en Maine. ¿Por qué?
Tradicionalmente, los
irlandeses emigraron a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Y en Estados
Unidos las novelas detectivescas me ofrecían la posibilidad de disponer de un
escape creativo. Yo no quería escribir nada sobre Irlanda que tuviera relación
con nuestros problemas actuales, por ejemplo, los de la zona Norte. Por eso
ubico allí mis novelas, sin olvidar que tampoco busco ser considerado como un autor
estadounidense. Solo pretendo conservar mis raíces irlandesas y europeas.
Ángel y Louis son una
pareja de homosexuales que colaboran con Parker, ¿qué papel juegan en sus
novelas?
Es cierto. Quería que Parker
tuviera una amistad masculina, porque creo que es un tema importante y está muy
subestimado. Entre los hombres hay demasiado silencio, mientras que las mujeres
comparten muchas cosas porque son más comunicativas. En los primeros libros, Ángel
y Louis no tenían mucha importancia, pero poco a poco han ido creciendo y ahora
trabajan para él. De alguna manera, ellos buscan la redención a través de su
trabajo con Parker.
Sus personajes acumulan
vivencias que luego afloran en otras novelas. Mientras escribe, ¿percibe la
sensación de que está construyendo una única obra, dividida en capítulos constituidos,
en su caso, por cada nuevo libro?
Las novelas de Parker
constituyen una serie, pero también una secuencia. Pueden leerse de manera
desordenada, pero, si se leen en orden, es posible percibir una historia mucho
más grande en continuo desarrollo. Creo que esta secuencia va a necesitar una
culminación en el futuro, pero no sé cuándo ocurrirá eso, porque me gusta mucho
escribir estas novelas y ver el mundo a través de los personajes. Por otro
lado, en cada libro descubro nuevas cosas y veo cómo ellos van cambiando. Tampoco
puedo olvidar que tengo una novia, dos hijos, dos perros y una hipoteca y
necesito mantenerlo todo. A estas alturas de mi vida no voy a cambiar de
profesión.
¿Parker guarda alguna relación con los antiguos justicieros del far-west, que se encargaban de perseguir y eliminar forajidos?
El género del detective
privado parte del Oeste americano, porque algunos de los primeros escritores en
los años veinte, como Dashiell Hammett, habían escrito antes historias de
pistoleros. Por lo tanto, la figura del detective privado guarda una conexión
muy profunda con los protagonistas del western y, de alguna manera, Parker se
enmarca en esta tradición. Mis novelas también son fronterizas como las del
Oeste. En el Norte, donde se desarrollan, hay una frontera representada por las
montañas y los bosques, que son lugares muy primitivos. Y eso se debe a que yo
quería introducir el estado de Maine en mis historias. Me interesaba escribir
sobre esa tensión que existe entre las ciudades y los lugares más atávicos. Al
mismo tiempo, necesitaba aportar algo diferente al género y por eso mis textos
guardan relación con los cuentos de hadas y de fantasmas, que constituyen mis
raíces irlandesas y europeas.
¿Es usted un escritor de
novelas con guion rígido, estructurado, o se deja llevar por la acción y
prefiere descubrir las sorpresas que le guarda el proceso de la escritura?
No, no soy un autor que
lo tenga todo planificado. No puedo jugar al ajedrez, necesito descubrir cosas.
Algunos críticos, que no entienden el género, piensan que se centra solo en la
trama, pero toda buena ficción está basada en los personajes y yo necesito
descubrir la naturaleza de la novela durante el proceso de escritura. Mientras
trabajo el primer borrador, hacia la mitad más o menos, surge una idea para el
siguiente libro. Es solo un personaje, un capítulo o una situación pero es
suficiente para comenzar. Escribo muy lentamente, mil palabras al día más o
menos, y para entender la novela primero la termino y después la descubro.
