Nº 552.- En ocasiones uno tropieza con
escritores que no conoce o de los que
nunca ha oído hablar, uno de esos tipos
que apenas mete ruido y que, sin que tú sepas nada – tampoco tienes por qué
saberlo – ya guarda en su mochila unos cuantos libros de relatos publicados, cuatro
en el caso que nos ocupa. El mercado de la literatura es inabarcable y quizá
por eso reserva estas recompensas para los buscadores de tesoros. En esta
ocasión, la recompensa se llama Kike Parra Veïnat, que no hace mucho ha puesto
en circulación por las librerías de este país su nuevo volumen de cuentos ‘Ninguna
mujer ha pisado la luna’, editado por Relee Red Libre Ediciones. En los ocho relatos,
un prólogo (de Jon Bilbao) y una nota final que lo integran, resuenan los ecos
de John Cheever, Richard Fox, Tobias Wolff, Raymond Carver y del palentino Gonzalo
Calcedo que, además, prologó su anterior entrega (‘Me pillas en mal momento’). Con
Kike Parra compartí una tónica un viernes a primera hora de la tarde, mientras
en una pantalla lejana algún comentarista ponderaba las virtudes y defectos de
uno de los primeros partidos del Mundial de Fútbol Rusia 2018. Como nunca antes
le había entrevistado, la primera pregunta de mi voluble cuestionario era
obligada: Kike, ¿qué significa para ti la escritura?
Tenía diez o doce
años cuando comencé a escribir. Creo que me puse a ello por mi hermana, que era
muy estudiosa, sacaba siempre sobresalientes y leía sin parar. Ella tenía una
gran imaginación y yo deseaba imitarla, por eso contaba cuentos, chistes y
anécdotas. El hecho de vivir rodeado de muchos libros y lápices creo que me
llevó a ello. A fecha de hoy, creo que escribo para saber realmente cómo soy y
cómo me enfrento al día a día. Llevo una vida que es la que los demás piensan
que debe tener Kike Parra, pero hay otra vida, que es la que en realidad me gusta,
y escribir me ayuda a poner un poco de orden en ambas.
He leído que te reconoces a ti mismo como
un mentiroso desde siempre. Onetti decía que la obligación de los escritores
era mentir, ¿la escritura te ha dado patente de corso para hacerlo?
Desde que publico
libros miento menos. En aquella entrevista me preguntaron por qué tenía tanta
imaginación y les expliqué que mis padres eran muy protectores y que, si yo
quería sacar la cabeza del nido para respirar, había de mentirles a menudo. Eso
me indujo a pensar que, si tenía imaginación para mentir, también podía usarla
para escribir.