Nº 566.- ‘Herido leve’ es el
nuevo libro de Eloy Tizón (Madrid, 1964), editado por Páginas de Espuma. Como
título, ‘Herido leve’ quizá pueda resultar algo equívoco porque Tizón lo es
todo menos un «herido leve» de la literatura. Tal vez el subtítulo del volumen,
‘Treinta años de memoria lectora’, ponga al lector en el camino correcto para
saber qué es lo que sostienen sus manos. Evidentemente, alguien que lleva
leyendo treinta años, seguro que algunos más en el caso de este novelista, cuentista,
articulista y profesor de literatura madrileño, no puede calificarse como «herido
leve», sino más bien irremediable, gozoso, irreversible, eso que desde hace tiempo
se conoce como un letraherido. ‘Herido leve. Treinta años de memoria lectora’
puede considerarse una biografía intelectual de Tizón, trazada desde su amor
inagotable a la literatura, o como él mismo dice, «un paraguas literario contra
la adversidad».
¿Cómo lee un escritor?
¿En qué aspectos se fija? ¿A qué abismos se asoma? ¿De qué manera las ficciones
atrapan y modifican nuestra mirada? Todas estas cuestiones, y muchas otras que
a menudo apetece conocer por la curiosidad del lector, comparecen en este
ensayo literario, articulado en torno a ocho constelaciones temáticas, que se
pueden seguir al pie de la letra o «picotear», en las que creadores y libros
dialogan entre sí, se complementan, discuten o colisionan, siguiendo la máxima
del autor según la cual: «Diamante corta diamante». Tras este hilvanado de
frases y con el auxilio de dos cafés con leche, «con sacarina, por favor»,
comenzamos nuestra conversación Eloy Tizón y quien esto suscribe, animados por
una soleada mañana. Lugar: el centro de València. Hora: pocos minutos antes de
las diez. Encendido, el piloto rojo de la grabadora dio la señal de partida.
Eloy, ¿aquello que teníamos olvidado, porque lo escribimos
hace mucho tiempo, a veces nos sorprende?
Claro, de lo que escribí
entonces en algunos artículos ni me acordaba y, al leerlos, miras, te
sorprendes y te preguntas «¿Yo dije esto?» En unos casos, la sorpresa es
agradable, porque descubres que con veinticinco años ya tenías una cierta
visión sobre la literatura, pero en otros sucede que ahora no coincides
exactamente con lo que habías escrito. Es así como he dejado fuera del libro varios
textos y otros los he corregido para incluirlos.