«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

miércoles, 5 de marzo de 2025

Pablo Andrés Escapa: «Me seduce el compromiso de convertir en verosímil cualquier asunto, por peregrino que sea, mediante las palabras»

Pablo Andrés Escapa Copyright@Elena Delgado
Nº 695.- No suele ser habitual entrevistar a un escritor sobre un libro que publicó hace ya tiempo. Pero es bueno hacerlo, aunque suene extravagante o sobrepasado. No siempre hay que hablar de novedades, en ocasiones, es conveniente mirar atrás. Y este es el caso del escritor Pablo Andrés Escapa quien, transcurridos seis años de la publicación de ‘Fábrica de prodigios’, aceptó recordar unos textos que, en su momento, no disfrutaron de la promoción debida a causa de la nefasta irrupción del COVID, que nos encerró en nuestros domicilios y provocó el desastre por todos conocido. ‘Fábrica de prodigios’, editado por Páginas de Espuma y galardonado con el Premio de la Crítica de Castilla y León en 2020, consta de tres relatos largos o tres novelas cortas, compuestos en tierra de nadie y que cumplen el requisito que el escritor leonés suele imponerse a sí mismo: «que tenga tantas páginas como sean necesarias y tan pocas como sean suficientes». En el primer cuento, descubrimos un pájaro exótico, de conducta nada convencional, que llama la atención de un viajante poco difuso para su profesión; en el segundo, trabamos conocimiento con un poeta, cuya trayectoria oscura desafía los razonamientos mínimamente cabales en cualquier realidad literaria; y en el tercero y último, un ciudadano como tantos otros, Serafín, que sale a recoger un paquete en  correos, describe una travesía urbana con trazas de inesperada odisea,  mediatizada por la intervención de un no menos inesperado diablo. Sobre todo esto, y también sobre el oficio de narrar, conversé con este escritor leonés un jueves de febrero a eso de la media tarde, poco después de que un camión de bomberos, con su sirena a pleno pulmón, atronase la avenida donde vivo. Teléfono mediante y según acostumbra, la grabadora ejerció de muda notaria de nuestra charla. El piloto rojo encendido expidió su acostumbrado, y silencioso, nihil obstat. Empezamos.  

Pablo, ‘Fábrica de prodigios’ fue galardonado con el Premio de la Crítica de Castilla y León en el año 2020. Recuperado el libro un lustro después, qué recuerdos de su escritura acuden a tu mente?

He revisitado y releído los textos. Y hacerlo ha supuesto un redescubrimiento, pues he visto que había cosas que no recordaba. Como bien dices el libro no tuvo apenas promoción. Tan sólo una presentación en Ávila y después vino el encierro domiciliario. Cuando me puse a escribirlo pretendí hacer algo más extremo, algo distinto a todo lo que había hecho hasta entonces. Mi punto de partida fue contar una cosa insólita o, al menos extraña, con el objetivo de alcanzar el crédito de los lectores usando solo la escritura y un tono que resultase verosímil. Contar lo increíble tiene menos que ver con el atrevimiento que con el acierto de las palabras, que han de llevar al lector de buena fe por senderos difíciles de transitar. En consecuencia, este trabajo fue exigente y en esa exigencia entró una especie de administración de la fábula, es decir, lo que callaba y lo que decía hasta lograr un clima de inminencia constante, que mantuviera al lector en la creencia de lo que leía. Sin duda esa fue la mayor dificultad con la que me tropecé. 

Además de los cuentos, también has trabajado la novela. Por lo que he leído sobre ti, la escritura ocupa un papel muy importante en tu vida.

Nunca tuve prisa por publicar. Mi satisfacción se produce mientras escribo y cuando corrijo. Las presentaciones y demás me sobran. Creo que, si no publicara, escribiría igual, porque me viene bien. Es una necesidad. Mis periodos de sequía literaria me siento peor, me encuentro mucho mejor cuando llevo una fábula en la cabeza. Es algo que los que están a mi alrededor también lo perciben así [risas]. La escritura es una obsesión, no una manía.

Está muy difundida la idea de que los cuentos son como el escalón previo que un escritor debe subir antes de escribir una novela. Pero el género del cuento es difícil y exige el cumplimiento de unas normas muy concretas para alcanzar los objetivos apetecidos. 

Decía Pereira que el cuento es el género más complicado que existe para escribir, porque estás trabajando en uno de ellos, te llaman por teléfono o te interrumpen y no puedes retomarlo. Has de comenzar de nuevo. Por otro lado, es muy intenso y requiere una mayor concentración. En la novela, en cambio, resulta más fácil recuperar el hilo narrativo.