copyright@hermezo2024 |
sobre el hall del Hotel Zenit. Una luz gris nos envuelve. Apenas ha transcurrido media hora desde que dieran las cuatro p.m.. Juan Manuel de Prada llega cordial. Como siempre. Hace cinco años que no nos hemos visto, pero su memoria ingente le permite rememorar detalles de nuestro último encuentro. Detalles que ni yo mismo recuerdo. Juan Manuel ha venido a la capital del Túria para presentar su nueva novela, ‘Mil ojos esconde la noche’ (Espasa), en la que nos habla sobre la comunidad de artistas, escritores y periodistas españoles que residieron en París durante los años de la ocupación nazi. Se vale para ello de Fernando Navales, un personaje que alcanzó celebridad casi treinta años atrás, cuando el escritor baracaldés publicó su más que exitosa novela ‘Las máscaras del héroe’. A causa de su extensión, mil seiscientas páginas, ‘Mil ojos esconde la noche’, ha sido dividida en dos partes, la primera de las cuales, ‘La ciudad sin luz’, es sobre la que hablaremos a lo largo de nuestra conversación. Con Juan Manuel sentado a mi izquierda y la grabadora conectada a su vera, luego la cambiará de ubicación, comenzamos a charlar. Afuera caían algunas gotas, un medio chaparrón casi polvoriento.
Juan Manuel, es la primera vez que entrevisto a un escritor
que publica una novela cuya última palabra escrita es «Continuará…»
Así es, vienen otras ochocientas páginas detrás que,
si dios quiere, saldrán en la próxima primavera. Pero, bueno, digamos que el desenlace
de esta primera parte equivaldría al final de una temporada de cualquier serie
de Netflix. Aunque se quedan cosas en el aire, el libro tiene su propia lógica,
por decirlo así. ‘Mil ojos esconde la noche’ es una obra muy ambiciosa y con
muchísimos personajes…
Fernando Navales era el protagonista de ‘Las máscaras
del héroe’, novela que publicaste en 1996. ¿Por qué tu interés en recuperar a
este personaje treinta años más tarde?
En realidad, esta historia se me impone. Mi anterior
obra, la biografía sobre Ana María Martínez Sagi, escrita en mil setecientas
páginas y con una investigación monstruosa, que me llevó a visitar más de
ochenta archivos de Francia, Suiza, Estados Unidos o España, resultó una
experiencia muy loca, pero completamente apasionante. En los archivos
policiales de París, que son muy interesantes, se me ocurrió pedir los
expedientes de muchos escritores y artistas que vivieron durante la ocupación
alemana en la capital francesa. Allí me di cuenta de que había un material excelente
para construir una novela coral, de ambiente literario y artístico. Así fue
como se me impuso la idea de recuperar a este personaje que había dado por
muerto en ‘Las máscaras…’. Por este motivo, en la carta que escribe Pedro
Urraca al principio de la novela, se aclara que Fernando Navales no ha muerto.
Esa carta de Urraca supone empezar tu nueva novela de
la misma manera que ‘Las máscaras…’
Sí, es un pequeño homenaje, pero a la vez una forma de
poner en liza de nuevo a Fernando Navales. Había que introducirlo y dar algunas
explicaciones sobre su persona, así que me pareció que esa era una forma
oportuna de hacerlo.
Después de tanto tiempo sin escribir sobre Navales, ¿cómo
recuperas su voz y el tono narrativo de la historia?
No es difícil. Ni siquiera me leí de nuevo ‘Las
máscaras…’. Simplemente, la hojeé un poco. Aunque hayan quedado atrás, de
alguna manera los libros que has escrito han dejado un poso dentro de ti y
regresas a ellos con facilidad. En este caso concreto, ha sido una experiencia
magnífica, como volver a la juventud, a hacer el gamberro y a decir burradas.
El personaje de Navales ahora está más enconado porque el fracaso pesa sobre él,
ya que se ha convertido en un personaje de segunda fila, humillado, relegado a
un cargo subalterno de la delegación de Falange en París. Es un saco de pus
deseoso de derramar su podredumbre sobre el mundo.