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Todo esto ha querido reflejarlo en el libro
titulado ‘De Gandía a la Casa Blanca’, editado por Plaza&Janés. “No me había planteado la posibilidad de
escribir un libro, pero tras participar en la campaña presidencial para la
reelección de Barack Obama, impartí una serie de conferencias por Estados Unidos.
Risto Mejide, compañero mío en la universidad, me animó a dejar constancia en un
soporte escrito de todo lo que había explicado en esas charlas”. En principio, iba a hablar sobre su
experiencia en el mundo de la política, pero en Plaza&Janés le hicieron
cambiar de idea y eso le agradó. “Me
dijeron que les interesaba más mi historia personal y eso me motivó mucho,
porque así podía contar cosas que yo creía especialmente importantes para los
demás”. En principio, el libro no está pensado para un determinado segmento
de lectores, pero parece obvio que “con
la crisis que padecemos, la gente que ahora mismo lo está pasando mal puede
enchufarse a su lectura y recibir una dosis de optimismo”.
UN GANDIENSE EN CHICAGO
A priori enfrentarse al mundo en un país
desconocido y tan grande como Estados Unidos no parece una tarea sencilla. “Yo ya había estado un par de veces
recorriendo el país para mejorar mi nivel de inglés y desarrollando pequeños
trabajos. Pero ir a vivir allí es
diferente, porque dependes de ti mismo
para todo: has de conseguir empleo, alimentarte, buscar una casa… Sin embargo,
no me sentí intimidado en ningún momento, me resultó emocionante y con ganas de
progresar”. Y aunque sea de forma transitoria, Rubén Figueres invita a vivir
un tiempo en el extranjero a los estudiantes que empiezan a labrarse su futuro.
“No es indispensable pasar una temporada
fuera de España, pero lo recomiendo mucho porque aporta unas vivencias y experiencias
muy interesantes y permite conocer una nueva cultura, que siempre proporciona
una perspectiva distinta de las cosas”.
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LA MARCA PERSONAL. EL ÉXITO
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Éxito es otro vocablo con el que tropezamos
en el libro. Un concepto de explicación variable y escurridiza. “Cada uno ha de encontrar su propia
definición de éxito, porque varía mucho. Lo que a una persona le hace feliz a
otra puede hacerle desgraciada. Tuve un cliente, de esos de la vieja escuela,
que se murió a los noventa y cinco años en su oficina. Lo que le llenaba su
vida era sentirse poderoso y saber que todavía servía para hacer cosas a su
edad. Eso era el éxito para él”.
Tras conducir la campaña para la elección del
alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, Alario fue invitada a participar en un nuevo
evento electoral: la reelección de Barack Obama como presidente de los Estados
Unidos. Eso ocurrió en julio de 2011. “Una
campaña se organiza igual que una empresa. Existe un equipo central y después
una serie de colaboradores externos”. El cuartel general se ubicó en
Chicago. Fue una operación que contó con avances tecnológicos y estadísticos
sin precedentes y el resultado final fue exitoso. “Para participar en la campaña de un político, lo primero que hay que
tener claro es que estás de acuerdo con su filosofía de trabajo y que él está
dispuesto a aprender de otras personas que son expertas en este campo. Si vas a
trabajar con alguien que lo sabe todo no hay nada que hacer, no te necesita. Lo
mínimo exigible es que quiera escuchar y valorar tus opiniones”. Parece razonable
pensar que él éxito de una campaña publicitaria de este tipo se mide por el
resultado en las urnas, por el triunfo. “El
hecho de que ganes la elección es el signo evidente de que la promoción se ha
hecho bien, aunque eso no quiere decir que éticamente sea una buena campaña. El
objetivo de tu trabajo es ganar y te contratan para eso. Si no desarrollas bien
tu trabajo, no ganas”. Rubén Figueres no se plantea la posibilidad de
dirigir ninguna campaña política en España. “Ha habido conversaciones con algún partido, pero no se ha concretado
nada. De momento, este trabajo no entra en mis planes teniendo en cuenta además
que la profesión de consultor político en Estados Unidos está bien remunerada,
pero aquí no creo ni que exista, porque en nuestro país este cometido lo
desempeñan personas próximas a los propios partidos”. Por ahora el consultor
gandiense se conforma con que ‘De Gandía a la Casa Blanca’ funcione y que
llegue al público. “Si el libro se vende
bien, tiene aceptación y le sirve a la gente, lo mismo escribo otro. Me siento
contento con tener algo mío que puedan conservar mis hijos. Si en toda España,
gracias a él, se motivan tres personas, para mí ya supondrá un motivo
suficiente de satisfacción”.
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