Siete u ocho meses más tarde acabo el borrador, vuelvo al principio y lo
escribo todo de nuevo, una y otra vez. Como decía Hemingway «No hay buenos
escritores, solo hay reescritores».
El mal está presente en
estas novelas, ¿qué es para usted el mal?
Pienso que los lectores tienen
en común con los escritores su fascinación por el mal. En mis novelas,
generalmente, la gente no es mala. Puede hacer cosas malas, pero son acciones
que la definen. Sin embargo, determinadas actuaciones humanas van más allá de
lo comprensible y mis novelas sugieren que, en esos momentos, la gente puede
contactar con una fuerza más antigua y sobrenatural. En la serie de Parker
existe una lucha entre un mal tradicional y otro mal mucho más extremo, que
podemos llamar el diablo.
Usted también escribe
literatura juvenil, en su opinión ¿hay mucha diferencia entre el público joven
y el adulto?
Creo que la gente joven
lee novelas negras. He escrito para jóvenes y adultos y no hay mucha diferencia
entre ambos públicos. Cuando era joven leía libros para adultos y luego no
quería leer novelas para niños, porque los niños siempre quieren leer los
libros de la gente mayor. Los temas de las novelas negras son universales, el
mal y la importancia de hacer algo para enfrentarlo, aunque quiero dejar claro
que lo mío son novelas detectivescas, no negras. El escritor irlandés Edmund
Burke dijo que para que el mal triunfe solo se necesita que los hombres buenos
no hagan nada y en este mundo, en este momento, podemos ver la importancia de
hacer algo en Ucrania. En ocasiones, hay que enfrentar la fuerza con la fuerza
para proteger a la gente sin poder, a los pobres. Y pienso que eso constituye
una lección importante para los jóvenes.
Introduzcamos una pizca
de humor en la entrevista. Irlanda es tierra de grandes escritores, no solo
policiacos o de misterio. No hace falta citar nombres. ¿Qué parte de gloria
literaria irlandesa le corresponde a la cerveza Guinness?
[Risas] Creo que a veces
los escritores irlandeses sentían el embrujo del alcohol, de la Guinness.
Existía el mito de que necesitaban beber para crear y el resultado de ello lo
podemos ver, por ejemplo, en un hombre como Shane MacGowan que perdió una
destacada posición dentro de su profesión. Desafortunadamente, creo que este
mito persiste en la actualidad… Sorry, sin pretenderlo he convertido una
pregunta con humor en una respuesta seria [sonrisa]. Mejor pasemos a la
siguiente.
¿En qué se parecen John
Connolly y Charlie Parker?
No soy tan atormentado
como Parker, o, al menos, eso espero. [Risas]. Él ha cambiado mis gustos en
comida, en música y también mis opiniones políticas, porque Parker no dice nada
que yo no crea también. Él es como un prisma para mí, una forma de reflejar la
experiencia, de ver el mundo a través de sus ideas y, además, ha transformado
también mi percepción de las cosas. Somos dos seres que nos vamos cambiando
mutuamente sin descanso.
Sus inicios no fueron
fáciles. Le costó cinco años publicar ‘Todo lo que vive’, su primera novela de
la serie de Parker. Pero de eso ya ha pasado mucho tiempo. Si ahora toma
distancia y mira toda su trayectoria literaria, ¿qué piensa?
Al comienzo creía que iba
ser un periodista, posiblemente con una familia muy convencional. Pensaba que
no podría ser escritor y que mi primera novela no sería publicada. Cuando se
editó fue una gran sorpresa para mí. Estoy muy agradecido por haber podido
dedicarme a esta profesión. Siempre les digo a mis hijos que necesitan
encontrar un trabajo que les encante, que les haga felices en sus vidas.
Afortunadamente, la escritura me permite hablar con lectores de varios países y
compartir los libros con personas inteligentes. Escribir es un placer continuo
para mí.
Congratulations,
Mr Connolly!
Thanks for your time!
Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 21/05/2022