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Luego vinieron otras obras suyas como 'Asesinos sin rostro', 'El hombre sonriente', 'Los perros de Riga' o 'La falsa pista' y todas me gustaron, me entretuvieron, me enseñaron cómo era un personaje de tinta y papel, que parecía de carne y hueso, con debilidades y flaquezas, que se desenvolvía en un medio físico muy duro como era Suecia y que tenía problemas familiares y personales además de los propios de su oficio investigador. Cuando dejó a Wallander y leí 'El retorno del profesor de baile', preferí no continuar con Mankell. No quería emborronar su bella memoria.
Hoy es un lunes triste no solo para Kurt Wallander, descanse en paz Hanning Mankell.