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Jesús Carrasco (C) Ivan Giménez – Seix Barral |
Nº 616.- Juan Álvarez
ha conseguido independizarse lejos de su país cuando la muerte de su padre le
obliga a regresar a su pueblo natal. Y a sus fantasmas. En principio, piensa
solucionar pronto los trámites y regresar a Edimburgo cuanto antes, porque allí
tiene su vida hecha. Sin embargo, una noticia que le da su hermana trastocará
sus planes. Y el futuro cobrará otro color. De repente, Juan Álvarez se verá al
cuidado de una madre, a la que no conoce demasiado y con la que no cree tener
muchas cosas en común. Estas cuatro pinceladas, cuatro trazos simples, ofrecen
una primera aproximación al argumento de ‘Llévame a casa’ (Seix Barral), la
nueva novela de Jesús Carrasco (Olivenza, 1972), un libro muy esperado tras el éxito
de ‘Intemperie’ y ‘La tierra que pisamos’, sus dos entregas anteriores, no en
balde el escritor pacense ha pasado cinco años sin publicar, pero no sin
escribir. Y cinco años son muchos días y muchas noches, una porción de la vida.
A través del teléfono, según establece el covid-19, pude sostener una
conversación, que a continuación transcribo, con el escritor pacense sobre su
novela. Faltaban diez minutos para las trece horas del tercer martes de
febrero, segundo año de la pandemia, día soleado en València, tal vez demasiado
tranquilo y sosegado. En todo caso, aburrido y tristón. La tecla rec de
la grabadora se pintó de rojo, como si se maquillara, y comenzó a registrar
nuestras palabras.
Jesús, en cinco años has escrito tres novelas. Has descartado dos y te has quedado con una. ¿Qué tiene de particular 'Llévame a casa' para haber sido la escogida y ser publicada?
Bueno, no es exactamente así. No es que tuviera tres
novelas encima de una mesa y decidiera sobre una. Lo que ocurrió es que acabé
las dos primeras y me di cuenta de que no estaban para ser publicadas. Había
que introducirles bastantes modificaciones y, en aquel momento, era una tarea
que no me sentía con fuerzas para acometer. Y en algún punto me resultó más
fácil comenzar un nuevo proyecto, partir de cero, antes que desarmar y volver a
armar lo que ya tenía escrito. En cuanto comencé, me di cuenta de que aquello
iba a funcionar bien. De hecho, su escritura surgió muy fluida, muy fácil, y en
poco tiempo lo tuve listo.
¿Hubo alguna imagen o alguna frase que incentivara su
escritura?
No, no las hubo. Lo que sí había fueron quince o
veinte páginas que encontré de un texto iniciado unos años atrás. Faltaban
doscientas ochenta páginas más, pero las vi enseguida y me animé a escribirlas.
Comencé con el personaje de Juan dándole vueltas a su rollo y, cuando me di
cuenta, llevaba poco más de un mes escribiendo y estaba casi terminando. Fue
una cosa muy eléctrica, casi no tuve ni que tomar decisiones. Me senté a
escribir y apareció la novela.