Carla Montero tiene nueva novela en el
mercado, ‘La tabla esmeralda’, editada por Plaza&Janés, la historia de un
cuadro, ‘El Astrólogo’, que se cruza en el camino de Ana, una joven
historiadora de arte. Una carta escrita durante la II Guerra Mundial les pone a
ella y a Konrad, su pareja, sobre la pista de esa pintura atribuida al pintor
Giorgione. A partir de ahí se desencadena la acción que se centra en la
búsqueda del cuadro, que también fue objetivo prioritario de los nazis en tiempos
de Hitler.
Carla, novelas sobre nazis se han escrito
muchas, ¿esta es una más o el libro hubiera existido igual sin la presencia de
los nazis entre sus páginas?
No, evidentemente sin nazis la novela no
hubiera podido existir ya que habla del expolio nazi. Pero sí es verdad que
aborda una parte del nazismo que es menos conocida como era la obsesión de
Hitler y de la élite de su partido por el arte y por coleccionar todas las obras
que encontraron en los países que fueron ocupando.
La solapa del
libro habla de tu dedicación plena, veinticuatro horas al día, a tu familia,
¿cuándo escribes o es que hay “negro” encerrado?
No, no, no hay ningún “negro encerrado”
[risas]. Escribo cuando me dejan. Hago mucha literatura nocturna mientras mis
hijos ya duermen. Le quito horas al sueño. Los fines de semana mi marido se
lleva a los niños y yo aprovecho para trabajar.
No, no, que va. Empiezo a escribir con
esquema. Sé cómo arranco y cómo termino, pero no sé lo que voy a introducir en
medio. Al final, este tipo de novelas, si quieres desarrollarlo todo bien,
termina adquiriendo este volumen.
¿Da vértigo
escribir una novela tras haber obtenido un gran éxito con tu ópera prima?
Sí, da un poco de miedo, porque quieras o no
colocas un listón alto y nunca sabes si vas a poder estar al mismo nivel en el
siguiente trabajo. Pero es un miedo que hay que vencer. Es poner la primera palabra,
ser fiel a lo que quieres escribir y que salga lo que Dios quiera.
¿Has escrito la
novela que te hubiera gustado leer a ti?
Mira, la cualidad de lector y de autor van
unidas. Un escritor, antes que autor es lector, y si eres fiel a ti mismo,
escribes lo que a ti te hubiese gustado leer.
A la hora de
escribir ¿qué has valorado más: tu estilo o la accesibilidad para el lector?
Cuando publiqué mi primera novela, una de las
cosas que me decían era que costaba entrar en ella. Como al final, lo que el
escritor busca es gustar y que le lean, aunque quieras ser fiel a tu estilo,
mientras escribes subyace la idea de mejorar aquella observación anterior para
facilitar su lectura.
¿‘La tabla
esmeralda’ es un thriller realmente?
Bueno, yo no diría que es exactamente un
thriller. Si fuésemos un poco más allá del sentido estricto y comercial del
término best seller y lo clasificáramos como género, quizá veríamos que esta
novela podría encajar en esos parámetros. Al escribir no he querido sujetarme a
ninguna regla y por eso encontramos que en el libro hay de todo: una parte de
intriga, una parte bélica, una parte amorosa… Es una mezcla de muchas cosas.
Elemento
fundamental en la novela es el cuadro de Giorgione titulado ‘El Astrólogo’, ¿existe
esa pintura?
No, no existe. El pintor sí que existió y el
cuadro podía haber existido, pero no, es pura ficción, pura invención.
Giorgione, como
pintor misterioso, parece muy adecuado para tu novela.
Sí, de hecho, mi encuentro con Giorgione fue
casual. Yo no lo conocía hasta que escribí la novela. Buscaba un pintor cuya
vida estuviese envuelta por un cierto misterio y que encajase bien con el ocultismo
que rodeaba a los nazis. Giorgione daba el perfil.
En ‘La tabla
esmeralda’ ¿qué predomina más: la ciencia o la magia?
Cuando arranca esta historia, en el siglo XV,
ciencia y magia estaban muy unidas. De hecho la alquimia entonces tenía un
carácter científico y ahora se considera más bien como mágico. Mi novela mezcla
ambos términos, aunque quizá en la parte referida al astrólogo hago más
hincapié en la parte mágica.
¿Qué fuentes has
utilizado para ambientar la época renacentista?
El Renacimiento, por sí mismo, es una etapa
que daría para escribir una novela entera sobre él. No he necesitado investigar
mucho y me he limitado a una breve introducción para enmarcar la acción. Con lo
que he encontrado en Internet y poco más he tenido suficiente.
El mensaje que da
pie al misterio de la novela, aquí viene oculto en un cuadro.
Cuando escribía la novela trataba de aunar
arte y misterio y precisamente por ello me dije que la mejor manera de esconder
un mensaje era deslizarlo en un cuadro.
Has vertebrado la
novela en dos planos distintos, ¿qué ventajas te aporta esa estructura?
Parece que comercialmente a la gente le gusta
más así. Pero como escritor aporta más bien inconvenientes, porque es como
tener dos libros en uno, dos tramas que hay que cuadrar para que no se pisen la
una a la otra. Es una labor complicada. Pero por otro lado, a mí me apetecía
tratar la parte temporal, experimentar cómo me manejo con mi estilo en un
entorno actual.
¿Por eso también
una historia está escrita en primera persona y otra en tercera?
Sí, creo que es por eso. A mí me es más fácil
identificarme con un personaje actual, por ello quizá utilicé la primera
persona, mientras que reservé la tercera para la parte histórica, para tomar
distancia y dar una visión más objetiva.
La última: ¿dónde
queda Carla Montero en estas páginas?
En todas partes y en ninguna [risas]. Una
siempre olvida algo de ella misma en sus libros. Hay detalles. Creo que ni los
propios autores somos conscientes de las huellas que hemos dejado al escribir.
Sobre Carla Montero
Carla Montero (Madrid 1971) es licenciada en Derecho y diplomada en Administración de Empresas. Está casada y es madre cuatro hijos. A su familia le dedica las veinticuatro horas del día, así que escribe cuando puede. Con su primera novela, ‘Una dama en juego’, ganó el Premio Círculo de Lectores de Novela. Ahora presenta ‘La tabla esmeralda’ su segunda entrega.